El Papa Francisco visita Irak, su viaje más arriesgado y ambicioso
▶Vuela este viernes a Oriente Próximo para rescatar a los cristianos y sellar un pacto con los musulmanes chiíes
En medio de una pandemia que apenas permite vuelos internacionales, el Papa Francisco viajará este viernes a un país azotado por flecos de terrorismo para levantar los ánimos de los cristianos de Oriente Próximo y sellar una alianza con los musulmanes chiíes similar a la establecida en 2019 con los suníes mediante la firma del Documento de ‘Fraternidad Humana’ en Abu Dabi.
El Papa que ha hecho el primer viaje a la península arábiga, será el primero en visitar Ur de Caldea, la tierra natal de Abraham, padre de las tres grandes religiones monoteístas, hace casi cuatro mil años. El encuentro de judíos, cristianos y musulmanes ante el antiguo Zigurat de Ur subrayará los lazos que unen a las tres religiones, llamadas a promover la espiritualidad y la paz.
Francisco desea fervientemente reunirse con los cristianos del norte del país en Mosul y Qaraqosh, escenario de las peores matanzas durante la tiranía de Daesh en la llanura de Nínive, así como los de Erbil, que dieron ejemplo de acogida a sus hermanos refugiados.
Restricciones por el Covid
Aunque la pandemia limita la participación en los encuentros –bastante reducidos, excepto la misa para unos diez mil fieles en el estadio de Erbil– la mera presencia del Papa en esas tierras martirizadas es una bocanada de oxígeno para los cristianos de todo Oriente Próximo.
Este viaje recuerda el primero de los realizados por Francisco, que tuvo como destino la isla de Lampedusa precisamente para visitar a refugiados que se habían jugado la vida en las aguas del Mediterráneo buscando un futuro para sus hijos.
Pero tiene un segundo objetivo, de gran importancia para la convivencia entre países y religiones. Si Francisco centrará la jornada del viernes en su encuentro con las autoridades en Bagdad, la del sábado tiene un destino muy especial: la ciudad de Najaf, uno de los lugares más santos del islam, para reunirse con el gran ayatolá Ali al-Sistani, uno de los principales líderes de los chiíes en todo el mundo.
El nonagenario Al-Sistani es, en la práctica, la persona más relevante de Irak y uno de los pilares de su reconstrucción. No hace discursos, pero el gesto de recibir a Francisco a un paso de la mezquita del imán Alí es un poderoso mensaje de trabajo en común por el bien de la paz.
Que Al-Sistani reciba al Papa mejora la seguridad de los cristianos de Irak y países limítrofes. Por desgracia, persiste la incertidumbre del encuentro, pues tanto su portavoz en Najaf como el nuncio en Irak, Mitja Leskovar, que viajó a la ciudad santa hace pocos días, dieron positivo en el test de Covid ayer por la tarde.
El Papa ha sido vacunado, pero tiene ya 84 años y sufre de una ciática agravada a finales de año hasta el punto de impedirle participar en ceremonias importantes y obligarle a aplazar dos semanas su discurso al cuerpo diplomático.
Pero está decidido a hacer este viaje
Encuentro con el gran ayatolá Ali al-Sistani, uno de los principales líderes de los chiíes en todo el mundo.
Encuentro con los cristianos del norte del país en Qaraqosh, escenario de las peores matanzas durante la tiranía de Daesh en la llanura de Nínive. aunque tuviese que ir en silla de ruedas pues, además del rescate de los cristianos y de promover la fraternidad con los chiíes, le mueve el deseo de cumplir el sueño de san Juan Pablo II, que no pudo comenzar en Ur de Caldea sus peregrinaciones a los lugares de la historia de la salvación durante el Gran Jubileo del Año 2000.
Doble atentado
Por eso no han frenado sus planes ni el doble atentado del 21 de enero que causó la muerte a 32 personas en Bagdad, ni el ataque con cohetes a una base de la coalición contigua al aeropuerto de Erbil el pasado 15 de febrero. Hace tres semanas, en un encuentro con periodistas de la agencia católica norteamericana CNS, Francisco reiteraba: «realizaré ese viaje, cualesquiera que sean los peligros, porque soy el pastor de gente que está sufriendo».
Es el mismo espíritu que le llevó en 2015 a visitar la República Centroafricana contra la opinión de las autoridades francesas y de muchas cancillerías pues el Gobierno de Bangui solo controlaba los edificios ministeriales en un país sin Ejército ni Policía, repleto de guerrillas. Durante el vuelo de ida, el comandante del avión de Alitalia mencionó el peligro, pero Francisco le cortó en seco: «Si no quieren aterrizar en Bangui, ¡denme un paracaídas!».
Empeño «Realizaré este viaje, cualesquiera que sean los peligros, porque soy el pastor de gente que está sufriendo»
Momentos claves