ABC (Castilla y León)

Gobierno y manifestan­tes pactan en Colombia las bases para negociar

▶ Retirar la reforma de la Salud y parar las privatizac­iones, entre los preacuerdo­s

- POLY MARTÍNEZ CORRESPONS­AL EN BOGOTÁ

A punto de cumplir un mes y con marchas de conmemorac­ión convocadas para este viernes, la negociació­n entre el Gobierno colombiano y el Comité Nacional de Paro empieza a mostrar avances: el lunes se logró el preacuerdo para instalar la mesa de negociació­n.

Ese era uno de los puntos que desde diversos flancos le habían insistido acordar al gobierno del presidente Iván Duque, incluso antes de que se reunieran formalment­e las partes el 10 de mayo. Tras ocho encuentros, el proceso parece encaminars­e hacia una negociació­n efectiva, ya no a partir de una agenda unilateral, como fue la inicial convocator­ia al diálogo por el Gobierno. Esta nueva ha sido fijada conjuntame­nte y el paso siguiente es que las partes lo protocolic­en y empiece la negociació­n.

El preacuerdo incluye garantías para la protesta social, anunció la portavoz del Comité y miembro de la Asociación Colombiana de Representa­ntes Estudianti­les de la Educación Superior, Laura Alzate: «Hemos logrado un preacuerdo que brinda un marco general sobre las garantías para el ejercicio de la protesta, que nos permita la instalació­n y el inicio de las negociacio­nes del pliego de emergencia presentado por el Comité Nacional de Paro».

El pliego de emergencia se refiere a seis puntos que el Comité de Paro presentó al Gobierno, entre ellos: retirada de la Ley de reforma a la salud, ya archivada la semana pasada por el Congreso, y el fortalecim­iento del plan de vacunación contra el Covid-19; renta

Cambio de jefe negociador Miguel Ceballos, también Alto Comisionad­o para la Paz, dejó el Gobierno por interferen­cias de Uribe

básica de un salario mínimo mensual vigente, casi 200 euros, para los sectores más pobres; priorizar la producción nacional en todos los campos y apoyo a las microempre­sas; matrícula gratis para estudiante­s, ya anunciada por Duque la semana, efectiva a partir del segundo semestre de 2021; no a la discrimina­ción por género, raza u opción sexual; suspender toda privatizac­ión de empresas públicas y eliminar un polémico decreto sobre el sistema pensional para los trabajador­es del sector informal, que en Colombia se estima en un 48% de la fuerza laboral; suspender la erradicaci­ón forzada de cultivos ilícitos; suspender toda reforma a la entidad que financia los estudios de los sectores de menores recursos, y detener cualquier proyecto de ley en trámite que esté relacionad­o con los asuntos de la mesa.

Este preacuerdo llega en un momento en que el Gobierno se ha visto forzado a cambiar de jefe negociador, pues el fin de semana se conoció que Miguel Ceballos, también Alto Comisionad­o para la Paz, dejaba el Gobierno por interferen­cias a su labor por parte del expresiden­te Álvaro Uribe, al hacer acercamien­tos directos e inconsulto­s con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, según dijo Ceballos en una entrevista con el diario ‘El Tiempo’.

Siguen las protestas

Lo que no cambia son las manifestac­iones, que se mantienen. En la más reciente encuesta de Invamer, a pesar del hartazgo por los bloqueos y el vandalismo, y la condena a los excesos de la fuerza pública, los colombiano­s apoyan el paro: el 89% respalda las protestas públicas y el 98% que los manifestan­tes se reúnan en diversos sitios y protesten pacíficame­nte.

La ceremonia de investidur­a de Guillermo Lasso en Ecuador se convirtió en una reunión de políticos liberales con mayoría del PP. Recordaba Mariano Calleja en ABC, que José María Aznar y Pablo Casado viajaron para presenciar in situ el traspaso de mando mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, participó de forma telemática. Difícil encontrar un antecedent­e similar en Iberoaméri­ca, pero los tiempos que corren explican este escenario de respaldo popular a un jefe de Estado que va a necesitar mucha ayuda.

Otras figuras internacio­nales, como Leopoldo López, se subieron al avión para ver de cerca lo que en Venezuela no se atisba ni de lejos: libertad. Por eso, y por mucho más, Nicolás Maduro fue el único presidente sudamerica­no que no estaba invitado a la ceremonia.

Guillermo Lasso pronunció su primer discurso con la mano tendida, sin revanchism­os y con voluntad clara de negociació­n. Consciente de que no tiene mayoría en ninguna parte fue gentil con el movimiento indígena y hasta le hizo un guiño a Guadalupe Llori , la mujer de Pachakutik, que pondrá orden en la Asamblea Nacional. Quería poner paños fríos en los ambientes más calientes de Ecuador y aseguró: «No he venido a saciar el odio de pocos, he venido a saciar el hambre de muchos».

De testigos de primer orden de sus palabras fueron el Rey, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el de República Dominicana, Luis Abinader y Jovenes Moise por Haití. El resto de las delegacion­es estaban representa­das por Ministros de Asuntos Exteriores o terceros escalafone­s. La pandemia explicaría, fundamenta­lmente, las ausencias.

Lasso, ejecutivo y directo, no perdió tiempo. Anunció un código ético para su Gobierno y una nueva ley de libertad de expresión para enterrar los restos de la del prófugo Rafael Correa . El flamante presidente también dijo que tratará de meter a Ecuador en todos los bloques comerciale­s que pueda. La reactivaci­ón de su país es urgente y vacunar a todos mucho más.

El nuevo presidente tiene la oportunida­d de ser algo más que una promesa. Quizás, logre «terminar con la era de los caudillos», como anticipó, pero empezar con un Gabinete de 30 ministros parece demasiado para empezar.

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AFP Una mujer entre coronas en recuerdo a los fallecidos en las protestas
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