«Los pacientes pueden sentirse tranquilos y seguros»
Tiene a su cargo a 230 residentes de medicina (la mayoría), enfermería, psicología y farmacia como jefa de estudios de Formación Especializada del Área de Valladolid Oeste. En 2020 llegaron 66 y para este año, a partir del verano, se esperan otros 86. Rosa Ibán no oculta que estos sanitarios «lo han pasado mal, pero están trabajando al máximo». Relata cómo desde marzo hasta junio se anularon las rotaciones y después todos esperaban que volviese la normalidad, pero no ha sido así. La segunda y la tercera ola han hecho que las consultas sigan con pocos pacientes presenciales y que la actividad quirúrgica se haya reducido.
El resultado es que la formación se ha visto seriamente afectada porque, aunque hay cursos que se hacen on line, los talleres tienen que ser presenciales y eso ahora no es posible. «Siempre se aprende, sobre todo en el área médica», señala Rosa Ibán, pero el problema está en el conocimiento de las patologías y, sobre todo, en lo relacionado con la actividad quirúrgica que, en el caso de quienes en mayo acaben la residencia, tienen muy difícil recuperar. Insiste en que a pesar de que pueda haber alguna laguna en la formación de los médicos especialistas, «al acabar se les evalúa para comprobar que tienen los mínimos exigibles», por lo que no duda de que «los pacientes pueden sentirse tranquilos y seguros; son médicos y saben formarse». Reconoce que, como el conjunto de médicos, los futuros especialistas «están agotados por la sobrecarga de trabajo y porque parece que esto no se acaba nunca».
Llega al hospital con el objetivo de formarse como cirujano y, sin embargo, encuentra que los quirófanos se han convertido en unidades de críticos y no se opera; espera en el servicio de urgencias, como futuro pediatra, a que entren niños pero, afortunadamente, este año casi no aparecen porque las medidas frente al Covid han evitado otras infecciones respiratorias; hace consultas telefónicas en un centro de salud sin posibilidad de ver a los pacientes a los que, casi siempre, hay que tratar por teléfono. Son tres situaciones —hay muchas más—, con las que se enfrentan los médicos y enfermeras
Empezó la especialidad de Pediatría en octubre de 2020 en el Clínico de Salamanca, de forma que ha comenzado su formación en plena pandemia. Mario Mosquera es, además, uno de los jóvenes médicos que con el título aún caliente bajo el brazo ya empezó a trabajar en marzo, contratado por Sacyl, para apoyar en el Hospital de los Montalvos y en la residencia de estudiantes que se convirtió en «Arca de Noé» para acoger a cuarentenados. Después llegaron los primeros tres meses en las urgencias de pediatría, donde ya pudo comprobar que la realidad de entonces distaba mucho de la de un año normal, tanto en el tipo de actividad como por los pacientes. Ni bronquiolitis ni catarros, lo habitual en los más pequeños que cada invierno llenan los servicios de urgencias y las plantas pediátricas. Esta vez, no.
El Covid ha desplazado al resto de infecciones y las medidas higiénicas han funcionado, así que los más pequeños casi no enferman. Sin apenas menores a los que ver en la consulta y niños ingresados «perdemos todo el manejo en estas patologías, algo que suplimos a base de estudio». Prueba de ello es que las 18 habitaciones habitua