Joaquín Benito de Lucas (1934-2021)
En la tradición de los poetas profesores Además de su obra lírica, nos deja numerosos estudios sobre poetas españoles
Joaquín Benito de Lucas es uno de los poetas imprescindibles en la historia de la poesía española contemporánea. Publicó su primer libro (’Las tentaciones’) en 1964 y consiguió el Adonais con ‘Materia de olvido’ tres años más tarde. Había nacido en Talavera de la Reina en 1934 y ha muerto en Madrid. Su ciudad natal, el río Tajo y sus vivencias tan varias y enriquecedoras por esos mundos dan alma y vigor a su poesía, justa, medida y culta, con una riqueza conceptual que crea mundos desde el mundo del poeta. Si hemos de creer a Heidegger, esa definición de la poesía como «instauración del ser con la palabra» que aplica a Hölderlin podría atribuirse a Benito de Lucas.
Filólogo, profesor desde muy joven en la Universidad Libre de Berlín, tras años en Siria y otros países árabes, regresó a España ejerciendo la docencia en la Universidad Autónoma de Madrid y en la UNED. Pertenecía a esa raza de poetas profesores de la que tanto hemos aprendido tantos.
La obra de Benito de Lucas está jalonada de premios importantes, desde el Miguel Hernández al Rabindranath Tagore, desde el Tiflos al Ricardo Molina, y de libros señeros, entre ellos: ‘Memorial del viento’ (1976), ‘Invitación al viaje’ (1995), ‘Álbum de familia’ (1999), ‘La mirada inocente’ (2003) y ‘La escritura indeleble’ (2008). En 2010 publicó sus poesías completas, ‘La experiencia de la memoria. Poesía 1957-2009’, en dos volúmenes. En 2014 publicó ‘Donde la Luna canta’. Cuando en 1998 es nombrado hijo predilecto de su ciudad natal publica una nueva antología de su obra, ‘La ciudad de las redes azules’.
Además de su obra poética, Benito de Lucas es autor de numerosos estudios de poetas españoles, entre otros los dedicados a Gonzalo
de Berceo, Fernando de Rojas, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado, José Hierro... Y el tan especial dedicado a José García Nieto, tan unido a él, que le encargó, por su enfermedad, intervenir en su nombre en el acto de recepción del premio Cervantes en 1996.
Tengo mucho que agradecer a Joaquín, siempre cercano. Por su elección fui jurado del premio que lleva su nombre y que se convoca desde 1985 en su ciudad, me invitó a participar en el ciclo de poesía que dirigió en la talaverana Galería Cerdán. Libros nuestros han coincidido en editoriales y hemos sido favorecidos con los mismos premios en diversas ocasiones. Pero, sobre todo, Joaquín ha sido un importante y continuo apoyo como vicepresidente, hasta su muerte, de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, fundada en 1871, que tengo el honor de presidir. Un gran poeta, un gran profesor y un gran amigo. Descanse en paz.
PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS ESPAÑOLES