Este domingo de sol y ABC, noto una tranquilidad que llega tras una travesía demasiado agitada
HOMERO nos enseñó que lo más importante del viaje es el regreso, aunque el suyo fue casi más agitado que la guerra deTroya, pero siento hoy una sensación de grata y familiar comodidad, al saber que no estamos en campaña electoral, y que desde el granito en la mejilla adolescente hasta el oncogén tomado a tiempo, todo sigue su curso, y la gente se enamora y se enfada, pero sin ese atosigamiento al que nos han sometido los políticos, periodistas y otras gentes igual de sospechosas, sin esa tentación de dividir el mundo en negros y blancos, cuando, desde siempre, los que poblamos el mundo hemos sido grises de diferente tonalidad.
Suelo repetir de vez en cuando, para alejarme de las falsas urgencias del día a día, que si le preguntas a cualquier amigo quién había de ministro de Cultura o de Interior, el día que se casó o la jornada en la que tuvo su primer hijo, no lo sabrá, a no ser que sea el mismísimo ministro.
Queremos vivir en democracia, porque no deseamos que nos digan cuántos hijos debemos tener, o en qué sector trabajar, o que los amigos sólo puedan ser de esta o aquella manera de pensar. En realidad, deseamos que se respete el derecho a ser felices o desgraciados por nuestra elección, o nuestras equivocaciones y aciertos, no porque un tonto contemporáneo crea que tiene la ruta para llevarnos al paraíso terrenal.
En Ítaca las cosas nunca fueron fáciles, porque Penélope estaba sometida a la presión que le provocaba tejer y destejer el manto cada día. Puede que sea menos peligroso que escapar de Polifemo, pero cada cual lleva su carga, y es posible que sólo quien nos acompaña en la aventura de la vida sea capaz de esperarnos y alargar las jornadas y resistir las tentaciones de tantas ausencias, algunas de ellas perfectamente prescindibles, aunque no lo confesemos.
Kavafis nos dejó dicho que era bueno alargar el regreso, pero en este domingo de sol y ABC, sabiendo que hay una tregua en los insultos, y hemos dejado de ser fascistas por quedar con un amigo en un bar a tomar una cerveza, noto esa tranquilidad inexplicable, esa tranquilidad de la arribada, que llega después de una travesía demasiado agitada.