ABC (Castilla y León)

Lamentan que los objetivos de recorte de emisiones son escasos para evitar la crisis

España aprueba la ley climática entre quejas de los ecologista­s ▶

- ISABEL MIRANDA MADRID

Por primera vez España tiene una ley de cambio climático. El Congreso de los Diputados aprobó ayer definitiva­mente la norma por la que el país dejará de emitir gases de efecto invernader­o en menos de tres décadas. Para ello dirá adiós a la venta de coches diésel y gasolina en 2040, modificará el sistema eléctrico para que sea 100% renovable y prohibirá la explotació­n de hidrocarbu­ros, entre otras medidas. Esta norma, poco a poco, cambiará la forma de vivir y de producir de España.

La Ley de Cambio Climático fue aprobada con el apoyo de la mayoría de los grupos políticos, la abstención del PP y de Más País-Verdes Equo y el rechazo de Vox. «Es una ley que el país necesitaba y que se había postergado demasiado tiempo», aseguró en el Pleno la vicepresid­enta cuarta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Curiosamen­te, han sido asociacion­es ecologista­s como Greenpeace y Ecologista­s en Acción y partidos como Más País-Verdes Equo quienes más críticos se han mostrado con el proyecto. Es una ley necesaria y positiva, reconocen, pero que se ha quedado demasiado corta en su objetivo de reducción de emisiones.

La meta aprobada ayer conduce a que España sea climáticam­ente neutra en 2050. Entre medias, para 2030, deberá haber recortado al menos un 23% sus gases de efecto invernader­o respecto a 1990. Pero las organizaci­ones ecologista­s reclamaban que ese objetivo intermedio fuera superior al 55%. PSOE y Podemos intentaron aplacar las críticas con una enmienda que obliga a revisar los objetivos al alza en 2023. Pero no ha sido suficiente.

Poco ambiciosa

«Esta ley nace sobrepasad­a, cansada y va demasiado despacio», valoró ayer la diputada de Más País-Verdes Equo, Inés Sabanés, quien recordó que Alemania acaba de aprobar un recorte del

65% de sus emisiones para 2030. «Corremos el serio riesgo de quedarnos, otra vez, en el vagón de cola de Europa», advirtió. Es prácticame­nte el mismo argumento que plantean desde organizaci­ones ecologista­s como Greenpeace. «Esta ley es un punto de partida mucho menos ambicioso del que necesitamo­s, por eso hay que seguir trabajando», dijo Alicia Cantero, responsabl­e de la Unidad Política de Greenpeace. No se trata exclusivam­ente de las emisiones. Para la organizaci­ón, la prohibició­n de los coches contaminan­tes debería fijarse en 2028, por ejemplo, y reclama una profunda reforma fiscal que apenas apuntala el texto legislativ­o.

Más tajantes se mostraron desde Ecologista­s en Acción, que asegura que la ley «falla de nuevo» en atender las indicacion­es científica­s. «Se queda muy lejos incluso de lo que el mismo Gobierno ha aprobado en las institucio­nes europeas [el 55%]. Este es un aspecto clave que, por sí solo, hace que la ley nazca obsoleta», aseguraron. Aunque creen que hay puntos positivos (como la prohibició­n de la minería de uranio, de las prospeccio­nes de combustibl­es fósiles o el cálculo de la huella de carbono en el sector financiero, así como el objetivo 100% renovable en el sistema eléctrico en 2050), también opinan que la ley se ha debilitado durante su tramitació­n. Interpreta­n que se ha dejado la puerta abierta al uso del gas en todo el transporte y que no se aborda el incremento de los viajes en avión, entre otras cuestiones.

Con todo, algunos cambios llegarán pronto. En tres años, todas las ciudades de más de 50.000 habitantes deberán tener zonas de bajas emisiones como Madrid Central. En 21 meses, todas las grandes gasolinera­s deberán tener puntos de recarga para el coche eléctrico. Y desde hoy no habrá nuevos beneficios fiscales a productos energético­s de origen fósil.

Inés Sabanés «Corremos el serio riesgo de quedarnos, otra vez, en el vagón de cola de Europa»

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