Sánchez habría salvado 23.000 vidas si hubiera confinado siete días antes
▶Un estudio de la Universidad de Zaragoza y la Rovira i Virgili afirma que se subestimó la gravedad de la pandemia al inicio de la primera ola
España protagonizó uno de los confinamientos más duros de la primera ola. Del 14 de marzo al 11 de mayo, cuando los hospitales amenazaban con colapsarse, el Gobierno ordenó a todos los ciudadanos que se encerraran en sus casas para frenar la propagación del nuevo virus. Era la única herramienta posible en un momento en el que se desconocía casi todo sobre el virus, no había material sanitario y la infección se propagaba de forma acelerada. La decisión con el decreto de estado de alarma salvó vidas, pero llegó con retraso, según una simulación que físicos y matemáticos de dos universidades españolas acaban de publicar.
La conclusión de los científicos de la Rovira i Virgili de Tarragona y de la Universidad de Zaragoza es que si se hubiera decretado el cierre de la actividad una semana antes, se habrían salvado 23.000 vidas en España. Y, de la misma manera, si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hubiera retrasado una semana más el estado de alarma, las consecuencias hubieran sido más catastróficas. En ese escenario, los fallecidos de la primera ola se habrían disparado hasta los 120.000, se afirma en el estudio.
Cada día cuenta
Los cálculos se basan en las cifras oficiales de muertes, un dato aproximado porque entonces solo se contabilizaban como fallecidos quien podía obtener un diagnóstico con PCR y no había pruebas suficientes. Así se estima que en el primer golpe de la pandemia murieron 28.000 personas. Un confinamiento precoz, solo una semana antes habría resultado en 5.000 muertes y se habría salvado a 23.000 personas.
Este estudio es uno de los primeros en poner el acento en las vidas potencialmente salvables y en la importancia de tomar decisiones rápidas. Cada día cuenta cuando se está ante una epidemia que crece exponencialmente y a una velocidad de propagación asombrosa, aseguran.
Los investigadores describen en su estudio que hubo un retraso sustancial entre la exposición y la notificación en España. Sin test de diagnóstico, la infección avanzó sin que las autoridades sanitarias pudieran valorar la situación epidemiológica a la que se enfrentaban, aseguran. Esa demora promedio de 15 días dificultó la evaluación e «impidió el manejo de la respuesta epidémica», aseguran.
Subestimar la gravedad
Los autores del estudio van aún más lejos y concluyen que el Gobierno pudo subestimar la gravedad de la epidemia. Fue la tormenta perfecta: hubo un retraso entre la exposición y la notificación y una velocidad de contagio vertiginosa que obstaculizaron la evaluación de la situación epidemiológica. «Esto pudo dar lugar a una subestimación de la gravedad de la siutación», detallan en el trabajo que ha dirigido el físico Àlex Arenas, del departamento de Ingeniería Informática y Matemáticas de la Universitat Rovira i Virgili.
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Explican que cuando se decretó el confinamiento en marzo, las infecciones diarias ya habían alcanzado su punto máximo. De manera que cuando el 28 de marzo ya no había ninguna actividad económica no esencial ya