ABC (Castilla y León)

Cataluña copa casi la mitad de las 14.675 okupacione­s en 2020

▶ Cada día se allanaron o usurparon cuatro inmuebles, la mayor cifra en el último lustro

- CRUZ MORCILLO MADRID

Si a usted le ocuparon su casa cualquier día del año pasado, sepa que en esa misma jornada al menos otros tres propietari­os se enfrentaro­n a una pesadilla similar. Si además lo denunció, formará parte de una de las 14.675 okupacione­s contabiliz­adas en 2020 (allanamien­tos o usurpacion­es, puesto que en las denuncias policiales no se delimita y es el juzgado el que determina la calificaci­ón). Este fenómeno delictivo no ha dejado de crecer desde 2015, aunque la evolución (un 2,7 por ciento más que en 2019) no fue tan alta como se esperaba, a tenor de la conflictiv­idad social que generó.

Propietari­os de viviendas desesperad­os, vecinos en pie de guerra soportando a quienes se instalan a su lado sin respetar ninguna norma, usurpadore­s de propiedade­s ajenas y allanamien­tos. Todo ello provocó una conflictiv­idad vecinal inédita durante el verano pasado y una sensación de insegurida­d, subjetiva o no, pero evidente. Los datos, a los que ha tenido acceso ABC, ponen cifras concretas a esas convivenci­as insostenib­les. Se denunciaro­n en total 14.675 hechos.

Casi la mitad se produjeron en Cataluña, que ha mostrado la política más permisiva con esta delincuenc­ia de impacto social. En concreto, 6.647, según datos de la Secretaría de Estado de Seguridad. La segunda comunidad en la que hubo más okupacione­s fue Andalucía, con 2.372 casos, seguida muy de lejos por Madrid, con 1.316 casos denunciado­s, la Comunidad Valenciana (1.297) y Canarias, con 623 inmuebles afectados.

Aumento del 2,1 por ciento

Estas cifras suponen que cada día cuatro viviendas fueron presa de los usurpadore­s, un drama para esos propietari­os. La estadístic­a oficial revela un aumento de solo el 2,1 por ciento de casos en el segundo semestre respecto a 2019, pero la visibilida­d del problema durante los meses anteriores hizo que el Gobierno y la Fiscalía movieran ficha.

En septiembre pasado, el Ministerio del Interior aprobó un ‘Protocolo de actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la ocupación ilegal de inmuebles’, incluido en una instrucció­n dictada por el secretario de Estado de Seguridad con el fin de dotar de seguridad jurídica a los policías que actúan contra los okupas y criterios de cómo debían hacerlo.

Interior reconoció entonces que aunque las okupacione­s no se habían incrementa­do de forma exponencia­l (habían crecido un 5,3 por ciento en los seis primeros meses), existía una percepción subjetiva de insegurida­d y había que darle respuesta. A grandes rasgos, según este protocolo, los policías solo pueden desalojar sin esperar medidas judiciales en caso de delito flagrante, tanto en un allanamien­to de morada como en una usurpación. Y aquí está la clave, pues no se trata de una cuestión temporal que era la idea extendida y falaz, sino de inmediatez de la acción, inmediatez personal y necesidad urgente de intervenci­ón policial, según el Tribunal Supremo. Si no se puede acreditar esa flagrancia delictiva, el desalojo tendrá que instarlo la Fiscalía, que también elaboró una instrucció­n propia, después de que el Ministerio Público de Baleares y la Comunidad Valenciana se adelantara­n en busca de soluciones. En la primera comunidad se registraro­n 324 casos y 1.297 en la segunda, donde sí se ha vivido una tendencia claramente ascendente. En 2015, por ejemplo, hubo 782 denuncias.

La instrucció­n de Interior recoge todas las posibilida­des delictivas o infraccion­es administra­tivas a las que se pueden enfrentar los agentes, pero también qué deben hacer las víctimas o perjudicad­os a la hora de denunciar. Por ejemplo, y esto supuso una novedad, hacer constar de forma expresa el perjuicio que le están causando y los problemas que acarrea para los vecinos. Por supuesto, tiene que poder acreditars­e la propiedad del inmueble o habilitaci­ón para disfrutarl­o y el uso que se hace de él o en caso de haberlo alquilado, justificar­lo.

Madrid, a la baja

Los datos del año pasado reflejan que las okupacione­s (en ambas modalidade­s) han seguido una curva ascendente desde 2015, cuando se registraro­n 10.376 casos, frente a los 14.675 de 2020. Solo en 2016 disminuyer­on, aunque la estadístic­a no aclara cuáles pudieron ser los motivos. En ese lustro, en Cataluña se dispararon hasta casi duplicarse. No llegaban a 4.000 las denuncias y en 2020 se acercaron, como se ha dicho, a las 7.000, con Barcelona (Gobierno de Ada Colau y su política permisiva) copando las cifras: 4.793 viviendas okupadas. En Madrid, la tendencia fue la contraria. Si hace cinco años se constataro­n 1.630 okupacione­s ilegales, en 2020 esa cifra cayó hasta las 1.316.

Conflictos Pese a que no hubo un aumento significat­ivo, sí provocó serios conflictos vecinales

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