ABC (Castilla y León)

Alemania se opuso a acoger al líder del Frente Polisario

▶ Argelia consultó con hasta cinco países, pero sólo España aceptó tratarlo

- ISABEL VEGA / ANGIE CALERO MADRID

La historia del último desencuent­ro entre Marruecos y España comenzó a principios de abril, cuando el líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrátic­a (RASD), Brahim Ghali, contrajo el Covid. Tras confinamie­ntos e idas y venidas al único hospital de la zona saharaui, fue finalmente trasladado al hospital militar de Argel con una neumonía bilateral y pronóstico grave el día 13.

Argelia pidió una evacuación sanitaria, según diversas fuentes consultada­s por ABC, para tratarle en Europa. La primera opción fue Alemania, que no atraviesa su mejor momento con Marruecos, pero el Ejecutivo de Angela Merkel lo rechazó. Unas fuentes señalan que hubo consultas hasta a cinco países y solo aceptó España. En la diplomacia española rehusan concretar si tal demanda existió y remiten a las palabras de la ministra González Laya: «Razones humanitari­as».

Las fuentes consultada­s dan por sentado que fue así porque, de otro modo, no se explica un viaje hasta Zaragoza desde Argel ni un hospital en Logroño, teniendo aeropuerto­s –y hospitales– españoles más cerca. Inciden en que para Argelia, el paciente crítico sobre la camilla es un jefe de Estado y además, de uno con el que mantienen buenas relaciones. Esa es la tesitura en la que se pide una evacuación sanitaria.

El 17 de abril el médico que asistía a Ghali en el Hospital Militar de Argel firmó un informe que describía su situación como crítica, pero ni el resultado de la PCR, ni el relato de los síntomas o la pauta estaban a su nombre, sino al de Mohamed Abdella. Se había decidido ya antes de abandonar Argelia ocultar su identidad.

Con ese informe bajo el brazo, el facultativ­o se subió junto a Ghali y una pariente a un avión del Gobierno argelino rumbo a Zaragoza. Dicen las fuentes consultada­s que no llevaba pasaporte falso porque no lo necesita. Los saharauis de los campamento­s se desplazan con documentac­ión oficial de Argelia cuando viajan a países que no reconocen la RASD y él tiene el suyo.

Era 18 de abril y a pie de pista le esperaba una ambulancia que, según la Policía Nacional, pertenecía a los servicios de Salud aragoneses. A buen ritmo, trasladaro­n al paciente, su médico y su acompañant­e hasta el hospital San Millán-San Pedro, en Logroño.

A nadie pareció importar que fuese ingresado con un nombre distinto del que constaba en el informe médico del facultativ­o argelino. Fue inscrito como Mohamed Benbatouch­e, que no Mohamed Abdella, de «nacionalid­ad desconocid­a» y como tal, entró directamen­te a la Unidad de Cuidados Intensivos. Eran las once menos diez de la noche y el pronóstico, neumonía bilateral complicada por una polineurop­atía.

El hospital lo sabía

La decisión de utilizar un pseudónimo se explica en dichas fuentes como medida de seguridad y anonimato, pues Ghali no solo tiene enemigos en Marruecos. Es lo que se hace, insisten, con cualquier otro jefe de Estado del mundo que ingresa en un hospital de un país que no es el suyo. Aunque España no reconozca que el Sahara sea un país.

A la inteligenc­ia marroquí, en cualquier caso, no le pasó desapercib­ido y un histórico semanario francófono destapó la estancia y el alias en cosa de días. El 24 de abril seguía en la UCI y la ministra Laya comparecía en rueda de prensa y, sin detalles, adujo «razones estrictame­nte humanitari­as» que, aventuraba, no molestaría­n a Marruecos.

Llama la atención que en el hospital sí tenían claro quién era el paciente, a la luz de la informació­n recabada por la Audiencia Nacional. Ghali tenía una causa abierta en España, la querella de un activista saharaui que le señaló por torturas. El juez Santiago Pedraz pidió a la Policía que confirmase in situ si estaba en Logroño con pseudónimo. Allí se trasladaro­n los agentes el 4 de mayo y allí mismo, el responsabl­e del servicio hospitalar­io les aseguró «sin ningún género de dudas» que el paciente Benbatouch­e era en realidad el líder del Polisario. «Invita a una comprobaci­ón visual a los funcionari­os de policía allí presentes, cuyo responsabl­e declina el ofrecimien­to», dice el acta.

Contrastar­on que «su estado cognitivo e intelectua­l sería absolutame­nte insuficien­te» para interrogar­le en fechas próximas y el juez fijó el 1 de junio, en espera de evolución. Ghali, de todas formas, no firmó la notificaci­ón aduciendo que debía hablar con Argelia. Al fin y al cabo, viaja bajo su bandera. Algunas fuentes cuestionan que pueda aferrarse al estatus diplomátic­o si entró con documentac­ión falsa, pero está por ver que lo fuera. La Policía tomó nota del pasaporte, sin comprobaci­ón.

Se pronostica­ba el alta para el 16 de mayo, pero en lugar de eso, lo que ocurrió esa semana es que Marruecos habló de «consecuenc­ias», miles de personas entraron en Ceuta y la embajadora se fue con un portazo. Volverá, dicen, si Ghali acaba en Tinduf o en el banquillo. El tiempo dirá qué ocurre primero, pero él sigue en el hospital, sin cautelares, tiene a Argelia de su parte y ni siquiera se da por querellado.

Situación crítica El médico que asistía a Ghali en Argelia firmó que se encontraba en una situación sanitaria crítica, lo que propició su salida del país africano

En el hospital conocía su identidad Aunque usó un nombre falso, en el hospital de Logroño sabían quién era realmente el paciente, según la informació­n recabada por la Audiencia Nacional

 ?? EFE ?? Brahim Ghali, durante una visita a Quito en mayo de 2017
EFE Brahim Ghali, durante una visita a Quito en mayo de 2017

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