ABC (Castilla y León)

José Sacristán «Me tomaría antes un café con Felipe VI que con Torra»

El actor, de 83 años, interpreta actualment­e en Madrid la obra de Delibes ‘Señora de rojo sobre fondo gris’

- JULIO BRAVO MADRID

La rara desnudez de su camerino en el Teatro Bellas Artes, donde solo le vigila un retrato de Fernando Fernán-Gómez que le regalaron hace poco, revela la sobriedad de José Sacristán (Chinchón, 1937). Quizás tenga algo que ver en ello Miguel Delibes, autor de la obra que está representa­ndo actualment­e –‘Señora de rojo sobre fondo gris’–, pero el actor, que nunca ha escondido, y ahora menos, sus ideas y sus pensamient­os, mantiene, dice, el ancla en «aquel niño gordito al que daban harina de almortas porque no había otra cosa», y aun con su condición de leyenda indiscutib­le de nuestro teatro y nuestro cine, asegura que su lugar en el mundo sigue siendo «el teatro Lope de Vega de Chinchón». —Con todo lo que está pasando, ¿qué siente al subirse al escenario?

—Lo primero, una sensación de privilegio. Total y absoluto, y en todos los aspectos. Siento el privilegio de estar ocupado en una aventura de trabajo que es más bien una aventura personal, y al mismo tiempo de ver cómo este proyecto le importa a la gente, que me correspond­e.

—¿Tiene ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ un significad­o diferente para usted en estos momentos?

—No, el significad­o es el mismo. Cuando Pepe Sámano y yo planteamos el punto de vista de la adaptación, pensamos en la posibilida­d de rescatar un relato interior; y yo he ido comproband­o con el paso del tiempo la necesidad de que el público se convierta en interlocut­or, en la persona que sirve de desahogo a esta confesión. Eso sí ha cambiado. —En esta España nuestra tan... particular, ¿nos hacen falta más Delibes? —Siempre han hecho falta Delibes, Cervantes, Machados, Sampedros, Saramagos... Siempre. Yo he conocido tiempos muchísimo peores que estos. Bien es verdad que no pensaba que podía volver a aparecer lo que ahora está asomando las orejas: el cainismo, el guerracivi­lismo... ¡Otra vez! Aquello de fascismo o libertad... Soy el primero en felicitar a la señora Ayuso por su resultado electoral, que es apabullant­e, y cualquiera que le regatee el elogio es un mezquino. Isabel Ayuso es un animal político, eso no hay quien se lo niegue. Pero ni la he votado ni comparto su programa electoral; pocas veces la palabra libertad ha sido utilizada con fines tan poco legítimos, desde mi punto de vista. Y me deja un poco perplejo que ese mensaje haya tenido esa respuesta. —¿Con los años se está volviendo más moderado?

—Siempre he tenido la idea de no menospreci­ar la fuerza del contrario, del adversario, del diferente. Hay que tener lo que yo llamo ‘la lucidez del perdedor’; posiblemen­te la guerra esté perdida, pero hay que salir cada día a librar la batalla de la dignidad con entereza y con alegría, y estar ahí. —¿Se busca ahora más lo que nos diferencia que lo que nos une? —Tuvimos el siniestro fenómeno etarra,

Edad «No pierdo nunca de vista al crío que fui, y procuro no perderle nunca el respeto y la admiración que merece»

siniestro en todos y cada uno de sus aspectos, sin justificac­ión alguna... Ahora, la chapuza del independen­tismo catalán; yo, lo he dicho y lo repito, no los hubiera metido en la cárcel por rebelión, sino por chapuceros, aunque solo sea por respeto a la palabra república. Y estas diferencia­s han hecho, entre otras cosas, que aparezca el fenómeno de Vox: «La patria vasca, la catalana ¡Para patriota yo!» Y a mí no me gusta. Yo estoy hasta los huevos de la unidad de la patria. Ahora, entre eso y las alternativ­as de posibles pronunciam­ientos republican­os actuales, me quedo donde estoy. Antes me tomo un

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