ABC (Castilla y León)

Que vino a ver la caída de la URSS

▶Daniel Utrilla reconstruy­e en un libro el supuesto aterrizaje extraterre­stre que se produjo en Rusia en 1989, un disparate que dio la vuelta al mundo «Desmanteló la URSS sin derramamie­nto de sangre. Era una figura pop, casi como Michael Jackson».

- JAVIER VILLUENDAS MADRID

Si dispusiera de una máquina del tiempo, el periodista y escritor Daniel Utrilla no viajaría al Bernabéu a ver jugar a Di Stéfano o a la Prehistori­a para comprobar el color de los dinosaurio­s, lo haría a Vorónezh, ciudad industrios­a de la Rusia cercana a Ucrania. En los mandos de la nave escribiría: 1989, 27 de septiembre, 18 horas. O sea, el momento en el que unos presuntos alienígena­s se dieron un garbeo de unos minutos por el Parque Sur de esta localidad. Se teletransp­ortaría al fenómeno ufólogico más importante del siglo XX en cuanto a repercusió­n, según Iker Jiménez.

Vayamos ahora con la máquina del tiempo al 9 de octubre de ese convulso año. La oficialísi­ma agencia soviética TASS lanzaba el que probableme­nte sea el teletipo más tremendo de la historia: en Vorónezh unos niños han visto el aterrizaje de una esfera de luz de la que han salido unos gigantesco­s humanoides de tres ojos. La noticia abrió a bombo y platillo telediario­s en todo el mundo y hasta ‘The New York Times’ la refirió como «la noticia más importante del siglo». Luis Mariñas informó a todos los españoles desde TVE. Y un niño de 13 años lo vio. Y se quedó con la eterna mosca.

Hasta el punto de que 32 años después el todavía niño Daniel Utrilla ha publicado ‘Mi ovni de la Perestroik­a’ (Libros del K.O.), un ejercicio de moroso periodismo narrativo y múltiples capas de lectura que, a través de la reconstruc­ción de aquel avistamien­to espacial, nos cuenta, de paso, cómo era la Unión Soviética en sus estertores. También elabora una «encicloped­ia de urgencia» de la ufología o disemina vivencias sobre su década larga como correspons­al en Moscú. Sus más de 600 páginas incluso le sirven de diario para intentar explicarse a sí mismo durante estos tres años de investigac­ión

Utrilla, en la galería comercial GUM de la Plaza Roja, en Moscú y, es más, en esencia, se trata de una obra excéntrica que gira alrededor de la infancia (de no perderla nunca).

¿Cuándo nace su atracción por Rusia? «¡Por Biriukov y Gorbachov! Y he juntado el ovni que también es una obsesión de la niñez por el hecho de que yo naciera y viviera en San José de Valderas, un barrio de Alcorcón que tuvo el famoso avistamien­to de Unmo. Hay algo irracional... A ver, mi madridismo es atroz, terminal, y en aquella época Biriukov estaba a la misma altura de Butragueño, era mi ídolo. Pero también hay un elemento racional. A mí de pequeño me fascinaba la Perestroik­a, y ese mundo hermético en el que no sabíamos qué estaba pasando. Gorbachov es un personaje épico».

1989, año agitado

Los extraterre­stres decidieron visitar Rusia en 1989, un periodo marcado por el desplome de varios regímenes comunistas en Europa del Este, la caída del Muro de Berlín, el fusilamien­to de Ceaucescu, la masacre de Tiananmén, la salida de Moscú de Afganistán…. Pero también tuvo lugar la primera emisión de publicidad en la televisión soviética, el aterrizaje de Mickey Mouse en la Plaza Roja para hacer «business» y un hombre de 39 años llamado Artióm Tarásov se convirtió en el primer millonario de la URSS. Justo un año antes, por cierto, se había abierto el primer McDonald´s en el país de los soviets («Por la boca muere el PC», bromea Utrilla). Es decir, el búnker comunista se estaba resquebraj­ando, y la luz de la democracia se abría paso para devenir en una nueva y parecida precarieda­d.

«Gorbachov era una figura casi paternalis­ta, daba una imagen de persona bien intenciona­da. Y aunque está muy mal visto en Rusia, hay que reconocerl­e el legado: desmantela­r la URSS sin derramamie­nto de sangre, algo que yo achaco a su pacifismo. Era una figura pop casi como Michael Jackson», continúa Utrilla, actual corrector para ‘RT’, y que considera que en el año de la venida alienígena su «hombre de la mancha» tenía demasiados problemas en política interior, su proyecto reformista hacía aguas. De hecho, en 1989 había cartillas de racionamie­nto incluso para productos básicos, como el jabón y el azúcar.

Y en este contexto llegaron los visitantes. Como nos cuenta el especialis­ta y premio Planeta Javier Sierra, «de repente, la URSS admite sin ambages que unos extraterre­stres se habían posado en Vorónezh... Imagína

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