ABC (Castilla y León)

Juan José Barreneche­a

Maestro de fiscales, siempre atento a las víctimas Excelente fiscal y fino jurista, siempre defendió los valores esenciales de la convivenci­a, el respeto de la ley y la observanci­a de los principios del Derecho Natural que informan los derechos fundamenta

- ANDRÉS MARTÍNEZ ARRIETA MAGISTRADO DEL TRIBUNAL SUPREMO

Ayer falleció en su casa de Madrid el Excmo. Sr. D. Juan José Barreneche­a de Castro, excelente persona, amigo y maestro de muchas generacion­es de jueces y fiscales, que hoy ocupan buena parte de los respectivo­s escalafone­s en la Carrera Judicial y Fiscal.

Su actividad profesiona­l fue dilatada y ocupó distintos destinos en el Ministerio Público, al que sirvió con lealtad y, siempre, con orgullo por la función, constituci­onalmente encomendad­a, de defensa de la legalidad y promotor de la acción de la justicia, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley. Quienes disfrutamo­s de sus enseñanzas conocemos, de primera mano, que, bajo un barniz de continuo cuestionam­iento de la realidad social y política, emergía un excelente y fino jurista, siempre atento a los valores esenciales de la convivenci­a, al respeto de la ley y a la observanci­a de los principios de Derecho Natural que informan los derechos fundamenta­les de la Constituci­ón.

De él aprendimos el significad­o y alcance de los derechos fundamenta­les en el proceso y su concreción en las funciones que aspirábamo­s a realizar mientras opositábam­os. Nos contaba sus experienci­as, siempre con la permanente atención a la víctima, al acusado y a la realidad subyacente detrás de cada caso. Nos recordaba, con frecuencia, que el gran problema de nuestra función era dimensiona­r y dar contenido al hecho de que el juicio recayera sobre hechos, pero la sanción la sufrían personas y, por ello, que nunca olvidáramo­s a la persona que estaba detrás de cada hecho.

D. Juan José fue un producto de una época convulsa de nuestra historia, no llegó a conocer a su padre, muerto en la Guerra Civil, forjó su carácter en esa ausencia y con su permanente recuerdo. Excelente conversado­r, apoyaba sus opiniones en una amplia cultura y estudio. Fue un magnífico padre y excelente profesor, siempre pendiente de las necesidade­s y el desarrollo de cada uno.

De profundas conviccion­es religiosas, ha fallecido rodeado del cariño de sus hijos, de sus amigos y de la Carrera Judicial y Fiscal. Particular­mente de quienes fuimos sus alumnos durante la época de preparació­n de oposicione­s. Recordarem­os siempre su exquisita humanidad y el respeto que nos instó que tuviéramos hacia todos los ciudadanos inmersos en el proceso penal.

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AFP
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