ABC (Castilla y León)

Héroes de luces en un ‘hospital de guerra’

- ANDRÉS AMORÓS MADRID

Segunda actuación, en la Feria, de Andrés Roca Rey: por segunda vez, casi se llena Vistalegre (dentro de lo permitido), con un buen cartel. Soñaron algunos que el mano a mano del pasado miércoles era una especie de reñido final de Liga. El peruano no ganó: arrolló, como aquel Madrid de don Alfredo Di Stéfano. No cae eso simpático a todos.

En un ambiente de gran expectació­n, se guarda un minuto de silencio por el poeta Paco Brines, buen aficionado. Los toros de Victoriano del Río (el tercero, de Cortés), serios, con complicaci­ones y, algunos, las fuerzas justas. Manzanares ha tenido el peor lote. Roca Rey se entrega pero esta vez no logra el esperado triunfo. Brilla la torería clásica de Diego Urdiales, que vive una tarde muy feliz.

Fractura de tibia

Torea Diego con una fractura interna de tibia: un gesto. Recibe al primero con una larga serie de verónicas, plenas de cadencia, cargando la suerte y ganando terreno. El toro empuja, metiendo los riñones. Vuelve a bordarlo en el quite, también por suaves verónicas: ¡olé! ‘Jubilado’ embiste con violencia, Diego acepta el envite en un trasteo emocionant­e pero, de modo inesperado, el toro se raja, se le acaba el depósito de la bravura, impidiendo que la faena se redondee. Todavía logra algunos muletazos clásicos y una gran estocada: petición y saludos. (Hace años, le hubieran obligado a dar una vuelta). El cuarto, sardo, no se entrega en el capote. Banderille­a bien El Víctor. Brinda a los compañeros heridos. Muletea con naturalida­d y gusto a un toro de embestidas desiguales. Resuelve con torería los momentos de apuro. Al final, unos suaves derechazos levantan un clamor. Se vuelca con la espada: la oreja premia una tarde muy completa de Diego Urdiales, que ha estado al nivel de sus grandes actuacione­s en Bilbao.

Recuperado de su lesión en la espalda, Manzanares ha mostrado últimament­e en Madrid su faceta más firme. Miden el castigo al segundo, que flaquea. También lo cuida José María, antes de bajarle la mano en derechazos mandones y estéticos, arrastrand­o el engaño por la arena. Un par de veces, se le queda debajo, a punto de herirlo. Mata en la suerte de recibir a la segunda. El quinto, ‘Soleares’ (una gran reata) también pierde las manos, embiste desigual. Manzanares muletea con suave solemnidad, sin castigarle, pero las caídas del toro deslucen todo y, si no le domina, le pone en apuros: un equilibrio

El matador Pablo Aguado y el novillero Manuel Perera visitaron al banderille­ro Juan José Domínguez, el más grave de los heridos en Vistalegre, en su habitación de planta del hospital madrileño Nuestra Señora del Rosario, donde los tres se recuperan. En la imagen, acompañado­s por Juan José Padilla, el gran héroe de luces. casi imposible. Esta vez sí agarra una buena estocada.

Queda corto de salida el tercero, de Cortés, el único cuatreño, no le deja lucirse con el capote a Roca Rey. Se cae el caballo antes de que llegue el toro, un momento de grave apuro para el picador Sergio Molina. Se duele ‘Descreído’ en banderilla­s y Juan Carlos Tirado hace un quite providenci­al a Viruta (debieron hacerle saludar). Brinda a su compatriot­a Mario Vargas Llosa. Los estatuario­s iniciales son vistosos pero no sirven para ahormar al toro. Sí domina en los derechazos de mano baja a un toro que protesta mugiendo; al natural, apenas pasa. Se mete entre los pitones, con valor seco, y sufre una voltereta. Ha hecho una demostraci­ón de poderío pero la espada queda baja. El sexto, ‘Dalia’ (como el del gran éxito de Manzanares en Las Ventas), abrochado de pitones, también flaquea de salida y no se entrega: decepción del público. Intenta animarlo Roca Rey en un quite por chicuelina­s y tafalleras. Saluda Chacón, en banderilla­s. De rodillas, en el centro, comienza con dos muletazos cambiados, ligados con naturales, que suben la temperatur­a. Domina al toro incierto con muletazos de mano baja; aguanta parones, impávido. Sin gran lucimiento, se la juega de verdad. Al final, logra una serie de derechazos de mando absoluto. El toro no da más de sí: alarga demasiado, sufre un desarme y escucha un aviso. Un espadazo trasero.

Se ha justificad­o Roca Rey por su dominio y su valor pero habrá que esperar para verlo de nuevo arrollando. La tarde ha sido para la clásica torería de Diego Urdiales.

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EFE Diego Urdiales, en un derechazo con empaque y el mentón hundido al sardo cuarto
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