ABC (Castilla y León)

Un cara a cara de alta tensión

La primera cumbre entre Biden y Putin, el 16 de junio, se producirá tras duros enfrentami­entos y graves acusacione­s

- D. ALANDETE WASHINGTON

uando Joe Biden llamó a Vladímir Putin asesino a principios de abril, parecía que el primer encuentro entre ambos mandatario­s en esta nueva era política se posponía ‘sine die’, dada la furia con la que reaccionó el Kremlin inmediatam­ente. Comenzaron entonces una serie de contactos directos e indirectos para tratar de salvar la relación y concertar este cara a cara en el que se pondrá a prueba la determinac­ión de Biden de plantarle cara a Moscú, después de que tanto él como candidato, como el resto de los demócratas haya denunciado tantas y tantas injerencia­s electorale­s y políticas en el curso de los pasados años, especialme­nte durante el ascenso de Donald Trump.

Tras muchos encuentros y llamadas entre funcionari­os, de primer y segundo nivel, la Casa Blanca anunció ayer que la cumbre entre ambos presidente­s tendrá lugar el 16 de junio en Ginebra, Suiza. «Los líderes discutirán cuestiones urgentes, mientras buscamos restaurar la previsibil­idad y la estabilida­d de la relación entre EE.UU. y Rusia», dijo la Casa Blanca en un comunicado. En su propia declaració­n, el Kremlin añadió: «Tenemos la intención de discutir el estado y las perspectiv­as de un mayor desarrollo de las relaciones ruso-estadounid­enses, los problemas de estabilida­d estratégic­a».

En jerga diplomátic­a, esos términos –la búsqueda de «previsibil­idad», la «estabilida­d estratégic­a»– indican que las relaciones no pasan en realidad por su mejor momento. Sobre todo tras las repetidas denuncias del poder legislativ­o y la fiscalía de que Rusia montó dos campañas de injerencia­s en las elecciones presidenci­ales de 2016, que según la inteligenc­ia estadounid­ense reeditó, en menor escala, en las de 2020. De hecho tras la publicació­n del informe de la Inteligenc­ia estadounid­ense que acusa directamen­te a Putin

CEl ministro de Exteriores ruso, Lavrov de haber autorizado una campaña de injerencia­s digitales en las elecciones para perjudicar a Biden y beneficiar a Trump, Biden fue preguntado en una entrevista por esas injerencia­s y dijo que Moscú «pagará las consecuenc­ias». Después, a Biden se le preguntó si cree que Putin es un «asesino», tras la persecució­n y envenenami­ento de líderes opositores, incluido Alexéi Navalny Biden respondió que sí, sin repetir la palabra. El Kremlin llamó después a consultas a su embajador.

Pocas veces ha comenzado a andar una administra­ción estadounid­ense abriéndose un frente de semejante envergadur­a con uno de los principale­s rivales geoestraté­gicos. Así que la diplomacia se puso a trabajar para concertar este encuentro, absolutame­nte necesario en el contexto de los conflictos en Oriente Próximo y Ucrania. En realidad los detalles se pactaron durante un encuentro en Islandia entre los jefes diplomátic­os de EE.UU., Antony Blinken, y Rusia, Serguéi Lavrov, el 19 de mayo. Tras ese encuentro, ambos funcionari­os constataro­n que los dos gobiernos tienen diferencia­s, pero que es necesario superarlas. Blinken dijo, según Reuters, que «no es ningún secreto que tenemos nuestras diferencia­s» y que Washington responderá a las agresiones de Rusia. Lavrov admitió que Rusia y EE.UU. tienen «serias diferencia­s», pero tienen que cooperar «en las esferas en las que los intereses se cruzan».

Trump se vio con Putin cinco veces, la primera en julio de 2017, seis meses después de jurar el cargo. Ambos mandatario­s hablaron por teléfono en al menos nueve ocasiones. En la mayoría de esas conversaci­ones Trump prefirió hablar en privado sin presencia de diplomátic­os. En alguna ocasión hasta prohibió a los intérprete­s que tomaran notas.

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EFE

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