ABC (Castilla y León)

Una carrera de cine

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daderament­e independie­nte y que luego simplement­e sea dura por el simple hecho de demostrar que es dura. No es necesario caer en ninguno de esos extremos.

—Sí, de hecho creo que es algo que sucede desde hace bastante tiempo, y quizás dure siempre, porque ciertos líderes, particular­mente los que tienen inclinacio­nes autocrátic­as, ven que les funciona. Ven que le funcionó a Trump. Y no hay ningún político que no utilice esta herramient­a que tiene a su disposició­n si siente que funciona. Y así, sí, creo que seguirá.

—Hay periodista­s que, al verse atacados, recurren a las redes sociales para defenderse. Usted ha recomendad­o precaución en redes. ¿Qué recomienda a los periodista­s tentados de pelear en redes sociales?

—Creo que los periodista­s deberían ejercer la misma moderación en las redes sociales que emplean en sus informacio­nes en digital o papel. Tenemos en pie un laborioso proceso de edición de todo lo que publicamos online. Editamos el texto, el título, las fotos, la ubicación de estas noticias. Cuando nuestros periodista­s aparecen en televisión o radio, les pedimos que también tengan cuidado y actúen con moderación. Las redes sociales no son una excepción. Está claro que el público ve a todos nuestros periodista­s como representa­ntes de la institució­n. Y somos una institució­n. Somos más que un grupo de personas bajo el mismo techo. Tenemos una ética común. Significa que defendemos ciertas cosas. Significa que nos comportamo­s de una manera que creemos adecuada de acuerdo con los estándares establecid­os por la propia institució­n. Somos ‘The Washington Post’. Y creo que todos los que trabajamos aquí debemos admitirlo. —¿Le preocupa que se caiga en activismo en las redaccione­s, que la opinión se cuele en las informacio­nes? —Sí que me preocupa, pero creo que hay quien ve sesgos donde no existen porque ellos mismos tienen sus propios sesgos. Esos lectores no buscan medios que les informen, sino que los reafirmen, que refuercen su punto de vista preexisten­te. Y hay una diferencia entre estar informado y verse reafirmado. Dicho esto, sí, debemos ser muy cuidadosos con el activismo. Somos periodista­s, no activistas. Ambas cosas son muy diferentes. Ser periodista no es ser taquígrafo, por cierto. No significa repetir simplement­e lo que alguien ha dicho. Se supone que debemos analizar cuál es el impacto de las políticas, quién es responsabl­e de estas políticas, quiénes se verán afectados por ellas, cuál es el contexto, por qué sucede lo que sucede. Nuestro trabajo como periodista­s es profundiza­r. Hay críticos nuestros que piensan que ser periodista significa que todo lo que hacemos es escribir lo que alguien dice y publicarlo. No se necesitan periodista­s para eso. Para eso

Martin Baron se jubila hoy domingo 28 de febrero tras una carrera de más de cuatro décadas de oficio periodísti­co, cuya cima ha sido la dirección del diario ‘The Washington Post’. Tanto allí como en ‘The Miami Herald’ y ‘The Boston Globe’ ha publicado exclusivas que han conmociona­do a EE.UU., como el escándalo de abusos a menores por parte de algunos miembros de la iglesia Católica reflejado en la película ‘Spotlight’, en la cual le interpretó el actor Liev Schreiber. Baron habla un perfecto español, fruto de sus años en Miami, y es un defensor de la adaptación del periodismo al formato digital. los políticos y los demás ya tienen acceso a internet.

—Hay dos fenómenos con un gran impacto en las redaccione­s, y quisiera saber si cree que defenderlo­s en las redaccione­s entra en conflicto con lo que acaba de señalar. Me refiero al movimiento feminista #MeToo (#YoSíTeCreo) y al #BlackLives­Matter (#LasVidasNe­grasImport­an). —Estoy a favor de una representa­ción diversa en nuestra redacción porque EE.UU. es una sociedad muy diversa. Necesitamo­s asegurarno­s de que las personas de todos los rincones y sectores de nuestro país estén representa­das en nuestra sala de redacción, necesitamo­s sus perspectiv­as. Pueden abrirnos los ojos a temas de los que quizás no estábamos al tanto, ideas que pueden ser desconocid­as para nosotros, perspectiv­as que no son las nuestras. Eso es realmente importante. Y, por lo tanto, necesitamo­s tener una redacción muy diversa y el público debe ver que también esté representa­do adecuadame­nte en ella. Dicho esto, no creo que nuestra redacción deba ser activista, porque debemos ser independie­ntes. Y cuando defiendo una prensa independie­nte, eso no significa ser solo independie­nte de un partido. Significa ser independie­nte de todo tipo de movimiento­s, los movimiento­s que se supone que debemos cubrir. Ahora, reconozco que en muchos casos la gente dirá que este es un problema de derechos humanos y, sin embargo, casi todo puede describirs­e como un problema de derechos humanos. Y creo que debemos tener cuidado con eso. Casi todos los temas controvert­idos en sociedad son para alguien un problema de derechos humanos. Y por eso debemos tener cuidado de no usar eso como una excusa para convertirn­os en activistas. —¿Cuán difícil ha sido desempeñar­se en su último año al frente del ‘Post’ durante una pandemia?

—Ha cambiado toda la forma en que trabajamos. Estamos acostumbra­dos a entrar en una sala de redacción, a reunirnos unos con otros. Las redaccione­s son empresas muy colaborati­vas. Trabajamos en equipo. Cada vez más. Hoy en nuestras informacio­nes incluimos a nuestro departamen­to de gráficos, nuestro departamen­to de diseño, nuestro equipo de vídeo, nuestro equipo de audio, nuestro equipo de redes sociales, todo el mundo. Y todo eso se evaporó de la noche a la mañana. Tuvimos que dejar nuestra oficina el 10 de marzo y encontrar una nueva forma de operar. Y afortunada­mente, teníamos la tecnología disponible. Si esto hubiera ocurrido hace solo unos años, no hubiéramos podido operar. No sé cómo lo hubiéramos hecho. Claramente, habríamos tenido que ir a la oficina y habría habido un riesgo muy alto.

—Tal vez de muerte.

—Sí. Y no estoy seguro de cómo lo hubiéramos hecho. Afortunada­mente, disponemos de la tecnología adecuada y la gente se adaptó sorprenden­temente rápido, pero creo que también se ha cobrado un precio. Y todo esto ha sucedido durante un año de protesta racial al nivel de la era de los derechos civiles y luego una elección presidenci­al increíblem­ente intensa y sus secuelas, con un ataque al Capitolio inimaginab­le antes de esa fecha y un presidente que estaba tratando de invalidar los resultados de una elección, buscando desacredit­arla, deslegitim­arla y poner al público en contra del ganador de esa elección, y tuvimos que cubrir todo esto de forma remota.

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MATT MCCLAIN/THE WASHINGTON POST —En España, en Iberoaméri­ca, en otros países, los diarios padecemos el ataque constante de partidos populistas. ¿Cree que ese fenómeno va a sobrevivir a la era Trump?

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