ATENEO DE MADRID La Docta Casa quiere encender la luz
El sociólogo Luis Arroyo quiere darle una vuelta a la institución más anquilosada de la capital de España. El Ateneo de Madrid celebra hoy elecciones con la novedad de que, tras décadas de esclerosis cultural y languidez social, una candidatura que cuenta con el respaldo de destacados profesionales y representantes de la sociedad civil e intelectual madrileña pretende revitalizar la entidad hasta hacer de ella un instrumento de influencia «al otro lado de la Carrera de San Jerónimo».
Bajo el liderazgo de Arroyo, vinculado al PSOE desde sus tiempos como jefe de gabinete de la que fuera ministra de Defensa Carmen Chacón y muy implicado en distintos laboratorios de ideas al amparo del PSOE, como la Fundación Jaime Vera, el llamado Grupo1820 tiene todas las papeletas para erigirse a partir de mañana en la nueva dirección de una institución con un pasado ilustre, un presente irrelevante y un futuro plagado de dudas.
La idea de «encender la luz del Ateneo», lema de la campaña de la candidatura que encabeza Arroyo, comenzó a gestarse hace un año y medio. Fue entonces cuando este especialista en comunicación, presidente de la Asociación de Asesores de Comunicación Pública, comenzó a recabar apoyos para armar una alternativa a las otras cuatro listas –todas integradas por ateneístas ‘clásicos’– que mañana se someterán también al dictamen de las urnas en las elecciones a la Junta Directiva. Estas, definidas por la división entre sus dirigentes, son las representadas por Red Ateneísta, del actual presidente, el arquitecto Juan Armindo, Ateneísta Independiente, Convergencia e Independientes y Conciliadores, y Pardo Bazán.
Recelos entre los ‘clásicos’
Grupo1820 ha despertado los recelos del resto de los candidatos, cuya endémica división ha dado alas a la candidatura de Arroyo, que secundan figuras como el actor Miguel Rellán; la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes; la empresaria y cofundadora de We Are Knitters Pepita Marín, esposa de Arroyo; el abogado y filósofo Pedro López Arribas; el periodista y escritor Fernando Rodríguez Lafuente; el matemático José Pedro de Pablo; el dirigente socialista valenciano Francesc Romeu; el exdirector del CNI Félix Sanz Roldán; la actriz Cayetana Guillén Cuervo; la exministra de Cutura Ángeles González-Sinde; el músico Javier Limón; el ex secretario de Estado de Cultura José María Lasalle; el periodista Jon Sistiaga; el cantautor Joan Manuel Serrat, y Piedad Aguirre, hermana de la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, entre otros.
Acaso por el temor al aire fresco en una Casa precisada de una urgente ventilación, el criterio más extendido entre los ateneístas movidos por la tradición es que Arroyo y su grupo pretenden mutar una entidad aquejada de graves problemas económicos en un «lobby» emboscado» dirigido a obtener rédito mediante la caza de subvenciones y a ganar poder de influencia en beneficio de la nueva Junta Directiva.
Los lazos políticos con el PSOE del promotor de Grupo1820 son inequívocos. A su breve desempeño en el gabinete de Chacón (entre 2007 y 2008) hay que sumar su estrecha relación en el pasado con el hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que incluía también al que fuera portavoz del grupo socialista en el Congreso de los Diputados Antonio Hernando, demonizado como ‘traidor’ por la claque sanchista durante las convulsiones internas de 2017. Con Arroyo ocurrió algo parecido: se cayó del proyecto de Sánchez.
Inicialmente, Arroyo quiso impulsar a su esposa, la empresaria y miembro del consejo de Prisa Pepita Marín, como candidata, a modo del golpe de efecto que supodría contar en el Ateneo con una presidenta por primera vez en doscientos años: una forma, también, de que se visualizara sin atisbo de duda el principio del cambio en una institución que arrastra una deuda de unos trecientos mil euros, inmersa en un litigio con el Ministerio de Cultura en el que hay en juego otros dos millones de euros y con una flagrante fuga de socios en las últimos años, durante los que ha pasado de tener siete mil a los apenas 1.900 ateneístas actuales.
El impulso obrado por las más de doscientas inscripciones logradas estos meses por Arroyo es visto por sus partidarios como una inflexión para abrir la Docta Casa a la sociedad y como un golpe de mano para medrar a costa de ésta por sus detractores.