ASALTAR LOS INFIERNOS
Unidas Podemos es un partido antisistema institucionalizado que predica un realismo mágico y deformante
Cuarenta años después del golpe de Estado del 23-F los que amenazan la democracia española no son los militares, sino los políticos. Seamos justos. Entonces no fueron todos los militares y ahora tampoco son todos los políticos. Mi madre siempre describe con silencio el miedo con el que aguantó la respiración la ciudadanía española aquel febrero de 1981 con tanques cruzando avenidas. Un terror a perder de nuevo la libertad y volver a un blanco y negro que costó una larga agonía dejar atrás. El pavor a desaprovechar la reconciliación y tener que romper tan pronto «el abrazo» de Juan Genovés que fue un símbolo contra aquella ultraderecha que deseaba una España anclada en el pasado.
Ahora el «ruido de sables» son las palabras gruesas y los ataques deliberados a las instituciones que salvaguardan la convivencia. Unidas Podemos es un partido antisistema institucionalizado que predica un realismo mágico malintencionado y deformante. Enciende la rebelión contra el poder establecido una vez que se ha establecido en el poder. Defiende el feminismo sectario cuando lleva a los ministerios la meritocracia de pareja y prende la lucha de clases mientras los votos le han servido para formar parte de la élite con ostentación vulgar de nuevo rico. El «ruido de sables» sale de un chalet de Galapagar y se atreve a decir que España «no es una democracia plena» mientras incita a los comportamientos de señalamiento mediático y lucha contra la legalidad más antidemocráticos. El «ruido de sables» son los adoquines arrojadizos, los contenedores ardiendo y los saqueos a comercios por una generación de ignorantes que se deja jalear bajo la falsa premisa de que la democracia es disruptiva e inquebrantable.
El populismo necesita enemigos. En eso coincide con el sanchismo empoderado y por eso no para los pies a los de Pablo Iglesias. Los que instigan las algaradas no protestan por el derecho a expresarse libremente si no que defienden por supervivencia el derecho a odiar, a amenazar y a destruir. Asaltar los infiernos. Para eso se montan ahora chapuceros intentos de golpe de estado que disfrazan de revoluciones.
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