Tentativa de homicidio

Mucho se ha hablado sobre la salvaje agresión a la Guardia Urbana de Barcelona el pasado fin de semana, calificando el hecho de muy distinta manera. Así, se le ha denominado desde gamberrada hasta terrorismo callejero, pasando por atentado a agente de la autoridad o disturbios de orden público. Pues bien, por mi parte no hay ninguna duda: se trata simple y llanamente de una tentativa de homicidio (asesinato) a la vista de cómo queda constatado por las imágenes televisivas, en las que se ve a su autor cómo antes de proceder a incendiar la furgoneta policial mira y comprueba que su conductor se encuentra en el interior.

Lo que es sorprendente e inadmisible en un Estado de Derecho es que este individuo todavía no haya sido detenido y entregado a la autoridad para su ingreso inmediato en prisión. Por otra parte, es a todas luces deplorable que algún grupo político todavía trate de justificar este tipo de acciones, ante las que, de modo alguno, cabe tibieza o medias tintas, sino una condena firme y contundente. Así las cosas, y con un gobierno de la Generalitat en funciones, solo cabe esperar que una vez constituido se establezca la normalidad política y social en esta comunidad. A la vista de las declaraciones de los candidatos a esta investidura

–elegidos, no lo olvidemos, por los ciudadanos–, que hoy lamentan tan execrables hechos, dudo de que la solución sea tan satisfactoria y adecuada como todos esperamos.

Guerrilla urbana en el centro de Barcelona