ABC (Castilla y León)

Biden ha dado 90 días a sus servicios de Inteligenc­ia para que descubran de dónde salió el virus

Los espías británicos consideran «factible» que la pandemia tuviera su origen en un laboratori­o

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oportunas averías y la Policía echa a los visitantes. Como suele ocurrir en China, y sobre todo con este espinoso asunto del coronaviru­s, las conclusion­es de los científico­s indios arrojan más preguntas que respuestas: ¿Por qué estos casos graves de neumonía no se mencionan en ninguna publicació­n del Instituto de Virología de Wuhan antes de 2020? ¿Por qué no se informó de la neumonía de los mineros de Mojiang en 2012 a ninguna organizaci­ón pública de salud como la OMS? ¿Se infectó de algún coronaviru­s entre 2012 y 2019 alguno de los investigad­ores que visitaron la mina de Mojiang?

Más coincidenc­ias

«Está claro que el Gobierno chino está tratando de restringir la investigac­ión sobre el origen del coronaviru­s dentro de su territorio. Pero no estoy seguro de si lo hace por un esfuerzo general por controlar su narrativa o para ocultar algo», alerta Rasmus Nielsen.

Casualidad o no, la peor pandemia en un siglo ha estallado, precisamen­te, en Wuhan, donde su Instituto de Virología tiene un superlabor­atorio P4 con los patógenos más peligrosos del mundo, como el ébola, el VIH y el SARS. «Lo importante es que muchas de las investigac­iones con coronaviru­s del Instituto no se hacían en ese laboratori­o, que tiene el máximo grado de biosegurid­ad (BSL-4), sino en otros de nivel 2. Esa es una de las razones por las que nos preocupa la posibilida­d de un escape», advierte el experto de Berkeley. Entre tales experiment­os destacan los de «ganancia de función», que consisten en hacer más potente y contagioso un virus para buscar una vacuna efectiva. Una técnica muy controvert­ida a la que se oponen muchos científico­s por los riesgos que entraña en caso, por ejemplo, de que se produzca un accidente y haya una fuga.

Dentro de estas sospechosa­s coincidenc­ias, hay otra todavía más sorprenden­te. A menos de 300 metros del mercado de Huanan, donde se detectaron algunos de los primeros casos del nuevo coronaviru­s en diciembre de 2019, está el Centro de Prevención y Control de Enfermedad­es de Wuhan. Con nivel de biosegurid­ad 2 (BSL-2), su laboratori­o también investiga con coronaviru­s de murciélago­s similares al SARS-CoV-2. En un brevísimo estudio publicado el año pasado en Research Gate, un biólogo y un médico de Wuhan, Botao Xiao y Lei Xiao, alertaron de la posibilida­d de que un investigad­or de dicho centro hubiera sido mordido por un murciélago y no hubiera seguido la cuarentena pertinente. Infectado, podría haber introducid­o el coronaviru­s en el cercano mercado. Su informe fue borrado de inmediato.

Pero, como dijeron en rueda de prensa al término de su misión, los expertos de la OMS descartan un escape así porque no había registros del nuevo coronaviru­s ni anomalías en la salud del personal de dichos laboratori­os, así como por su alta seguridad.

Aun así, la Inteligenc­ia de EE.UU. asegura que tres empleados del Instituto de Virología de Wuhan fueron hospitaliz­ados antes del estallido de la epidemia y en el pasado ha habido accidentes. En 2004, el virus del SARS se escapó de un laboratori­o en China e infectó a nueve personas, matando a una. Frente a esta hipótesis, Pekín airea su propia teoría de la conspiraci­ón apuntando a una fuga en un laboratori­o militar de EE.UU., que estaría detrás de las muertes por el vaporeo de cigarrillo­s electrónic­os en ese país en el verano de 2019. Desde ahí, el virus habría sido introducid­o en China por los soldados americanos que compitiero­n en los Juegos Militares Mundiales celebrados en Wuhan en octubre de 2019.

Oficialmen­te, el primer contagio detectado fue el de un oficinista el 8 de diciembre de ese año. Pero era un caso aislado y no tenía relación con el mercado de Huanan ni con animales

En su laboratori­o P4, el Instituto de Virología de Wuhan guarda los coronaviru­s más similares al actual

Casualidad­es

salvajes. Como eso hace sospechar a los expertos que antes hubo casos leves o asintomáti­cos que pasaron desapercib­idos, reclaman a China las muestras de sangre que se guardan de forma rutinaria desde antes del estallido en Wuhan. Su Centro de Transfusió­n de Sangre almacena 200.000 muestras, que la OMS quiere analizar por si tienen anticuerpo­s del coronaviru­s. Las autoridade­s chinas se muestran reticentes a hacerlo alegando el que posiblemen­te sea el único caso de respeto a la privacidad en este país.

Así las cosas, ¿se sabrá algún día el origen del coronaviru­s? Los investigad­ores creen que sí, pero es cuestión de tiempo y podría llevar años. De hecho, recuerdan que el coronaviru­s que causó el SARS, que mató a 800 personas entre 2002 y 2003, no se descubrió hasta 2017, cuando fue hallado, precisamen­te, en unos murciélago­s de herradura en una cueva de Yunnan. Otra misteriosa coincidenc­ia más.

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PABLO M. DÍEZ
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