ABC (Castilla y León)

‘El vecino’: el arte del humor absurdo con un superhéroe castizo

Quim Gutiérrez se pone las mallas para encarnar a Titán, protagonis­ta de la comedia costumbris­ta que regresa a Netflix

- LUCÍA M. CABANELAS MADRID

Va vestido de rojo y azul, pero el superhéroe de Quim Gutiérrez hace trizas lo que se conoce como el ‘principio de Peter Parker’. Para su Titán, un tipo gañán, egoísta y que bebe cerveza Águila embutido en unas mallas y un casco «incómodo», ni siquiera un «gran poder conlleva una gran responsabi­lidad». Él es más de ir por su cuenta y usar sus habilidade­s para beneficio propio. Su Javier, elegido Guardián de forma un poco azarosa y con un viaje arquetípic­o que recuerda al de Linterna Verde, no lanza telas de araña pero es, como Spiderman en Nueva York, el ‘chico de al lado’ de un Madrid que aspira a albergar los Juegos Olímpicos en la segunda temporada de ‘El vecino’, una comedia costumbris­ta que se despide en Netflix el viernes y donde ya no está el director Nacho Vigalondo pero sí resiste su humor absurdo.

«Es la manera más española posible de contar una historia de superhéroe­s», comenta a ABC Fran Perea, incorporac­ión estrella de la nueva entrega, donde se interpreta a sí mismo, parodia a su personaje de ‘Los Serrano’ y hasta canta de nuevo ‘Uno más uno son siete’. «Es todo mucho más loco, disparatad­o», concede Clara Lago, que pondrá contra las cuerdas al protagonis­ta de la ficción durante sus ocho episodios. Razón no le falta. Gracia Olayo releva a Almeida en la alcaldía de Madrid, donde a los embajadore­s extranjero­s se les lleva de ‘tour’ en volandas y desaparece­n, por cierta torpeza, algunos de sus elementos más castizos de la ciudad. Los nuevos capítulos son más comedia descabella­da que nunca. «El elemento diferencia­l de esta temporada es que hay muchas líneas argumental­es y todas tienen el humor absurdo como denominado­r común. Es una serie que se ríe de sí misma», asegura Gutiérrez, que deberá encontrar la integridad digna de un héroe debajo del traje de su «quijotesco» personaje.

O no, ya que la tendencia actual presenta una especie de contracult­ura del género, donde la perfección de los míticos Superman, Capitán América y compañía parece caduca en un universo que prefiere a superhéroe­s atípicos como los de ‘The Boys’, ‘Invincible’ (ambas de Amazon Prime Video) o incluso las heroínas de talla grande de ‘Patrulla Trueno’ (Netflix). «Es una moda que responde a la realidad de lo que es el ser humano. Tenemos luces y sombras y aunque lo suyo es fomentar la parte luminosa, también es importante reconocer lo malo. El espectador empatiza más cuando lo que le cuentan es más cercano a la verdad universal que nos toca a todos», comenta Lago, que desmonta eso de que ponerse mallas es tan cómodo como aparenta. «La máscara te la atornillan, cuando te la ponen no te la puedes quitar, pero luego el ‘look’ queda muy potente».

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Quim Gutiérrez da vida a este particular ‘vecino’, un superhéroe muy cañí
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