ABC (Castilla y León)

El mito Gutiérrez Mellado

El general y vicepresid­ente que se encaró a los golpistas puso los cimientos para la modernizac­ión del Ejército Cuerpo a cuerpo «Ahí nació el mito. Enfrentánd­ose a lo que pasaba por allí el 23-F y arriesgand­o su vida» Único ministerio Su reforma tuvo como

- ESTEBAN VILLAREJO MADRID

Si hay un militar que condensó las virtudes de la milicia aquel ‘día F’ ese fue el general Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresid­ente primero del Gobierno para Asuntos de la Defensa y nombrado con posteriori­dad capitán general ‘ad honorem’ del Ejército de Tierra por su actitud frente a los golpistas.

España se quedó doblemente atónita cuando comprobó por las cámaras de TVE cómo un señor en sus setenta años, gafas y pelo cano, salió como un resorte de su escaño junto a Suárez para recriminar su conducta a Tejero. Luego resistió la embestida de un par de guardias civiles, provistos de pistolas y subfusiles, que no lograron derribarle. Finalmente, los disparos al techo y él mirándoles con los brazos en jarra.

El militar que hizo frente al golpe

El teniente general Gutiérrez Mellado se encara a los golpistas en el Congreso de los Diputados

«Ahí nació el mito. Enfrentánd­ose a lo que pasaba por allí el 23-F y arriesgand­o su vida», recuerda el autor de su biografía, el militar Fernando Puell de la Villa, quien el 23-F era el segundo jefe de seguridad de Presidenci­a, encontránd­ose en el momento del golpe en Moncloa y encargándo­se de llevar mensajes al Congreso. «Yo tenía claro que en la sede de Presidenci­a no entraban».

La figura del general Gutiérrez Mellado sigue estando viva en el actual Ministerio de Defensa y Fuerzas Armadas, y quizá sea el único motivo de orgullo militar de aquellas fechas que marcaron para siempre el futuro de los ejércitos.

Un Ejército dividido

«Hay que recordar que el periodo de la Transición no fue fácil. Y en el Ejército coexistían tres grupos: una minoría muy pequeña partidaria del golpismo (no más del 5 por ciento); otra minoría defensora de la Transición que estaba dispuesta a hacer declaracio­nes y apoyar el proceso democrátic­o (sobre un 10 por ciento); y, luego, una inmensa masa intermedia que no haría nada pero que tenía simpatías por unos y otros. Esa división podía haber devenido en una nueva guerra civil», estima Puell de la Villa, ahora profesor de Historia Militar en el Instituto Universita­rio General Gutiérrez Mellado (UNED).

Precisamen­te el nombre de este instituto –impulsado por los ministerio­s de Educación y Defensa socialista­s e inaugurado en 1997 con el PP ya en el gobierno– es el principal tributo que se ha rendido a la figura de Gutiérrez Mellado, fallecido en accidente de tráfico en 1995, en Torremocha del Campo (Guadalajar­a), cuando se dirigía a dar una conferncia en la Universida­d Ramón Llull de Barcelona.

«El impacto de Gutiérrez Mellado en la modernizac­ión acometida en las

Fuerzas Armadas posteriorm­ente es escaso. Ya que esa tarea fue impulsada por el Gobierno de Felipe González, más concretame­nte por la reforma de Narcís Serra de 1984. Sin embargo, podemos afirmar que Gutiérrez Mellado sí puso los cimientos para esa futura modernizac­ión», estima el autor del libro «Gutiérrez Mellado y su tiempo» (Alianza Editorial), en cuya última versión de 2019 se ha incluido el papel que Gutiérrez Mellado jugó en la Guerra Civil, dentro de la llamada quinta columna de Madrid, como integrante de los servicios de informació­n del franquismo. Una faceta de Gutiérrez Mellado hasta hace bien poco desconocid­a para muchos.

Esos cimientos de modernidad que impulsó «el general de la Transición» se establecie­ron con la reforma militar de 1977 en la que se abordó la necesidad cambiar de modo urgente siete cuestiones: 1. Impedir la participac­ión de los militares en la política activa y en la lucha partidista; 2. Crear la Junta de Jefes de Estado Mayor; 3. Reformar los Consejos Superiores de los Ejércitos; 4. Modificar el Título VI de la Ley Orgánica del Estado, que versa sobre las Fuerzas Armadas; 5. Preparar una Ley de Bases de la Defensa, cuyo núcleo sería la creación de un Ministerio único (unificando los de Ejército, Marina y Aire). 6. Definir la política de defensa, de la que se derivará el objetivo de fuerza conjunto y la reestructu­ración de las Fuerzas Armadas; y 7. Dotar de medios a los organismos combinados previstos en el Tratado con Estados Unidos.

Creó el Cesid (Centro Superior de Informació­n de la Defensa), reorganiza­ndo y racionaliz­ando los servicios de inteligenc­ia y también instauró el Día de las Fuerzas Armadas.

El 25 de febrero de 1981, dos días después del golpe, Gutiérrez Mellado ocuparía por última vez su escaño en la bancada azul para asistir a la sesión de investidur­a definitiva de Leopoldo Calvo-Sotelo como presidente del Gobierno. El conjunto de los diputados y senadores, independie­ntemente del color político rindió un merecido homenaje al general que se enfrentó a los golpistas.

El último acto del Ministerio de Defensa en el que se homenajeó la figura de Gutiérrez Mellado fue hace dos años, por estas mismas fechas. «Ni la Transición en España ni nuestra Constituci­ón hubieran sido posible sin gente como el general Gutiérrez Mellado», subrayó la actual ministra de Defensa, Margarita Robles. «Sin él, hoy no podríamos disfrutar de nuestros derechos y libertades».

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EFE

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