Un discurso que no pide perdón, pero desea que se reciba como un «regalo»
Durante su discurso de ayer, el presidente Macron optó por un relato del genocidio de Ruanda que le valió críticas. «Francia hizo posible el genocidio antes de 1994, su perpetración en 1994, y permitió la huida de sus autores. Por eso fue cómplice del genocidio de los tutsis. Macron debería haberlo reconocido, en lugar de asegurar que Francia tenía buenas intenciones, pero que fue incapaz de hacer frente al engranaje del genocidio», denuncia Raphaël Doridant, coautor de ‘El Estado francés y el genocidio de los tutsis en Ruanda’ (Agone, 2020). «Macron no se ha disculpado, a diferencia de países como los Estados Unidos o Bélgica, menos implicados que Francia. No ha pedido perdón. Solo ha dicho que los supervivientes pueden conceder el regalo del perdón». «Todo este discurso –concluye– pretende dar la impresión de que reconoce su responsabilidad, sin hacerlo realmente».
Francia con Ruanda y parte del continente africano, asumiendo una gravísima responsabilidad histórica.
Ruptura de relaciones
Tras la ruptura temporal de relaciones diplomáticas, entre 2006 y 2009, y dos décadas de sordas acusaciones, Macron comenzó por asumir la publicación, el mes de marzo pasado, de un informe oficioso, que terminaba confirmando las más hondas sospechas: «Francia carga con una pesada responsabilidad por haber hecho posible un genocidio previsible». Semanas más tarde, a primeros de este mismo mes de mayo, el fiscal del Tribunal de París pidió el sobreseimiento general de todas las acusaciones que pesaban sobre los cinco oficiales más importantes de la Operación Turquesa, aprobada por la ONU, «para poner fin a las masacres de Ruanda, allí donde sea posible, incluso haciendo uso de la fuerza».
La Operación Turquesa solo fue, en su día, la parte visible del ensangrentado «iceberg» de las relaciones de Estado de Francia y Ruanda, en tiempos de François Mitterrand y sus antecesores. Macron desea acelerar la normalización de sus relaciones con Ruanda, con un ambicioso proyecto: reafirmar la «vocación africana» de Francia, pieza maestra del futuro de la francofonía, el cuarto espacio lingüístico mundial, tras el inglés, el chino mandarín y el español.Entre los primeros veinte países francófonos, en cinco continentes, dieciséis son africanos, comenzando por el Congo, que tiene 82 millones de habitantes, cuando Francia solo tiene 67.