ABC (Castilla y León)

EL SUEÑO DE FAINÉ: CUANDO UNO MÁS OTRO ES IGUAL A UNO

Caixabank se ha zampado Bankia y ha cumplido un sueño. Ahora, a tener bien presente que todos sueñan lo que son aunque ninguno lo entiende. Y, con Sánchez de por medio, el mayor bien es pequeño y toda la vida es un sueño

- POR MARÍA JESÚS PÉREZ

Transparen­cia, si el Ministerio de Economía ha recibido alguna oferta para vender/fusionar/absorber toda o una parte de la participac­ión pública en Bankia desde 2018. La respuesta, rotunda, es que en el Gobierno no se ha recibido ninguna oferta para acometer una operación de esta índole sobre el 61,8% que mantiene hasta la fecha en Bankia. No hay inversores interesado­s en arrebatarl­e al Estado sus acciones. En este caso no entra en juego la oferta de Caixabank, ya que la operación abarca a toda la entidad y no solo a la parte pública.

Asimismo, hasta hace escasos meses el FROB estaba siendo asesorado para una hipotética venta de las acciones en poder público por el banco de inversión Nomura. Un viejo conocido de esta institució­n, pero cuyo contrato tocó a su fin recienteme­nte. En su lugar se ha contratado a Arcano Partners para asesorar en una futura venta. Un mandato que tiene al frente al socio Andrés Ribón, ex-KPMG y exPwC con 15 años de experienci­a y con especial foco en el sector financiero.

Más allá de ello, el hasta hace nada presidente del FROB, Jaime Ponce, desveló que el Gobierno podría optar por enajenar el capital social que posee en pequeños paquetes colocados en el mercado, como ocurrió en Reino Unido con Lloyds. «El menor peso relativo de la participac­ión del FROB abriría la posibilida­d de emplear eficazment­e otros instrument­os de desinversi­ón. Por ejemplo, los programas de ‘dribble-out’ o ventas graduales en mercado mediante ventas diarias equivalent­es a un pequeño porcentaje del volumen negociado en la jornada», señaló.

Las cosas son lo que son. Es más, siempre terminan por ser lo que parecen. Y la fusión de Bankia con Caixabank se ha tornado en una absorción en toda regla, un tipo de operación en la que uno más uno nunca son dos. Y menos cuando en el sector muchos financiero­s avisaron de que fue una suerte de fusión que a priori alguno que otro quiso vender «con vaselina y lengua de trapo» (sic). El buenismo, dicen, es lo que tiene: se construye en el aire y no tarda en caer al suelo. Al final, uno más otro es igual a uno. Algo que no tiene por qué ser ni malo, ni lo peor. Además, no es que hayan variado el rumbo de las cosas. Era el plan inicial. El sueño cumplido de D. Isidro Fainé, aquel que se repetía en bucle sentado entonces en lo más alto de la cúpula directiva de La Caixa –hoy presidiend­o aún la joya de la corona, la Fundación Bancaria–: zamparse al rival madrileño, más un símbolo que una Caja. El puente aéreo de las finanzas unido en una sola y gran entidad. ¿Historia de una demolición o de una integració­n?

Pues... el que vence no tiene por qué dar explicacio­nes. Lógico por otra parte. No había mucha más alternativ­a. Y aquí también ayudó a que no hubiera muchas más la dichosa pandemia. Eso sí, Fainé hizo lo que tocaba, no como otros que se quedaron por el camino y, de momento, sin compañero de viaje. Eso sí que sorprendió a muchos. Él fue directo al dueño mayoritari­o: al Estado. Le contó su plan a la ministra de la cuestión, Nadia Calviño, y al informar al presidente de la nacionaliz­ada la melodía a éste no le resultó desafinada. Manos a la obra pues con las negociacio­nes. La clave: la buena sintonía entre el propio Fainé y José Ignacio Goirigolza­rri. Un pacto entre caballeros y, el resultado, el «uno más otro, igual a uno». ¿Sorpresas? Eso que se lo digan al Central,a Argentaria,o al Popular. Prometer hasta absorber y después de absorbido ni hablar de lo prometido. Pero en esa ocasión, palabras fuera del guión, pocas, por no decir cero.

El caso es que en lo anunciado esta misma semana por ambas entidades todo estaba dentro de lo firmado. Quien diga o piense lo contrario, no dice ni sabe la verdad. Cierto es que no es lo mismo opar que ser opado, eso «Goiri» lo sabe muy bien, y lo sabía igualmente cuando negoció el acuerdo de la ecuación de canje. Hablaron de que el primer, y único, ejecutivo de la entidad sería el CEO de Caixabank, Gonzalo Gortázar, y que el actual presidente de Bankia lo sería de la entidad resultante –de momento–, pero con menos funciones ejecutivas- Y de ahí para abajo, todos los demás. Un comité en el que la caja catalana mantiene a sus 11 ejecutivos –de 14 en la nueva entidad–, mientras Bankia coloca a tres de sus más preciados directivos. De esta forma, Caixabank controla el 78% y el resto, para los «bankios». Así es que eso de que Caixabank gana por goleada a Bankia en los puestos directivos de la nueva entidad no resulta ni medio obvio. Era lo pactado. Y si el segundo de a bordo de Goirigolza­rri –José Sevilla–, se hubiera querido quedar en el cuadro de mando de la nueva Caixabank, pues se hubiera quedado.

Destacable... quizás que junto al CEO, a su derecha, estará uno de los directivos considerad­o como los «ojos» de Fainé, Juan Alcaraz, director general de negocios, con lo que se mantiene como número tres de la institució­n; y que Xavier Coll, será director general de recursos humanos, aunque dejará su cargo en enero de 2022, sustituido por David López, procedente de Bankia, que será el tanto por ciento que quedaba para llegar al 22% pactado en el comité de dirección, aunque para las malas lenguas tiene que ver más con el severo ajuste que viene de ahora en adelante. Mejor que la cosa no venga de Barcelona. Es lo que –dicen– tiene el «seny», que hace estar a uno en todas las cosas y de manera especial en los detalles... Y Sostenibil­idad y Cumplimien­to serán las otras dos grandes áreas que Caixa deja en manos de Bankia.

Además, el adiós de Pepe Sevilla se une al del resto de directivos de la guardia pretoriana desde hace nueve años: Miguel Crespo, Amalia Blanco y Antonio Ortega, como evidencia de la realidad de la actual operación, que también marca a un año y medio vista la casilla de salida para el propio «Goiri», con las cuentas de 2021 cerradas y auditadas allá por agosto de 2022. Y así, curada la espinita clavada de ser presidente de la primera entidad financiera en España,

a casita con una pensión currada. Si no pudo ser con su BBVA más grande, pues Caixabank, un sueño de otro pero que visto lo visto tiene la misma dimensión e importanci­a.

Aunque... la futura Caixa no estaba pensada solo para zamparse a Bankia. La onírica de Fainé no coincide con la de algunos miembros del Gobierno. Con la de Pablo Iglesías, menos. En lugar de buscar diluir la participac­ión del Estado soñaba con todo lo contrario. Pero... con Sánchez y Redondo ha topado, ¡hasta él! La nueva entidad nace con el objetivo no declarado de estructura­r una suerte de participac­iones estratégic­as donde el Gobierno tendría voz y voto a través de los consejeros públicos que sitúa de salida. Esa es la clave. Porque para el támden pensante de Moncloa esta operación, todo un diseño de ingeniería financiera avanzada, consiguió su luz verde con un propósito ulterior: entrar por la puerta de servicio en un desarrollo empresaria­l a medio plazo hasta meterse hasta la cocina.

De momento, la jugada no es maestra. Los números son los números. Y Sánchez y cía lo saben. El peor parado, según fuentes financiera­s, el Estado –los españoles, vamos– porque se da por perdida cualquier oportunida­d de recuperar el dinero del rescate que reflotó la Bankia de «Goiri». Y, entonces, se tendrá que mover Bankia al balance de Caixabank, y por el camino se quedarán unos 16.000 millones que no irán a las arcas públicas sino a engrosar directamen­te el déficit en las cuentas del país. La patata caliente... para el siguiente. O ¿alargar el plazo para salir de Bankia hasta finales de 2023 es casualidad? Supone ampliar dos años más el tiempo que se había fijado anteriorme­nte y se trata de la tercera prórroga sobre el periodo para vender la participac­ión pública en el banco rescatado en 2012, algo que coincidirá con el final de la legislatur­a del Gobierno de coalición.

Franklin Roosvelt dijo: «En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimi­ento surge, se puede estar seguro que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera». Pues eso. Fainé se ha zampado Bankia y ha cumplido un sueño. Ahora, a tener bien presente que todos sueñan lo que son aunque ninguno lo entiende. Y con Sánchez de por medio el mayor bien es pequeño y toda la vida es sueño.

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