Nos la llevan clavando decenas de años y nos la están clavando otra vez desde los colegios. Algo así como fijarnos en el dedo, en vez de mirar la Luna
ANDAMOS enfrascados en la polémica sobre los indultos y nos la están clavando sin que nos demos cuenta (con perdón) con algo mucho más escandaloso e importante: la educación. Es cuestión de días que los condenados por el ‘procés’ sean indultados pero, en verdad, da igual. Porque si Su Persona no les concede la gracia, los políticos presos saldrán de prisión igualmente poco después.
Así, mientras nosotros estamos dale que te pego con los precipicios de Iván Redondo, las cosas de María Jesús Montero –¡madre mía, qué portavoz!–, las cursilerías de Pedro Sánchez y las chulerías de Ábalos... los líderes independentistas siguen a su tran-tran. Y la ministra de Educación más perdida que Carracuca.
La última: el flamante ‘conseller’ de Educación, un tal Josep González Cambray, que se ha puesto a disposición de los profesores catalanes como protagonistas de los cambios que acometerá «esta Generalitat republicana». Solo le faltó decir: «Ho tornarem a fer». O aquella adaptación: «La educación, estúpido, es la educación».
El ‘Pujolone’ lo vio clarísimo y previó la involución a treinta años vista, Artur Mas lo desarrolló y Puigdemont y Torra lo hicieron explotar. Ahora entramos en la nueva fase de adoctrinamiento, sin disimulo alguno, para lograr en equis años la republiqueta de marras.
Y mientras, insisto, nosotros con los indultos y las tonterías que nos manipula y produce sin parar la factoría Iván Redondo Productions.
Nos la llevan clavando decenas de años y nos la están clavando otra vez desde los colegios. Algo así como fijarnos en el dedo, en vez de mirar la Luna.
PD: Se cumplen treinta años de la matanza de ETA en la casa cuartel de Vich. Decenas de heridos para siempre y diez muertos. Y coincide la fecha con el enésimo desprecio. La presidenta del Parlamento catalán, Laura Borràs, rechaza por carta la invitación por el día de las Fuerzas Armadas en Barcelona, escupiendo no sé qué sandeces sobre el Rey, el cuartel del Bruc y la matraca habitual. Ojalá nunca los necesite de verdad. Porque estarían dispuestos a dar la vida por ella y por todos nosotros. Aunque la tal Laura Borràs nunca llegue a entender el porqué.