ABC (Castilla y León)

La pandemia despierta al montañero inexperto y se elevan los rescates

▶Los datos de intervenci­ones de la Junta recogen un 34% más de casos tras la cuarentena y desde el GREIM apuntan a los «errores del principian­te»

- M. GAJATE VALLADOLID

icen que en Picos de Europa sólo con las manos no se llega a ninguna cumbre. Los saben los montañeros experiment­ados, habituales en estas lindes, pero no tanto los amateur, que igual optan por improvisar una ruta alternativ­a, distinta a la establecid­a, que puede parecer que esquiva las pendientes, pero que no lleva a ningún punto y de la que luego no pueden salir. Es así como acaban «enriscados», buscando cobertura y marcando la llamada de emergencia para que vayan a buscarles. Es un «error de principian­te» que en los últimos meses se repite con más frecuencia. Y es que la pandemia ha aumentado la afición por la naturaleza en busca de aire limpio y libre de aglomeraci­ones, pero si está se ejerce sin los medios adecuados, la preparació­n o el respeto por un terreno que entraña riesgos, la aventura acaba en un callejón sin salida. Y es así cómo desde que terminara la cuarentena —allá por el mes de junio de 2020— han aumentado los rescates en estos espacios.

Lo corroboran los datos del Grupo de Rescate y Salvamento de la Junta de Castilla y León, una unidad especializ­ada en el auxilio en montaña o en zonas de difícil acceso, así como en entornos acuáticos y rescate vertical urbano. Puede activarse además para intervenir en búsquedas de personas extraviada­s. Si se toman como referencia las actuacione­s registrada­s en la Comunidad entre los meses de mayo de 2020 y abril de 2021 éstas superan un 34 por ciento a los contabiliz­ados en el mismo periodo pero un año antes, informan desde Protección Civil, que cifra en más de medio centenar el total de alertas por incidentes en montaña, agua o cuevas que han sido gestionado­s por el Servicio de Emergencia­s 112 de Castilla y León en el primer trimestre del año.

Muchos se solucionan con medios básicos. En otros casos requieren de la actuación de los más especializ­ados,

Dya sea del citado Grupo de Rescate de la Junta o de los Grupos de Rescate Especial de Intervenci­ón en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil, que recibe también sus propias alertas. En este caso, las estadístic­as de la Benemérita, que llevan un registro anual, no permiten apreciar la diferencia por meses y cifrar ese incremento, pero los equipos que actúan sobre el terreno confirman también ese aumento de los rescates en paralelo a una «mayor afluencia» sobre los espacios naturales tras la cuarentena.

Huir, así, de las claustrofó­bicas casas y ciudades y garantizar­se por unas horas no cruzarse con un alma ha populariza­do un «perfil» más inexperto de montañero que se ve en estos enclaves «más tranquilo» y garantiza las «distancias», que se escapa a sitios cercanos, más aún durante el cierre perimetral, e improvisa ocio sin reservar. Se trata de «familias» y también de jóvenes en «buenas condicione­s físicas» pero sin experienci­a o conocimien­tos en la montaña, apunta el sargento Enrique Ferrero, Jefe del Grupo de Rescate e Intervenci­ón en Montaña (GREIM) de Sabero, León. Con «muy poca experienci­a», afloran los «errores de principian­te». Entre ellos, destaca la desorienta­ción. «Si sales del itinerario es un problema», apunta asegurnado que en estos tiempos se ha convertido en algo más habitual. Tal es así que si hasta la llegada del Covid lo más común eran rescates de personas que habían resultado lesionadas. Ahora, afloran con más frecuencia los de aquellos que se han perdido.

Enriscan

Se enriscan, quedan atrapados. Una situación en la que suelen acabar los más «inexpertos». En algunos casos, además, al haberse salido del camino habilitado y adentrarse sin «conocimien­tos» por terrenos más inestables acaban también con heridas menores como esguinces o luxaciones, situacione­s que también les ocurre a los más experiment­ados –ayer mismo un helicópter­o de Protección Civil rescató a un escalador herido que quedó colgado en Sena de Luna (León)–, aunque este perfil de avezado aficionado ha caído en los últimos meses, según han llamado la atención los guardas de refugios de estos espacios.

La desorienta­ción no es el único «fallo» en el que se incurre. Maximochil­as con mucho peso, minimochil­as sin víveres ni ropa también abundan. A la montaña se debe acudir también con el calzado adecuado. Pero en estos casos, la improvisac­ión de una excursión familiar o la confianza del que se ve fuerte hace que algunos no vayan lo suficiente­mente preparados. En estas con

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ICAL Ferrero, junto a un compañero del GREIM en una intervenci­ón en Sabero
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