La diplomacia marroquí en Washington noquea a Sánchez
▶ Rabat acaba de fichar a un bufete de lobistas en EE.UU. para redoblar sus esfuerzos y mejorar posiciones
de las autoridades españolas y también presiona a Marruecos para que controle sus fronteras con la misma fuerza con la que controla la entrada de clandestinos en las que tiene con España. Por esa razón ha sido tan delicado traer a la península a los que Marruecos dejó llegar a Canarias desde los puertos en el Sahara Occidental.
Marruecos tampoco ha logrado doblegar la posición europea sobre el tema del Sahara Occidental y se ha encontrado que países como Alemania han reaccionado de forma muy contundente a sus intentos de hacer creer que el reconocimiento que pronunció la Administración de Donald Trump sobre sus pretensiones en el Sahara Occidental era una política generalizada. Marruecos ha tenido por ello un encontronazo con el Gobierno alemán, lo que tampoco es ajeno al hecho de que las instituciones comunitarias hayan enviado un mensaje tan contundente y claro a Marruecos.
La Comisión quiere aprovechar también esta provocación de Marruecos como una prueba de que es necesaria una política común de inmigración y no veintisiete enfoques como hasta ahora. El desorden y la confrontación entre países cuando Bruselas intentó repartir a los refugiados como gesto de solidaridad interna acabó muy mal, con varios países virtualmente desconectados de los principios europeos y en manos de gobiernos nacional-populistas como sucede en Polonia, Hungría o Eslovaquia.
Si hay algo que Marruecos no ha perdido en los últimos años es tiempo. Durante los tumultuosos tiempos de la Administración de Donald Trump, el reino alauí se lanzó a mejorar las relaciones con Washington tras años de estancamiento diplomático, con una intensa pero muy discreta actividad diplomática y de lobby. Tan buenos han sido los resultados –en especial la sorprendente decisión de la Casa Blanca de reconocer el año pasado la soberanía marroquí sobre el Sahara occidental– que Rabat acaba de fichar a un reconocido bufete de lobistas en la capital de Estados Unidos para redoblar sus esfuerzos y seguir mejorando posiciones, aun con Joe Biden en el poder. La gran víctima de esa pericia diplomática ha sido el Gobierno de coalición de España, a quien las puertas en Washington no se le acaban de abrir del todo.
La llamada que el martes hizo el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, a su homólogo marroquí, Nasser Bourita, fue todo un regalo al producirse justo cuando el Ejército español se desplegaba en la frontera de Ceuta por el asalto controlado y permitido desde el Ejecutivo de Rabat. Más cuando el comunicado oficial posterior incluía literalmente las palabras: «Reconocemos la importancia de la sólida relación bilateral y el papel clave de Marruecos en el fomento de la estabilidad en la región». Pero hay más: ya hablaron Blinken y Bourita el pasado 30 de abril. En esa llamada, según fuentes conocedoras de las conversaciones informadas debidamente en el Capitolio, Washington comunicó a Rabat que Biden no tiene intención de repudiar el reconocimiento trumpista de la soberanía marroquí en el Sahara.
Una sola llamada
La última –y única– llamada de Blinken a su contraparte española, Arancha González Laya, fue el 16 de febrero. Antes de la llegada del equipo de Biden, el de Trump no creyó necesario informar al Gobierno español de su decisión con respecto al Sahara Occidental, que fue protectorado español hasta 1975. La frialdad de Trump para con Sánchez y su equipo se ha mantenido ahora, después de que Biden haya tomado el relevo. Desde su llegada al Despacho Oval, el actual presidente no se ha tomado el tiempo de contactar con su contraparte española, a pesar de la presencia de soldados estadounidenses en la dos bases compartidas.
No quiere decir esto que haya ganas de desplante, y según explican diplomáticos estadounidenses que prefieren el anonimato para hablar con franqueza, puede que Biden simplemente tenga asuntos más importantes que resolver antes que tener que hablar con Sánchez, a quien se presume socio estable. También es cierto que tan malas eran las relaciones de la anterior Administración estadounidense con este Gobierno español que cualquier gesto, por mínimo que fuera, sería un triunfo visto desde Madrid. Sin embargo, ni siquiera ese pequeño gesto se ha producido.
Esto, sin embargo, devalúa la posición de España como mediadora de la Unión Europea en algunos asuntos clave, entre ellos el del Sahara Occidental, donde según el grueso de la comunidad internacional debería haber un referendo, un planteamiento con el que Estados Unidos ha roto bajo Trump. Otros países, como Cuba e Irán, se han ido al extremo opuesto y ya han reconocido a la república independiente saharaui que reclama autonomía con respecto a Marruecos.
Ayuda económica
Se suma esta pérdida de relevancia bajo Sánchez a la renuncia a mediar en una crisis de tanto calado como la venezolana, con los 5,5 millones de exiliados y la pobreza galopante que ha devastado un país tan rico en recursos naturales. Ahora Biden estudia sus próximas decisiones con respecto a Venezuela –se acerca probablemente un levantamiento parcial de sanciones– pero no escucha las opiniones de España al respecto, algo impensable bajo los gobiernos socialistas anteriores, tanto de Felipe González
El presidente de EE.UU., Joe Biden
como de José Luis Rodríguez Zapatero.
Además de un claro respaldo diplomático justo en el momento que le echa un pulso migratorio a España y a la Unión Europeo, Marruecos ha logrado de EE.UU. una nada desdeñable ayuda económica. Según estima la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés) desde hace 20 años Marruecos ha recibido ayudas norteamericanas por monto de más de 2.500 millones de dólares. Lo que es más llamativo, tras los éxitos logrados por la vía diplomática en meses recientes, la Corona alauí ha fichado a un bufete de lobistas, Clout Public Affairs, con el que ha firmado un contrato de representación el 1 de abril de 2021. Es una hábil jugada.
El reconocimiento de Donald Trump a la soberanía sobre el Sahara pilló al Capitolio y a los medios desprevenidos, y desató una ráfaga de críticas por romper el consenso internacional. Ahora la Corona alauí tiene a su disposición todo un lobby para ablandar a estos últimos, con la misión expresa según el contrato de «destacar asuntos de interés conjunto entre Estados Unidos y Marruecos».
Relaciones La Administración Trump no informó a España de su posición respecto a la soberanía del Sahara Occidental