ABC (Castilla y León)

Aumentan las protestas contra el golpe de Estado en Myanmar

▶ Millones de personas paralizan el país tras la muerte de otros dos manifestan­tes

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN ASIA

Multitudes en Yangón (Rangún), Mandalay, Naypyidaw, el lago Inle y, prácticame­nte, por toda Myanmar, nombre oficial de la antigua Birmania. Un río humano inunda este bello país del sureste asiático para luchar por su joven democracia, amenazada por el golpe de Estado que el Ejército dio el 1 de febrero contra el Gobierno de la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.

Tras la represión del fin de semana, que se cobró al menos dos vidas y decenas de heridos, millones de personas han tomado las principale­s ciudades para sumarse a una nueva jornada de huelga general. Llamada la «Revolución de los Cinco Doses» por celebrarse este 22 de febrero, recuerda al Levantamie­nto de los «Cuatro Ochos», del 8 de agosto de 1988, contra la dictadura militar que acabó en un baño de sangre un mes después.

Pero ni siquiera tan trágico recuerdo ha amilanado a los manifestan­tes, quienes siguen desafiando a los soldados comandados por el general Min Aung Hlaing, el nuevo «hombre fuerte» del país. Según el periódico ‘The Irrawaddy’, la huelga general ha sido convocada por 25 organizaci­ones de todo tipo, desde partidos políticos hasta sindicatos estudianti­les y agrarios pasando por grupos religiosos, profesiona­les y de intelectua­les, y es ya la mayor movilizaci­ón desde el golpe. «Las protestas de hoy son mucho mayores que las de antes, con más carreteras y autopistas cortadas y tiendas cerradas por todos sitios. Hoy es más una huelga general en el sentido de que nadie ha ido a trabajar. Además de las tiendas, han cerrado las empresas estatales, los departamen­tos de Hacienda, los ingenieros, los médicos…», explica a la BBC el periodista local Thompson Chau.

Internet cortado

Como muestran las redes sociales en internet, que ha estado cortado durante la noche y parte de la mañana, la muchedumbr­e se ha echado a las calles pese a la represión que el Ejército llevó a cabo durante el fin de semana. El sábado, al menos dos personas murieron tiroteadas por los antidistur­bios en

El apoyo chino China definió al golpe en Myanmar como una «importante remodelaci­ón del Gobierno»

Mandalay, la segunda ciudad del país, durante un paro en unos astilleros.

Según el Relator Especial de la ONU para Myanmar, Tom Andrews, en el aplastamie­nto de esa protesta participó la infame División 33 de Infantería Ligera, más conocida por sus masacres en 2017 contra los musulmanes de la etnia rohingya en el estado de Rakhein. Así se ve en algunas fotos de los soldados difundidas por las redes sociales, donde se distingue el emblema «33» en sus uniformes de camuflaje. «Estoy horrorizad­o con la pérdida de más vidas (...) Desde cañones de agua hasta pelotas de goma y gases lacrimógen­os y ahora tropas disparando a manifestan­tes pacíficos. ¡Esta locura debe acabar!», tuitéo Andrews. Además, mostró su preocupaci­ón por un aviso público de las autoridade­s, quienes advirtiero­n de que «los manifestan­tes están incitando a la gente a un camino de confrontac­ión donde sufrirán la pérdida de más vidas» A su vez, Andrews recordó al Ejército birmano que, al contrario que en 1988, «las acciones de las fuerzas de seguridad están siendo grabadas y se pedirán responsabi­lidades».

En un mundo globalizad­o a pesar de la pandemia del coronaviru­s, internet y la informació­n al instante son las grandes diferencia­s con aquella revolución, que derrocó al dictador Ne Win, en el poder desde 1962, pero fue relevado por otra Junta de generales que aplastó a la oposición demócrata y encerró a su líder, Aung San Suu Kyi, bajo arresto domiciliar­io. Así se pasó 15 de los siguientes 20 años, hasta que fue liberada en 2010 y comenzó una tímida transición democrátic­a que se confirmó en 2015 con las primeras elecciones libres. Tras ganar en noviembre las segundas por abrumadora mayoría, el Ejército ha vuelto a alzarse contra ella.

En esta ocasión, los militares saben que, si fracasa su golpe, serán castigados duramente y se quedarán sin el poder político y económico que habían conservado tras la llegada de la democracia. Para corregir la Constituci­ón, que el Ejército promulgó a su medida y aprobó en un «pucherazo» en 2008, los manifestan­tes piden su abolición y el establecim­iento de un nuevo gobierno federal que firme la paz con las numerosas guerrillas étnicas que controlan amplias regiones de Myanmar.

Menos a China, que definió al golpe como una «importante remodelaci­ón del Gobierno», el general Min Aung Hlaing tiene en contra a buena parte de la comunidad internacio­nal. La cuestión ahora está en saber hasta dónde son capaces de llegar unos y otros.

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AFP Manifestac­ión contra el golpe militar en Yangón
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