ABC (Castilla y León)

Carla Fracci (1936-2021)

Leyenda de la danza italiana La bailarina fue una de las grandes figuras del ballet durante los años 60 y 70

- JULIO BRAVO

Vestía siempre de blanco, a menudo con ropas vaporosas, como una sílfide que se hubiera escapado de uno de los ballets que interpreta­ba. Carla Fracci, la gran leyenda de la danza italiana del siglo XX, ha muerto a consecuenc­ia de un cáncer en Milán, la ciudad que le vio nacer hace 84 años, y en cuyo teatro de ópera, la Scala, desarrolló los más fructífero­s años de su carrera.

En Madrid se recuerda todavía su debut en el teatro de La Zarzuela, junto a los bailarines del entonces Ballet Nacional Clásico de España, en septiembre de 1987. Hacía un calor tremendo, pero ella completaba su atuendo blanco con unas medias. Ya en la función, apenas unos segundos después de entrar en el escenario un mal apoyo llevó sus huesos al suelo. El bailarín que debía haberla sostenido sintió como la tierra se hundía bajo sus pies y se apresuró a ayudarla a levantarse. Ella lo hizo como si nada hubiera pasado y siguió bailando. De lo que pasó luego entre cajas mejor olvidarse.

Ya por entonces era Carla Fracci una de las más grandes bailarinas del mundo –’The New York Times’llegó a bautizarla como «prima ballerina assoluta», elogio que se sumaba al del poeta italiano Eugenio Montale, que la llamó la «eterna bailarina» o el de Charles Chaplin, que tras verla actuar le dijo emocionada que «era maravillos­a».

Ayer el bailarín español Igor Yebra, que trabajó con ella cuando Carla Fracci dirigía el Ballet de la Ópera de Roma, despedía ayer con estas palabras a la que calificaba como «una de las mejores Giselle de la historia»: «Es gente que ya no hay y que no va a haber; su manera de afrontar el trabajo, cómo veía la danza... Y con un sentido del humor brutal, negro, ‘british’, pero tremendo».

Carla Fracci nació en Milán el 20 de agosto 1936. Comenzó sus estudios de danza en la escuela de la Scala, donde se graduó en 1954. Su carrera en el templo de la ópera fue meteórica: en 1956 se convirtió en solista y dos años después en primera bailarina.

En las décadas de los sesenta y setenta bailó con las mejores compañías del mundo, como el London Festival Ballet (actual English National Ballet), el Royal Ballet de Londres, el Stuttgart Ballet y el Royal Swedish Ballet. Desde 1967 trabajó como artista invitada en el American Ballet Theatre. Destacó con los grandes clásicos como ‘Romeo y Julieta’, ‘El lago de los cisnes’, ‘Coppelia’ y, sobre todo, ‘Giselle’, y lo hizo al lado de bailarines como Rudolf Nureyev, Vladímir Vasiliev, Mikhail Baryshniko­v y, especialme­nte, el danés Erik Bruhn. En 1964, Fracci se casó con el director teatral Beppe Menegatti, con el que tuvo un hijo, Francesco.

Dirigió también los ballets del Teatro San Carlo de Nápoles y la Arena de Verona. También hizo breves aparicione­s televisiva­s y cinematogr­áficas, interpreta­ndo a Tamara Karsavina en la película ‘Nijinski’ o a Giuseppina Strepponi en la serie ‘Verdi’.

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EFE
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