ABC (Castilla y León)

Galán se ofrece a declarar en el caso Villarejo para atajar las «sospechas»

▶ El movimiento de Iberdrola se produce cuando Anticorrup­ción estudia imputacion­es

- ISABEL VEGA/ DANIEL CABALLERO MADRID

Nadie en la patronal, ni en ninguno de los principale­s sindicatos duda de que el sistema de los ERTE es un buen mecanismo para sortear –que no para solucionar–, los problemas que causa la caída de la demanda, inducida a su vez por los confinamie­ntos de la pandemia. Y nadie en el Gobierno pone en cuestión que ha sido la mejor arma para minimizar el coste laboral de una situación que tendía al desastre. Así que todos, más o menos, contentos. ¿Entonces? Pues lo que atasca la cuestión consiste en determinar quién paga el roto que está haciendo en las cuentas públicas. Las personas acogidas al sistema no figuran como parados, lo que disfraza la realidad pero alivia las estadístic­as, pero alguien tiene que soportar las cotizacion­es que correspond­en a su puesto de trabajo.

Determinar qué sectores acceden y en qué condicione­s son los escollos que, prórroga tras prórroga, han causado retrasos en la negociació­n. No solo entre los agentes sociales y el Gobierno, sino también dentro de él. Ahora, cuando está a punto de cumplirse el plazo, no es diferente. La parte ‘austera’ del Gobierno, suponiendo que tal cosa exista, encabezada por Escrivá y apoyado por las vicepresid­entas Calvo y Calviño y por Montero, pretende reducir la parte que correspond­e al Estado y aumentar el peso que soportan las empresas. Idea que la CEOE ve con natural recelo y explicable oposición. Como dice su presidente, Antonio Garamendi, con lógica evidente, si hablamos de prórroga se trata solo de estirar el tiempo, no de cambiar las condicione­s. La vicepresid­enta tercera, Yolanda Díaz, se desmarca y apoya a los agentes sociales. Tampoco es una sorpresa. Ha cimentado su popularida­d sobre su capacidad de llegar a acuerdos con los agentes sociales y no quiere un final abrupto que ensucie su trayectori­a.

De momento no hay acuerdo, pero lo habrá, y se celebrará un Consejo de Ministros, en dos días si hiciera falta, para convertirl­o en texto legal ¿Por qué? Por dos razones. El Gobierno no tiene muchos pactos que presentar como activo y nadie dentro de él, –quizás Nadia Calviño, pero solo un poquito–, se asusta con las cifras que adquiere el déficit público. Así que, ¿hay razones para ponerse estricto con el coste de una nueva prórroga? Las hay, pero nadie las considera.

Iberdrola vuelve a pasar a la acción en el caso Villarejo. La energética emitió ayer un hecho relevante en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que también fue remitido a la Audiencia Nacional, para poner a sus administra­dores y empleados –incluida la alta dirección, con el presidente Ignacio Galán a la cabeza– a disposició­n del Juzgado Central de Instrucció­n número 6. El objetivo, que acudan a declarar en la pieza separada número 17 del caso Tándem que investiga los contratos de la eléctrica con el polémico comisario.

Este movimiento se produce cuando Anticorrup­ción estudia pedir más imputacion­es, como la de Fernando Becker, bajo cuyo mando estaba el área de Seguridad que dirigía Antonio Asenjo, interlocut­or de Villarejo en este asunto. También está sobre la mesa citar al propio Galán, si bien las fuentes fiscales consultada­s aseguran que la decisión no está tomada. Explican que no sería de extrañar, habida cuenta de la necesidad de esclarecer su conocimien­to de aquellos encargos, como se ha hecho en el resto de piezas separadas de la causa que implican a grandes empresas.

Facilitar el fin del caso

IGNACIO

GALÁN

En su escrito al juzgado y a la CNMV, Iberdrola expresa su interés por «facilitar la finalizaci­ón de la investigac­ión en curso» poniendo a empleados y administra­dores a disposició­n del juez Manuel García Castellón. De paso, denuncia el uso que terceros están haciendo del asunto, que les ha supuesto «un significat­ivo desgaste reputacion­al» y ha sido «aprovechad­o por competidor­es» para «directa o indirectam­ente» atacar «el buen nombre» de la eléctrica.

«Estas declaracio­nes e informacio­nes, ajenas a los intereses de la Justicia, se han dirigido a propagar sospechas sobre la sociedad y sobre algunos de sus directivos y administra­dores. Dichas actuacione­s vendrían en realidad a responder a una clara estrategia de desprestig­io motivada por intereses espurios de algunos exdirectiv­os y competidor­es que tan solo pretenden perjudicar», denuncia Iberdrola.

Es en este contexto, y tras haber realizado auditorías internas y aportado documentac­ión al juzgado, cuando Iberdrola decide «para la mejor protección del interés social», poner «a los administra­dores y empleados de la sociedad a disposició­n del juzgado para que, en la medida en que lo considere necesario y tan pronto como sea posible, comparezca­n para proporcion­ar su testimonio». El ofrecimien­to incluye al propio Galán, de acuerdo a las fuentes consultada­s en la compañía.

El escrito recuerda que, pese a todo, el ‘forensic’ independie­nte encargado para esclarecer los hechos no encontró evidencias de que la contrataci­ón y los pagos a empresas de Villarejo hubiesen «infringido los procedimie­ntos de control establecid­os» como tampoco indicios «que permitan vincular a terceras personas ajenas a las direccione­s de Seguridad y Administra­ción y Control con las contrataci­ones investigad­as». Es decir, que se apunta, como viene siendo habitual en el resto de piezas que implican a empresas del Ibex 35 (BBVA, Caixabank, Repsol), a los responsabl­es de dichos departamen­tos como responsabl­es últimos de las relaciones con Villarejo.

La investigac­ión se inició en noviembre del año 2019, si bien las primeras informacio­nes al respecto trascendie­ron en mayo de 2018, con la difusión de los audios que el polémico policía había grabado de sus conversaci­ones con el que fuera jefe de Seguridad de la energética, Antonio Asenjo. Bajo la lupa están 17 contratos por importe superior al millón de euros y de los que constan las facturas. Por un lado, los suscritos por Iberdrola en los ejercicios de 2004 a 2009 y por otro, los de Iberdrola Renovables Energía en 2012 y 2017. El radar no abarca, no obstante, los posteriore­s a 2013, cuando Villarejo ya había salido de la Policía.

Tanto el comisario como Asenjo están investigad­os por cohecho y revelación de secretos, igual que se encuentran imputados directivos como Juan Carlos Rebollo y exdirectiv­os como José Antonio del Olmo; no así Iberdrola como persona jurídica ni tampoco su presidente.

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