Lamentan que los objetivos de recorte de emisiones son escasos para evitar la crisis
España aprueba la ley climática entre quejas de los ecologistas ▶
Por primera vez España tiene una ley de cambio climático. El Congreso de los Diputados aprobó ayer definitivamente la norma por la que el país dejará de emitir gases de efecto invernadero en menos de tres décadas. Para ello dirá adiós a la venta de coches diésel y gasolina en 2040, modificará el sistema eléctrico para que sea 100% renovable y prohibirá la explotación de hidrocarburos, entre otras medidas. Esta norma, poco a poco, cambiará la forma de vivir y de producir de España.
La Ley de Cambio Climático fue aprobada con el apoyo de la mayoría de los grupos políticos, la abstención del PP y de Más País-Verdes Equo y el rechazo de Vox. «Es una ley que el país necesitaba y que se había postergado demasiado tiempo», aseguró en el Pleno la vicepresidenta cuarta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Curiosamente, han sido asociaciones ecologistas como Greenpeace y Ecologistas en Acción y partidos como Más País-Verdes Equo quienes más críticos se han mostrado con el proyecto. Es una ley necesaria y positiva, reconocen, pero que se ha quedado demasiado corta en su objetivo de reducción de emisiones.
La meta aprobada ayer conduce a que España sea climáticamente neutra en 2050. Entre medias, para 2030, deberá haber recortado al menos un 23% sus gases de efecto invernadero respecto a 1990. Pero las organizaciones ecologistas reclamaban que ese objetivo intermedio fuera superior al 55%. PSOE y Podemos intentaron aplacar las críticas con una enmienda que obliga a revisar los objetivos al alza en 2023. Pero no ha sido suficiente.
Poco ambiciosa
«Esta ley nace sobrepasada, cansada y va demasiado despacio», valoró ayer la diputada de Más País-Verdes Equo, Inés Sabanés, quien recordó que Alemania acaba de aprobar un recorte del
65% de sus emisiones para 2030. «Corremos el serio riesgo de quedarnos, otra vez, en el vagón de cola de Europa», advirtió. Es prácticamente el mismo argumento que plantean desde organizaciones ecologistas como Greenpeace. «Esta ley es un punto de partida mucho menos ambicioso del que necesitamos, por eso hay que seguir trabajando», dijo Alicia Cantero, responsable de la Unidad Política de Greenpeace. No se trata exclusivamente de las emisiones. Para la organización, la prohibición de los coches contaminantes debería fijarse en 2028, por ejemplo, y reclama una profunda reforma fiscal que apenas apuntala el texto legislativo.
Más tajantes se mostraron desde Ecologistas en Acción, que asegura que la ley «falla de nuevo» en atender las indicaciones científicas. «Se queda muy lejos incluso de lo que el mismo Gobierno ha aprobado en las instituciones europeas [el 55%]. Este es un aspecto clave que, por sí solo, hace que la ley nazca obsoleta», aseguraron. Aunque creen que hay puntos positivos (como la prohibición de la minería de uranio, de las prospecciones de combustibles fósiles o el cálculo de la huella de carbono en el sector financiero, así como el objetivo 100% renovable en el sistema eléctrico en 2050), también opinan que la ley se ha debilitado durante su tramitación. Interpretan que se ha dejado la puerta abierta al uso del gas en todo el transporte y que no se aborda el incremento de los viajes en avión, entre otras cuestiones.
Con todo, algunos cambios llegarán pronto. En tres años, todas las ciudades de más de 50.000 habitantes deberán tener zonas de bajas emisiones como Madrid Central. En 21 meses, todas las grandes gasolineras deberán tener puntos de recarga para el coche eléctrico. Y desde hoy no habrá nuevos beneficios fiscales a productos energéticos de origen fósil.
Inés Sabanés «Corremos el serio riesgo de quedarnos, otra vez, en el vagón de cola de Europa»