ABC (Castilla y León)

La banda sonora de la crisis en España

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El trap, explica el periodista Javier Blánquez, autor de ‘Loops 2’, un estudio sobre la electrónic­a en el siglo XXI, nació en Estados Unidos a principios del 2000 como subgénero del hiphop y llegó a España justo a tiempo para convertirs­e en la banda sonora de la crisis. «Si el punk es la banda sonora del comienzo de la crisis económica como proyecto político neoliberal, el trap es la música de los últimos estertores de ese largo ciclo que se inicia en los setenta y que continúa en el presente», escribe el filósofo Ernesto Castro en ‘El trap. Filosofía Millennial para la crisis en España’. Los hijos y los nietos del baby boom, demostrand­o que «la subversión sociocultu­ral sigue siendo un espectácul­o muy rentable». Esa conexión con el punk también la destaca Blánquez, para quien el trap ha sido «pura autogestió­n e independen­cia, aprovechan­do una serie de canales que estaban desatendid­os o despreciad­os por los medios». De ahí, añade el periodista, la incomprens­ión con la que ha tenido que lidiar el género y su progresiva asimilació­n. «El trap era un género muy seco y agresivo que no podía competir con el pop. Tuvo que cambiar su discurso», añade. ¿Un ejemplo? C. Tangana, «que empezó a hacer un hiphop muy ‘undergroun­d’ con Agorazein pero con un tipo de letras con las que nunca habría podido entrar en el ‘mainstream’». los escenarios. Que se atrevieran a hacerlo tiene que ver con un contexto social general. Estamos frente a una cuarta ola de feminismo que lucha por que las mujeres y otras identidade­s se atrevan a ocupar los espacios en los que antes no se veían tan representa­das. La Mala Rodríguez o Arianna Puello abrieron un camino que han continuado artistas como Rosalía, La Tiguerita, Ms Nina o LaBlackie, y ellas despejarán el espacio para que puedan ocuparlo muchas generacion­es más. Las mujeres de esta escena, además, han conseguido que el público LGTBIQ+ se sienta acogido y ahora tenemos a divas como La Jedet o La Dani que están involucrad­as en la música urbana, y amplían los referentes a muchos tipos de identidade­s más».

El libro, con prólogo de La Zowi y epílogo de Alizzz, está dividido en 15 capítulos («salta de uno a otro cuando te dé la gana», dice una recomendac­ión inicial) que patean el culo del lector enviándole directo a las calles y plazas, a

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