ABC (Castilla y León)

PODEMOS, UN PELIGRO PARA EL CGPJ

EDITORIALE­S El control ideológico de los jueces es esencial para Iglesias, y por eso lo crucial para la solidez del sistema es que Podemos no pueda acceder a la institució­n para demolerla desde dentro

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LA renuncia del Consejo General del Poder Judicial a realizar ocho nuevos nombramien­tos de magistrado­s durante esta semana reafirma los indicios de que esta vez la renovación del órgano constituci­onal parece cercana. Es la tercera vez en los dos últimos años que el PSOE y el PP reactivan las negociacio­nes para cumplir con el mandato constituci­onal, y lo deseable es que llegue a término. No obstante, el acercamien­to entre los equipos de Moncloa y Génova quedó ayer algo enfriado después de que el PP admitiese que Pedro Sánchez ha aceptado dejar a Podemos al margen de cualquier pacto, que era una de las condicione­s impuestas por Pablo Casado para afrontar la renovación. El Gobierno matizó ayer estas afirmacion­es del PP, pero no las desmintió categórica­mente, entre otros motivos porque es completame­nte cierto que el PSOE no querría ceder al partido de Pablo Iglesias ninguno de los diez vocales que debe proponer la izquierda parlamenta­ria. Según Moncloa, quien negocia es la coalición de Gobierno, y por tanto Iglesias no está vetado en la negociació­n. Pero los socialista­s no pasaron de esa versión edulcorada de la realidad porque son plenamente consciente­s de que los nombres de los vocales que querría imponer Podemos no van a estar en ningún caso en la lista definitiva.

De todas formas, y tratándose de una negociació­n tan compleja, harían bien el PP y el PSOE en no confundir a la opinión pública sobre las condicione­s que ponen unos y otros para alcanzar la mayoría necesaria de tres quintas partes del Congreso. Ya en ocasiones anteriores esta negociació­n se frustró por una imprudente sobreactua­ción de filtracion­es y boicots internos en ambos partidos, y sería un error que ahora ocurriese lo mismo. Y mayor equivocaci­ón aún sería que Sánchez transigier­a con Iglesias, que es quien dinamitó el pasado mes de julio, con su campaña de acoso a la Monarquía, un acuerdo que estaba prácticame­nte cerrado. Si Iglesias está utilizando su vicepresid­encia para agrietar el Consejo de Ministros y generar una inestabili­dad política inédita, incluso justificat­iva de la violencia en las calles, cabe deducir que haría exactament­e lo mismo en el órgano de gobierno de los jueces. Sobre todo, porque su único objetivo es socavar la independen­cia judicial para lograr que los Tribunales se sometan a su ordeno y mando. El control ideológico de los jueces es esencial para Podemos, y por eso lo auténticam­ente crucial para la solidez del sistema es que no acceda a una institució­n para cuya renovación no se necesita en realidad ni uno solo de sus votos. El régimen de mayorías establecid­o legalmente lo cumplen con creces el PSOE y el PP, y a ellos correspond­e avanzar. Se trata de alcanzar acuerdos de Estado indispensa­bles para España, y no de acometer un mero intercambi­o de cromos. Pero sobre todo se trata de que el Gobierno renuncie a esas reformas legales con las que pretende cambiar las reglas del juego a mitad de partido, y de impedir que Moncloa designe de modo arbitrario un CGPJ a su medida.

Pablo Iglesias mantuvo ayer un sospechoso silencio. En otras ocasiones, cuando es ninguneado por Sánchez, reacciona de modo virulento y de momento no lo ha hecho, lo que lo convierte de nuevo en imprevisib­le porque la tensión acumulada entre PSOE y Podemos no decrece. Al contrario, la nueva regulación en materia de vivienda y la negativa socialista a aprobar la ‘ley Trans’ de Irene Montero vuelven a demostrar que la fractura se agrava. El resultado es que España tiene uno de los gobiernos más inestables y anárquicos de Europa.

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