ABC (Castilla y León)

La opacidad de China aumenta las dudas sobre el laboratori­o de Wuhan

▶ La falta de avance sobre el origen del virus dispara la demanda de una «investigac­ión transparen­te»

- PABLO M. DÍEZ Por primera vez

Las nuevas sospechas de EE.UU. y la carta de 18 prestigios­os científico­s pidiendo una investigac­ión «transparen­te, objetiva e independie­nte» del origen del coronaviru­s, publicada por la revista ‘Science’, vuelven a poner en el ojo del huracán al polémico Instituto de Virología de Wuhan, si es que alguna vez estuvo fuera de él. Aunque China niega que este sea el origen del coronaviru­s, persisten estas dudas:

Demasiadas casualidad­es

Señalado sin pruebas por Tump como el lugar donde se creó o de donde se escapó el coronaviru­s, este moderno edificio a las afueras de Wuhan alberga el mayor laboratori­o de China con los virus más peligrosos del mundo, como el ébola, el VIH y el SARS. Con nivel de biosegurid­ad 4 (BSL-4), pertenece al reducido grupo de laboratori­os P4 que en todo el planeta tratan con los patógenos más contagioso­s.

Desde el principio, las sospechas recayeron sobre el Instituto de Virología de Wuhan por la coincidenc­ia de que la peor pandemia en un siglo hubiera estallado, precisamen­te, en una ciudad con uno de estos superlabor­atorios. A tal casualidad se suma que dicho instituto se ha especializ­ado en estudiar coronaviru­s de murciélago muy similares al que ha desatado la pandemia. Su más reputada científica, Shi Zhengli, es conocida como la «mujer murciélago» por sus investigac­iones sobre estos animales y por haber descubiert­o en 2017 el origen de la pandemia del SARS, que sacudió al mundo entre 2002 y empezó también en China. La propia Shi reconoció al principio su temor a que el SARS-CoV-2, se hubiera escapado de su laboratori­o. Pero luego aseguró que no lo tenía en su banco de muestras.

Virus similares

En cambio, lo que sí almacenaba era un coronaviru­s muy parecido que coincidía genéticame­nte en un 96,2% con el SARS-CoV-2. Aunque ese 3,8% divergente parece poca cosa, científica­mente entraña décadas de evolución y, por ese motivo, no se considera un ancestro cercano del coronaviru­s que ha provocado la pandemia. Dicho coronaviru­s, denominado RaTG13 y extraído de un murciélago de herradura, fue encontrado en 2013 en la provincia de Yunnan, al suroeste de China.

Fue descubiert­o en una mina abandonada de cobre cerca de la ciudad de Tongguan, en el condado de Mojiang, tras fallecer de una fuerte neumonía tres personas que se habían adentrado en ella para recoger el excremento de los murciélago­s usado como abono. Aunque las autoridade­s aseguran que otros tres mineros supervivie­ntes no tenían anticuerpo­s del SARS-CoV-2, la Policía impide el acceso a dicha cueva. Tras la nueva presión de EE.UU. para investigar la teoría del laboratori­o, el Instituto de Virología de Wuhan ha sacado ahora por primera vez ocho coronaviru­s de murciélago relacionad­os con el SARS-CoV2, pero menos similares al que ya se conocía. Como el más cercano anunciado ahora es un 70% similar, quiere dejar claro así que el SARS-CoV-2 no ha salido de allí. Lo extraño es que lo haga justo ahora.

Misión imposible de la OMS

Tras su misión en Wuhan en enero y febrero, el informe de los expertos enviados por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) concluyó que era «extremadam­ente improbable» que el virus se hubiera escapado de un laboratori­o. Pero las condicione­s de su misión, filtrada por los datos ya procesados que les proporcion­aban sus colegas chinos y blindada por la seguridad, pusieron en duda sus resultados. Tanto que el propio director de la OMS, el doctor Tedros, se apresuró a anunciar que «seguían abiertas todas las hipótesis», incluyendo la fuga de laboratori­o.

Como no podía ser de otra manera, las sospechas aumentan por el hermetismo del régimen chino, que intentó ocultar la epidemia y está haciendo todo lo posible por no investigar el origen siempre que sea dentro de su territorio. En cambio, insiste en que el coronaviru­s estaba en otras partes del mundo y entró en el mercado de Huanan, donde se detectaron algunos de los primeros casos, a través de la importació­n de alimentos congelados. Una posibilida­d que los expertos que viajaron a Wuhan piden seguir investigan­do, pero que la OMS considera «rara y aislada». Además, Pekín airea su propia teoría de la conspiraci­ón apuntando al laboratori­o militar de Fort Detrick en EE.UU., al que la propaganda atribuye las muertes por el vapeo de cigarrillo­s electrónic­os en en 2019. Desde ahí, habría entrado en China a través de los soldados estadounid­enses que participar­on en los Juegos Militares Mundiales celebrados en Wuhan en octubre de ese año.

Tan rocamboles­cas hipótesis no despejan las dudas sobre China, acrecentad­as tras afirmar la Inteligenc­ia de EE.UU. que tres empleados del Instituto de Virología de Wuhan fueron hospitaliz­ados en noviembre de 2019, antes del estallido de la epidemia. Pekín niega esta informació­n desvelada por ‘The Wall Street Journal’.

Ha sacado ahora ocho coronaviru­s de murciélago relacionad­os con el SARS-CoV-2, pero menos similares al que ya se conocía

En Wuhan funciona no solo el P4 del Instituto de Virología, sino otros con nivel de biosegurid­ad 2 (BSL-2) que también trabajan con coronaviru­s de murciélago­s. Entre ellos destaca el del Centro de Prevención y Control de Enfermedad­es, a menos de 300 metros del mercado de Huanan donde se detectaron algunos de los primeros contagios.

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PABLO M. DÍEZ El moderno edificio de ladrillo rojo a las afueras de Wuhan alberga el mayor laboratori­o de China

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