ABC (Castilla y León)

Clásicos cerrados por el virus

Negocios veteranos, bien acogidos por la clientela, han tenido que decir adiós por la bajada en las ventas o el precio de los alquileres en un año marcado por la pandemia

- A. FERRERAS/R. ÁLVAREZ/M. ANTOLÍN ZAMORA/LEÓN/VALLADOLID

an sido muchos años detrás del mostrador del comercio, tras la barra o atendiendo mesas. Mucho el cariño recibido por los clientes y una buena acogida en sus ciudades que les ha permitido décadas de andadura y momentos muy felices. Pero una pandemia mundial sin precedente­s se ha cruzado en su camino y ha hecho que negocios clásicos de Castilla y León hayan tenido que echar el cierre como consecuenc­ia de la caída en las ventas, el precio de los alquileres y las restriccio­nes impuestas para luchar contra un virus que no respeta tampoco la veteranía comercial.

Hace apenas un año, Vaquero, un emblemátic­o establecim­iento de droguería y perfumería de Zamora que remonta sus inicios a mediados del siglo XX, estaba de estreno. Sus planes de expansión basados en un servicio de cercanía al consumidor se consumaban al inaugurar su tercera tienda en la ciudad. Lo hacía contra viento y marea, librando el último pulso contra la competenci­a que suponían las grandes cadenas del sector y el comercio a través de Internet. Pero las ventas con motivo de los regalos navideños no fueron buenas y lo que le esperaba en los meses siguientes era aún peor.

Poco podían imaginar sus trabajador­es que unos meses después, en el verano del aciago 2020, un negocio fundado en 1949 se vería obligado a dar el cerrojazo definitivo al último de sus establecim­ientos, el situado en un lugar tan privilegia­do como lo es para la actividad comercial la calle Santa Clara en Zamora.

H71 años de historia

El Covid-19 dio la estocada de muerte a un negocio con 71 años de historia y acabó con la lucha de dos generacion­es. Isidro Vaquero construyó de la nada un pequeño imperio de la laca, los perfumes y las pinturas y su hija, Begoña Vaquero, se vio obligada a bajar por última vez la trapa de la única tienda que había sobrevivid­o. Su despedida el pasado mes de agosto fue con honor, dando las gracias a los zamoranos por haberles acompañado durante ese tiempo, pero también con un tremendo dolor por convertirs­e en una víctima más de la pandemia.

Desde 1993, la cafetería Musicarte, muy próxima a la Plaza Mayor de Salamanca, había sobrevivid­o en la capital charra. Un negocio familiar en el que no sólo trabajaban cuatro miembros, sino otras tres personas más. El Covid redujo a la mínima expresión el turismo en la ciudad y con ello arrastró al cierre del local, también restaurant­e. «Solo un 30 por ciento de nuestra clientela era local», recuerda Raúl Carabias, uno de los propietari­os. Un préstamo ICO les ayudó, pero «sirvió para pagar

En la primera imagen, Marisol Puertas, en la galería de arte Colomo de Valladolid. En el centro, los hermanos Mario y Raúl Carabias en las puertas de su bar Musicarte de Salamanca. A la izquierda, un local cerrado de Droguerías Vaquero en Zamora.

el alquiler, el IBI... Intentamos aguantar el verano, pero finalmente cerramos el 31 de enero». «Antes de arruinarno­s y dejar a deber a la gente, tomamos esa decisión», explica. Los clientes les han mostrado su «cariño y apoyo», sobre todo a través de las redes sociales, porque «tenía buena acogida». «Hemos vivido bien y dado trabajo a gente», relata al mirar atrás. Ahora sus planes son resurgir de las cenizas, pero mantenerse en la hostelería. «Llevamos toda la vida en esto, no sabemos hacer otra cosa». Y «quizá» seguir con el mismo nombre en algún lugar de la periferia «con espacios libres y más amplios, que es lo que se demanda ahora».

Hay quien, después de muchos años

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