TODO IRÁ BIEN
El día que naciste las campanas de la iglesia estaban sonando
SOMOS la primera generación que viviremos peor que nuestros padres, le escucho decir a un chaval espachurrado en la terraza del Ritz de Madrid. Luego a Juan, que tiene 5 meses, hay que cambiarle los pañales y no hay cambiador en el baño del ‘hall’ y una camarera nos pone inmediatamente una habitación para que podamos proceder tranquilos. La esposa de mi amigo no se acaba de creer que yo pueda hacerlo solo pero aquí el tío Sostres es el que más pañales ha cambiado en España. Yo, el fascista, machista hijodeputa, soy en realidad el padre que se sabe de memoria el horario de todos los parques de atracciones, la trampilla para colarse en la piscina de los delfines y estar a solas con ellos, el que más mocos inspiró de la nariz de su hija con su boca –la mía–, cuando aún no sabía sonarse y no siempre teníamos a mano el aparatito. Soy el que más toallitas Dodot ha gastado limpiándole lo que no se nombra, y más cremita le ha puesto, y aunque he perdido la práctica, porque ya Maria tiene 9 años, limpiar a un niño es mucho más fácil porque todo lo tenemos para fuera y sin pliegues donde el mal pueda emboscarse.
Mientras le ajusto el pañal le pregunto a Juanito si de verdad piensa que le va a ir mal, o si cree que yo a los 5 meses estaba en el Ritz con un célebre columnista de ABC limpiándome lo mío. Se troncha y me mira, y mientras mami recoge los enseres, le tomo en brazos y es como si volara. Llevamos toda la mañana juntos y no te he oído llorar. Hemos comido con los Aznar al lado y ni se han enterado.
No, Juan, tú no vas a vivir peor que nosotros. Ésta es la era del iPhone y las vacunas, de la velocidad, de la inteligencia basada en el negocio de cada cosa. Vas a vivir mucho mejor que tus padres porque te vamos a educar mostrándote la alegría y la luz de lo que merece la pena, y también la disciplina que vas a necesitar para conseguirlo. El talento es imprescindible pero sólo la disciplina da forma a lo que haces y a lo que eres.
Ninguna otra era recibió a su Juan tan brillante, exigente y pletórica. No se cabe en la terraza del Ritz. Y por supuesto en mi Barcelona, bares que quizá fueron mejores que éste, han cerrado y la gente vaga sin rumbo cierto. Forma parte de la emoción de nuestro tiempo que sea imposible que los incapaces no fracasen. Claro que a ellos les irá mal, pero no porque el mundo no sea propicio sino porque no prestan atención, llevan muchos años tomando decisiones equivocadas y además no trabajan. Les falta disciplina, la disciplina emocional de no votar contra sus intereses, la disciplina intelectual de no confundir sus delirios con la realidad, la disciplina política de entender que no dispones ni de la fuerza ni de las ganas para derrotar a un Estado que por supuesto tiene todos los medios a su alcance, y todos son legítimos, para defender su integridad.
Pero tú, Juan, preocúpate sólo de afilar tu talento, de elegir bien lo que quieres hacer y de dejarte la vida en ello. De defenderte la libertad y la alegría se ocuparon ayer tus padres votando a la presidenta. Has llegado en el momento más extraordinario. El día que naciste las campanas de la iglesia estaban sonando.
EN ocasiones, sin que acaben de entenderse del todo las razones del fenómeno, algunos dirigentes superan la condición de políticos para convertirse en una suerte de ‘rock stars’, que concitan una atención singular del público. Le ocurre a Boris en Inglaterra y en cierto modo le ha sucedido a Isabel Díaz Ayuso en Madrid, como se podía constatar con la colección de selfies y aplausos que recolectaba cada vez que se pateaba una calle (o no digamos la terraza de un bar). La presidenta madrileña y el veterano zorro que tunea su estrategia (MAR) tuvieron el ojo de confrontar directamente con Sánchez, lo que colocó a Ayuso en el centro del debate político nacional, con el consiguiente plus de popularidad (ya saben: que hablen de uno aunque sea mal). Por su parte, el mitificado Iván Redondo y Sánchez cometieron el error inverso: entrar al capote y enfrentarse a ella desde el Gobierno, incluso con saña persecutoria, convirtiéndola así en un referente e irritando a los madrileños.
El segundo motivo del notable triunfo de Ayuso es pura aritmética: el desplome de Ciudadanos, un partido llamado a extinguirse tras tres lustros de lecciones altivas y cero gestión real. A diferencia de Cataluña, donde Cs había crecido a expensas del PSC, en Madrid lo había hecho a costa del PP. Así que los populares han fagocitado su desplome. El sanchismo lo tendrá mucho más difícil a partir de ahora, con solo dos marcas a su derecha.
El tercer factor del triunfo de Ayuso radica en su claridad ideológica para plantarse sin ambages ni aprensiones contra el pretendido consenso progresista, lo cual le ha permitido pescar también en los caladeros de Vox. Amén de una desenvoltura liberal salpicada de cierto sentido del humor, atributo poco frecuente en la taciturna política española y que se agradece. Por último, se ha presentado como campeona de la libertad, en un momento en que la sociedad está saturada de la apisonadora de derechos que ha sido el Covid, y se ha sacado de la manga un peculiar ‘madrileñismo’, una Tabernia de tolerancia, optimismo y birra (que no es nacionalista, pues es leal a España y abierto a todos). El PSOE paga también la crisis económica, por supuesto: hay muchas familias que lo está pasando fatal, aunque los medios y tertulianos oficialistas lo soslayen.
Subtítulo notable de la jornada: Iglesias hace mutis por el Foro (nunca mejor dicho). El agitador de alma autoritaria que llegó a vicepresidente es el farolillo rojo en la Asamblea y ya enfila su nueva carrera de figurón televisivo. Excelente noticia para España. Podemos se desinfla y acabará moviéndose en los votos que solía sumar Anguita con el comunismo camp.
Casado, que tras el mal resultado del PP en el País Vasco y Cataluña comenzaba a ser cuestionado como un cabeza de cartel capaz de derrotar a Sánchez, es el gran beneficiado de la colección de carambolas que abrió la fallida operación monclovita con Cs. La política es siempre impredecible. El sanchismo ya presenta el primer boquete en una coraza que parecía blindada.
¿Su éxito? La implosión de Cs, la confrontación con Sánchez y su remango liberal