Capital europea de la violencia antisistema
▶Secesionistas y anarquistas han cronificado los disturbios, que son alentados por políticos
Cataluña, pero sobre todo Barcelona, es estas semanas, y también desde hace un par de años, epicentro de la violencia antisistema en Europa. Cada cierto tiempo las calles de la Ciudad Condal son escenario de importantes algaradas protagonizadas por una mezcolanza única de grupos antisistema de distinto origen –anarquistas, del movimiento okupa, pero también del independentismo violento–, que ha derivado, o puede derivar, en una cronificación de este tipo de violencia. En otras capitales también surgen estallidos más o menos graves –está el caso de los ‘chalecos amarillos’ en Francia, y en ese y otros países también surgen de vez en cuando protestas violentas– pero su origen es diverso y no se mezcla un factor como el independentismo, potencialmente incendiario.
Desde principios de la década pasada, informes policiales alertaban de la importancia del movimiento anarquista europeo en Barcelona, hasta el punto de haberse convertido en una especie de ‘laboratorio’ en el que estos grupos ensayaron distintas estrategias. Incluso se detectó la presencia en la Ciudad Condal de líderes de otros países –italianos, franceses y griegos– para impartir cursillos. Además, el movimiento okupa era un perfecto caldo de cultivo. Un dato: el 60 por ciento de las denuncias por okupación en toda España se producen en Cataluña, cuando su peso demográfico es del entorno del 20 por ciento.
«Hace unos quince años ya encontrábamos manuales guerrilleros en las casas okupas, las casas ‘profesionales’. Ahí hacían talleres de okupación y también de disturbios, de algaradas... Esos panfletos corrían de mano en mano. Luego se han ido profesionalizando y aprovechando la tecnología», explica un mosso a ABC.
Sin embargo, y pese a la relevancia de ese movimiento, el salto cualitativo que ha provocado una ‘institucionalización’ de la violencia ha sido la irrupción del independentismo violento. El referéndum ilegal del 1-O, revestido entonces por un ‘halo de pacifismo’, les sirvió para engrasar sus estructuras organizativas –de ahí surgieron por ejemplo los famosos CDR, primero como Comités de Defensa del Referéndum y en la segunda fase ya Comités de Defensa de la República–, que demostraron todo su potencial en los gravísimos disturbios posteriores a la sentencia del ‘procés’ dictada por el Tribunal Supremo en octubre de 2019.
Lo más interesante –y peligroso, por supuesto–, es que los grupos violentos de una y otra procedencia forman ya un extraño magma en el que empieza a ser difícil distinguir dónde empieza y acaba cada uno. En las algaradas ocurridas tras la sentencia, un auténtico «estallido de furia sin precedentes» en palabras de los expertos consultados por ABC, la voz cantante la llevaron los grupos secesionistas –los ya citados CDR, Tsunami Democràtic, Arran...–, pero los antisistema ‘puros’ también se hicieron notar... En los disturbios de la pasada semana tras el encarcelamiento del rapero delincuente Pablo Hasel fueron estos últimos quienes se hicieron más visibles, si bien no se puede olvidar que entre los convocantes de las movilizaciones estaba también Arran; es decir, los cachorros de la CUP, e igualmente las redes sociales de los CDR alentaban las convocatorias. También es muy significativo que ahora hayan sido atacadas dependencias de los Mossos, como la comisaría de Vic.
Entre ambos acontecimientos los disturbios han sido una constante en Barcelona por cualquier excusa, entre las que tampoco faltaron las protestas por el estado de alarma consecuencia del Covid-19, o en las últimas elecciones los ataques a los seguidores Vox en los actos que celebraron en las calles de todas las ciudades de la geografía catalana, incluidas las más ‘indepes’.
El último elemento de este batiburrillo son los delincuentes, «la gente del lumpen, incluidos menas o vulgares ‘chorizos’ sin ideología definida pero que se aprovechan del caos y la masa para cometer delitos de forma impune», según fuentes policiales consultadas por ABC. Incluidos todos los colectivos, las fuentes estiman que unos 300 o 400 individuos forman ese colectivo radical.
Discurso cómplice
Esta mezcolanza de violentos, cada ver mejor organizada, manejada por gente con experiencia y que manipula a gente cada vez más joven, cuenta además con el discurso cómplice de algunos políticos que la alimenta y reafirma. Ada Colau, por ejemplo, hoy alcaldesa de Barcelona y antes activista de la Plataforma Antidesahucios, ha coqueteado abiertamente con el movimiento okupa y cedido gratuitamente locales para sus
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