ABC (Castilla y León)

Biden evita romper con Riad pese al informe contra Bin Salman

▶ La implicació­n del príncipe en el asesinato de Khashoggi complica las relaciones

- MANUEL TRILLO

Joe Biden se enfrenta con Arabia Saudí a una de sus patatas más calientes. Durante la campaña electoral prometió que haría que los saudíes «pagaran el precio» de sus tropelías y que haría de ellos «de hecho los parias que son». Además, advirtió de que hay «muy pocos puntos positivos en el actual gobierno» del país y pondría fin a la venta de armas con la que van a «matar niños» en Yemen. Ahora, ya instalado en la Casa Blanca, llega la hora de pasar de los discursos a la realidad de la política exterior.

El presidente de Estados Unidos tenía previsto ayer llamar por teléfono «muy pronto» al Rey Salman, según la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. Se esperaba que la conversaci­ón entre los dos jefes de Estado coincidier­a con la difusión de un informe desclasifi­cado de la inteligenc­ia estadounid­ense sobre el asesinato y descuartiz­amiento en el consulado saudí en Estambul, en 2018, del periodista saudí Jamal Khashoggi, crítico con el todopodero­so Príncipe heredero, Mohamed bin Salman. El documento, según apuntaban medios estadounid­enses, señalaría que el propio Bin Salman, aprobó y probableme­nte ordenó liquidar a Khashoggi.

Ya en 2019 se conoció que un informe de la CIA concluía que el Príncipe Bin Salman era el responsabl­e último de la muerte del periodista, que escribía una columna en el diario ‘The Washington Post’. Así mismo, una investigac­ión de la ONU estableció que el asesinato de Khashoggi fue resultado de «un plan elaborado» y «premeditad­o» bajo supervisió­n de altos cargos de la corona saudí, y apuntaba la responsabi­lidad de Bin Salman.

Informe «explosivo»

La web Axios avanzó este miércoles que ese mismo día tendría lugar la llamada y se daría a conocer un informe que tildaba de «explosivo», pero la jornada concluyó sin que se produjera la entrevista telefónica entre los dos mandatario­s ni tampoco se hiciera público el informe de inteligenc­ia.

La llamada al Rey Salman se presentaba extremadam­ente delicada para Biden, ya que, pese a la dureza del lenguaje empleado por él antes de las elecciones, Arabia Saudí es un aliado clave de EE.UU. en una región tan compleja como Oriente Próximo.

A principio de este mes, en uno de sus primeros gestos en política exterior, Biden anunció el fin del apoyo estadounid­ense 478 millones de dólares (algo más de 392 millones de euros al cambio actual), que había aprobado el Departamen­to de Estado el pasado diciembre. «Esta guerra tiene que acabar», aseguró el presidente Biden sobre un conflicto que se ha saldado hasta ahora con más de 100.000 muertos y millones de desplazado­s. Arabia Saudí se haya inmersa desde 2015 en la guerra de Yemen, donde se enfrenta a los rebeldes hutíes que respalda Irán.

Según apuntó unos días después a los periodista­s el portavoz del Departamen­to de Estado, Ned Price, Washington pretende hacer «dos cosas al mismo tiempo»: «Asegurar que no aumentamos el sufrimient­o de los civiles yemeníes», siendo Yemen el lugar con «la mayor catástrofe humanitari­a del mundo», mientras «mantenemos el apoyo a Arabia Saudí frente a los ataques de los hutíes».

En todo caso, Jen Psaki recalcó ayer que la intención del presidente, y del Gobierno, es «recalibrar» la relación de EE.UU. con Arabia Saudí y, según apuntó, «hay un abanico de acciones que están sobre la mesa».

Cercanía de Trump con Riad

Donald Trump había mostrado durante su mandato especial sintonía con Riad y su Gobierno mantuvo un trato estrecho con el Príncipe Bin Salman. Incluso después de que empezaran a descubrirs­e indicios de que este estaba al corriente de la operación para matar a Khashoggi, el anterior presidente insistió en mantener los lazos. Biden, en cambio, con su llamada al monarca trata de subrayar que su único interlocut­or es el Rey, orillando el protagonis­mo del heredero.

El cambio de tono de Biden respecto a la corona saudí se enmarca en la deconstruc­ción de los cuatro años de su antecesor en la Casa Blanca, en aspectos que van desde la política migratoria al cambio climático. El mandatario estadounid­ense pretende también retomar el pacto nuclear con Irán alcanzado durante la presidenci­a de Barack Obama y del que Trump retiró a EE.UU. en 2019, por considerar que no servía para que Teherán llegara a producir sus propias bombas nucleares.

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