ABC (Castilla y León)

El planeta de los zombis del director Zack Snyder

La película, con Dave Bautista, se estrena hoy en cines y la próxima semana en Netflix

- FEDERICO MARÍN BELLÓN LUCÍA M. CABANELAS

l florecient­e cine vasco nos deja esta obra oscura y hermosa, de una poesía tenebrosa, sobre una persona sin terminar y a la vez sin final, una niña condenada a la vida eterna desde los primeros instantes de la película, cuando recibe un beso mortal que ella cree salvador de labios de Itziar Ituño (’La casa de papel’).

El segundo largo de Igor Legarreta (‘Cuando dejes de quererme’), también conocido por el guion de ‘Autómata’, destaca por su fotografía, por sus intencione­s y aún más por el debut de la jovencísim­a Haizea Carneros, cuya mirada parece capaz de suplir cualquier carencia.

El espectador recibe pocas referencia­s explícitas, en una historia atípica de entreguerr­as, entre las carlistas y la civil, nada menos. La fábula funciona dentro de su parquedad, eficaz a la hora de sembrar la inquietud en el espectador, que la niña traslada con asombrosa naturalida­d. La vieja receta de sugerir y no mostrar se revela infalible, aunque algún espectador se sentirá poco acompañado en el reverso de esta virtud, capaz también de sembrar el desconcier­to.

Legarreta demuestra una coherencia extrema en su propuesta, con un estilo propio que a ratos parece una combinació­n brillante de Armendáriz y Villaronga, con el lazo expresioni­sta de Tourneur y el miedo a la luz de ‘Los otros’. No son malas referencia­s. Dentro del género, si se puede enmarcar en alguno, recuerda en detalles a la serie francesa ‘Les revenants’, con reminiscen­cias de ‘El bosque de lobo’, vieja película en la que José Luis López Vázquez hacía de ‘lobisome’.

En definitiva, ‘Todas las lunas’ es algo único y a la vez evoca grandes títulos, sin copiarlos y sin quedar señalada por las comparacio­nes. Y si lo de esta película son vampiros, no repite el ajo.

Ei fue capaz de enfrentar a Batman contra Superman o de pasar por encima de Joss Whedon para eclipsar la ‘Liga de la justicia’ con su propio montaje de la película, podía hacer que los zombis corrieran, que tuvieran más reflejos que un portero de fútbol y hasta que se parecieran más a Hulk que a un podrido cadáver andante. En sus manos, lo que podría haber sido la más terrible pesadilla se convierte en una misión tan disparatad­a como entrañable, con máquinas tragaperra­s, influencia­s a Wagner y guiños a ‘El planeta de los simios’ incluidas.

Zack Snyder, tan excesivo como virtuoso de su estilo, vuelve a pervertir las reglas de George A. Romero en ‘Ejército de los muertos’, su segunda inmersión en el género después de su debut en el cine con el ‘remake’ de ‘Amanecer de los muertos’, hace diecisiete años. «Siempre he sido fanático de las películas de Romero, por sus comentario­s sociales y su innovador uso del horror como forma de mostrarnos ante un espejo como sociedad», explica el director, fiel al paradigma de que en estas películas «el monstruo somos nosotros, solo que sin nuestra humanidad».

Y, en este sentido, en la cinta de Netflix, que se estrena hoy en salas y

Sla semana que viene estará disponible en la plataforma, hay tanta acción como trocitos de sí mismo. Imposible no ver en la redención del personaje de Dave Bautista, gran y «vulnerable» protagonis­ta, algo de Snyder, cuya hija se suicidó en 2017; más allá del maquillaje, de los muertos vivientes alfa y el tigre zombi, lo verdaderam­ente importante de la cinta, para el realizador, es «el amor del padre a una hija». Toda una declaració­n de intencione­s.

«Regresé a mis inicios para hacer una especie de viaje catártico. Me gusta pensar en ello como si fuera una especie de círculo mitológico», explica a ABC el cineasta, que también opera como director de cámara para retomar «una de esas ideas que tenía y no iba a desaparece­r». «Si viene alguien y dice que si querría hacerla me pagarían la película...», justifica.

A pesar de la ligereza del argumento, en el que un grupo de mercenario­s asalta la ciudad de los casinos, infestada de zombis, para cometer el robo del siglo, hay cierta profundida­d en el filme, con claras analogías con los refugiados, muro mediante, y hasta el coronaviru­s. No faltan las pirotecnia­s habituales del barroco cineasta, que imprime tanto gore como secuencias cómicas en este millonario homenaje a las películas de serie B. «Si no puedes divertirte haciendo una película (...) es que estás fingiendo», proclama. El cineasta, más de que sobre que de quedarse escaso, recupera la cámara lenta en algunas escenas e imita, a modo de lisérgica presentaci­ón en la zona cero de Las Vegas, los créditos con los que en ‘Watchmen’ alumbró una de las mejores intros del cine.

Algo más que músculo

Dave Bautista, líder de esta cruzada contra los zombis, coincide con el director en su afán de reinventar­se y no interpreta­r siempre al «musculoso grandullón exluchador profesiona­l», porque no quiere ser «un héroe de acción invencible, sino el héroe de acción con el que la gente pueda identifica­rse y sentir empatía». «Hay matices políticos y cosas que debatir, como la diversidad del elenco (...) pero espero que, al final, sirva para que la gente se entretenga y, durante dos horas, borre su incredulid­ad, se relaje y se divierta un poco», explica. Lo dice quien interpretó a Drax el Destructor en ‘Guardianes de la galaxia’, alivio cómico de una de las cintas más afables de Marvel. «Ahora busco cualquier tipo de papel que permita que la gente me vea como algo impredecib­le», asegura Bautista, capaz de conferir tanta brutalidad como sensibilid­ad a alguna de sus escenas. Y ahí radica la esencia de la delirante ‘Ejército de los muertos’, la excusa de Zack Snyder para explorar «cómo funcionan los tropos del género y hasta dónde se pueden doblar antes de romperse».

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Itziar Ituño, mujer de larga vida

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