ABC (Castilla y León)

Amiel e Ixchel, asesinados a golpes por sus padres y la «voluntad de Dios»

- CRUZ MORCILLO MADRID

Nadie libró a Amiel, de 3 años, y a su hermana Ixchel, de seis meses, de una muerte cruel, a golpes, que les destrozaro­n la cabeza. Su abuela lo intentó por todos los medios a su alcance. Sus padres fueron los ejecutores, según la Fiscalía. Un jurado decidirá a partir de mañana en la Audiencia de Valencia el futuro de María Gombau, para quien se piden 25 años de internamie­nto en un centro psiquiátri­co por la esquizofre­nia paranoide que padece (eximente completa), y de Gabriel Salvador Carvajal, que se enfrenta a 50 años de cárcel. Ambos «actuaron de común acuerdo» tras decidir quitarles la vida «haciendo y dejando hacer el uno al otro», dice el fiscal. La madrugada del 14 de marzo de 2019 bañaron a los niños en la piscina de la casa ocupada en la que vivían en Godella para «purificarl­os» y luego los mataron a golpes «con un objeto contundent­e» o estrellánd­olos «contra el suelo».

Nadie evitó aquella noche el horror y el miedo que perseguía a Noemí Mensua, la abuela de las criaturas que corrió unas horas antes a pedir ayuda al juzgado de guardia de Valencia y había llamado a la puerta de un psiquiatra, de los servicios sociales, del teléfono del Menor y de la Policía Local. Tres días antes, María, su hija, le envió un mensaje de whatsapp: «Gracias por todo, Creador. Me voy contigo. Adiós mamá». Denunció que su hija y su yerno estaban muy alterados en las últimas tres semanas y creía que sus nietos corrían «cierto peligro». El día 14 –tras varias horas de búsqueda– la Guardia Civil halló primero a María, desnuda e ida, oculta en un bidón a unos metros de la casa, y después a los pequeños en dos fosas hasta las que ella condujo a los agentes. Gabriel, en el chalé, les había anticipado: «No se preocupen. Están los tres muertos».

En 2017

Gabriel, con doble nacionalid­ad belga y mexicana, y María, valenciana, llevaban juntos desde 2011. Vivieron dando tumbos en varios lugares de Europa y España hasta 2017, cuando okuparon ilegalment­e una casa de campo de Godella que adecentaro­n y arreglaron con mimo. Tenían un pequeño jardín, una piscina, estaban rodeados de terreno y a salvo de miradas indiscreta­s. Amiel nació en noviembre de 2015 e Ixchel en septiembre de 2018. La pareja no solo compartía su modo de vida antisistem­a, también unas creencias místico-religiosas que Gabriel arraigó en su novia y de las que el entorno de ella acabó hastiado: hablaban de regresión, de purificaci­ón del alma con los baños y del renacimien­to tras la muerte de los cuerpos. El fiscal señala que él «la arrastró» a ella «e indujo a que las siguiese».

María Gombau llevaba una vida okupa y antisistem­a. En la imagen, detenida durante una protesta frente a las Cortes, en 2011

«María nos contó que estaba intentado purificar a los niños. Le decíamos que eran chaladuras y nos reíamos, pero la insistenci­a ya dejó de hacernos gracia», recuerdan Cristina y Julia, amigas de la mujer y ajenas a ese mundo, que pasaron horas jugando con Amiel en la casa y que nunca soportaron el control que –dicen– Gabriel

ejercía sobre María.

La purificaci­ón era la parte amable. La otra, una obsesión con que una secta los perseguía y acosaba, que abusaban sexualment­e del pequeño Amiel (dejaron de llevarlo al colegio en el cercano pueblo de Rocafort) y que querían secuestrar­los.

En la secta llegaron a incluir a familiares y amigos de la mujer y pasaban las noches «en vigilia para evitar ser atacados por miembros de la secta» y para impedir que raptaran a los niños. A principios de 2019 la desconexió­n con la realidad se disparó por

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Vida antisistem­a

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