ABC (Castilla y León)

De la ola de ovaciones al mar en calma del Juli

‘¡Vivas!’ a España y Ayuso en la vuelta de la Fiesta a Madrid, con un lema: ‘La tauromaqui­a es cultura, no política’

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Un oleaje de ovaciones sacudió los cimientos de Las Ventas, la plaza que enmudeció en octubre de 2019 y que ayer recuperaba la palabra. La emoción se desbocó como las mulillas en el paseíllo. La gente en pie, con un nudo en las gargantas, desgañitad­as luego con sus ‘¡vivas!’ a España. Sonaba el Himno Nacional mientras Paco, con su gorrilla calada, se llevaba la mano al pecho: «Yo ya estoy vacunado», decía con los ojos nublados de lágrimas. Lloró ayer la afición de Madrid, que recuperaba la libertad de ir a los toros. Más de lo que dura una canción de Sabina, quinientas noches después, la Monumental abría sus puertas, con la toma de temperatur­a a todos los espectador­es, que accedieron por tramos horarios según su localidad.

Manuel, de 47 años, sonreía de nuevo al frente de su puesto de gominolas en la explanada: «Soy la tercera generación y es mi modo de ganarme el pan». Lo más vendido: las pipas, esas que nadie comía cuando salía una alimaña de Victorino. Había mascarilla­s de la A coronada y de una gama variada de divisas. Si antes era el abanico el complement­o estrella, ahora lo es el obligado tapabocas. Silvia, de goyesca grana y azabache, se bordó una para la ocasión: «Tenía ganas de volver después de tanto tiempo».

Como volvieron la Infanta Elena y su hija, Victoria Federica, en preferente de chiqueros. Y en la puerta de toriles se arremolina­ron los apoderados de las figuras tras ver cómo asomaba el doble moquero verde en el turno de Ponce. «No se puede volver de la pandemia con un inválido», señaló el abonado Alfonso Ibarra. Claro que si ‘Triguero’ tenía poca fuerza, su hermano ‘Triguero II’ se sostenía menos que un castillo de naipes y trajo la guasa al bajo del 3: «Tiene más peligro el flotador de cocodrilo que usaba con su novia en la playa», espetó una señora sobre el balconcill­o de las cámaras. Y otra vez apareció el pañuelo color Vox.

Claro que el partido que más jaleó el público fue el azul: «¡Viva Ayuso!», se oyó en repetidas ocasiones, aunque extrañó su ausencia. «¿Dónde está mi presidenta? Yo la voto», se escuchó en

Luis Figo, a su llegada al coso

Jaime Ostos y Ortega Cano

un tendido de sol y sombra. Estalló entonces otra ola de aplausos que contrastó con el mar en calma del Juli. Qué manera de deletrear el toreo a compás con un «superclase», como definiría el propio matador al de Garcigrand­e. De dulce anduvo con ‘Picante’ hasta arrancar las dos orejas. Figo disfrutó de lo lindo en un burladero con el torero de Neptuno. «En los toros, ni hay colores políticos ni futbolísti­cos», expresó un abonado con más querencia al Real Madrid que la Cibeles. «Aquí solo nos sobra Pablo (Iglesias). Si él no nos quiere, nosotros a él tampoco», añadió.

Dos trofeos había obtenido también Diego Ventura con el buen toro inaugural de Capea, al que cuajó la lección perfecta a caballo. El brindis no dejó indiferent­e: «No entiendo de política, en realidad no entiendo de nada, pero quiero dar las gracias a Ayuso por el valor que ha tenido. Los toros son del pueblo y quiero dedicar esta faena a todas las víctimas».

Una pancarta en memoria de todos los caídos por el Covid se extendió en el sol. Y en el 7 se exigía la recuperaci­ón de Madrid como plaza de temporada. «Este no será el único festejo», subrayó el empresario Rafael García Garrido, cuya intención es anunciar más. El de ayer, con un aforo del 25 por ciento, disparó la reventa: los precios triplicaba­n al original. «Oiga, que yo también tengo que comer», le soltó un viejo conocido del arte de revender a uno que se quejaba del desorbitad­o dinero.

Unos metros más adelante, Luis Miguel, el ‘amo del desguace’, buscaba su entrada «feliz de poder disfrutar» de una de sus pasiones. ¿Su torero? «Yo voy con todos». Adolfo Suárez no perdía detalle con el huracán de embestidas del serio toro de Victoriano del Río para Manzanares. Como Ricardo Gallardo cuando apareció su fuenteymbr­o para un Perera que trajo largos ‘¡vivas!’ a Extremadur­a. Y varios, también, al Rey.

Brindis al cielo

Con el reloj en el umbral de las nueve, Ureña brindó al cielo de Madrid. Iban ya ocho toros por aquellos sobreros y la gente se impacienta­ba: «¿Puede torear el novillero tras el toque de queda?», preguntó un aficionado del 1. «Que nos dejen votar el día 5», reclamó otro con guasa. Las notas de ‘la Puerta de Alcalá’ volaron después en este 2 de mayo de tantas emociones dormidas desde 2019. Una pancarta en el 4 brindó la última reflexión: «La tauromaqui­a es cultura, no política».

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La Infanta Elena, con sus hijos y Miguel Abellán
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