Syriza, el partido radical, acusa a los conservadores de explotar la tragedia por razones políticas
dos echaban la culpa a los demás.
Ilias Psinakis, alcalde en aquel momento de Maratón y sus alrededores, incluido Mati, estaba ausente aquella noche. Al parecer, se encontraba en una fiesta en la isla de Mykonos. Tampoco se supo nada de la gobernadora del Ática, Rena Duru, la estrecha colaboradora de Tsipras que había sido elegida en los comicios regionales y locales de 2014 para presidir la Prefectura en la que vive alrededor del 40 por ciento de la población griega.
En su declaración ante la Fiscalía, Duru insistió en que cumplió con su deber y en que la Prefectura no tiene responsabilidad en la tragedia. Pero muchos griegos no estuvieron de acuerdo y, en las elecciones regionales de 2019, sus apoyos bajaron al 19,71 por ciento en la primera votación y al 34,21 por ciento en la segunda vuelta, cuando se enfrentaron las dos listas más votadas. Ganó la del partido de centro-derecha, ahora en el Gobierno.
Rena Duru, el exalcalde Psinakis y otras 18 personas han sido procesadas hasta ahora por tres delitos relacionados con esta catástrofe: negligencia, homicidios involuntarios y lesiones.
Tras más de dos años de investigaciones, el juez de instrucción Marneris ha hallado pruebas que demuestran que hubo funcionarios y otras personas que falsificaron informes y cambiaron fechas y nombres para protegerse a sí mismos o a terceros. El magistrado considera que hay graves indicios de negligencia criminal y encubrimiento de responsabilidades. Por ello, ha presentado, por tercera vez y con nuevas pruebas, una solicitud de 41 páginas para que se actualicen las acusaciones penales. De esta forma, varios procesados acusados de delitos menores pasarían a enfrentarse a delitos mayores, algo que ha rechazado la Fiscalía.
Riesgo de prescripción
Con la investigación del caso terminada, el expediente pasará al consejo judicial competente que decidirá quién será imputado y con qué cargos. Todo ello se hará con cierta prisa para evitar el riesgo de prescripción, algo que sería intolerable para la opinión pública. Porque no solo los damnificados y la sociedad griega reclaman explicaciones y exigen responsabilidades, sino también porque este juicio es una de las prioridades del Gobierno de Kyriakos Mitsotakis. El primer ministro ha proclamado en numerosas ocasiones que la investigación debía llevarse a cabo con seriedad y que las personas responsables de esta catástrofe deberán rendir cuentas de sus acciones, ya que –subrayó– «se lo debemos a la memoria de las víctimas». Por su parte Syriza, el partido radical ahora líder de la oposición, acusa a los conservadores de «explotar la tragedia de Mati para promover su agenda política de mentiras y vilipendios».
Pocos días después del incendio se empezaron a valorar los daños ocasionados y a prometer unas primeras compensaciones a los damnificados.
También se prometió que se rectificaría el plan urbanístico de la zona y, sobre todo, se retirarían los restos de la tragedia: coches, hierros, planchas de uralita, postes de electricidad y los troncos calcinados de los miles de pinos que ardieron.
Se calcula que más de 1.500 edificios –muchos de ellos ilegales– quedaron dañados total o parcialmente. «Eso fue terrible. Todo se retrasaba, y los vecinos, que nos habíamos vuelto a nuestros domicilios habituales, tuvimos que regresar a Mati de nuevo para ver qué podíamos recuperar de nuestras casas», relata Afroditi. Por suerte, ella vivía en un edificio de pisos moderno y pudo salvar algunos objetos de recuerdo. «Si no estabas encima y ocupándote, no te daban nada», comenta Jrístos. Su casa tenía permiso de construcción y todos los papeles en regla, por lo que ya ha recibido la primera parte de su pequeña compensación. Ahora, tras una visita de control, las autoridades le darán el resto en los próximos meses. Pero otros vecinos cuyas propiedades habían sido erigidas ilegalmente no recibirán nada. Allí se han quedado los restos calcinados de sus viviendas porque no tienen recursos para conseguir un permiso de edificación y volver a construirlas.
El incendio de Mati dejó atrás un reguero de casas, comercios, coches y árboles calcinados
Hay familias que no quieren volver nunca más a la zona en la que perdieron a sus padres, hermanos, hijos, nietos o vecinos queridos. Lo han dejado atrás después de toda una vida de sacrificios que dedicaron a poder veranear al borde del mar. Eso sí, todos reconocen que con el cambio de gobierno, tras las elecciones generales en las que Mitsotakis obtuvo mayoría parlamentaria, el proceso se aceleró: se limpió la zona, se agilizaron los trámites y se descubrió también que algunos querían sacar provecho de la situación, aduciendo datos inexactos con la excusa de que los documentos originales se habían quemado.
Los voluntarios
Lo que sí aprendieron los griegos en esta tragedia es que a donde no llegó el Estado sí llegaron los voluntarios. Primero se puso en marcha el Mecanismo Europeo de Protección Civil para hacer frente a los incendios, y una larga serie de países ofrecieron su ayuda material y logística, como España, que envió rápidamente dos hidroaviones para frenar las llamas. Y los griegos se volcaron en ayudar a los supervivientes sobre el terreno trágicamente arrasado. Fue una lección de solidaridad internacional ante un aparato estatal deficiente.