Afganistán podría provocar otro ‘boat people’ como Vietnam
o podemos permitir que Afganistán sea otro Saigón». Las palabras del diputado Michael McCaul, el republicano de más alto rango del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, eran una referencia a un episodio humillante –también heroico– de la historia reciente de EE.UU.: la evacuación de miles de vietnamitas en los últimos días de abril de 1975, el capítulo final de la guerra en la que EE.UU: hincó la rodilla ante el Vietnam comunista. Con Saigón cercado por las tropas de Le Duan, el ejército
«Nestadounidense trató de sacar a los vietnamitas del Sur que fueron sus aliados. Nubes de helicópteros atiborrados con diplomáticos, altos cargos de la República de Vietnam, vietnamitas empleados por el Gobierno estadounidense y sus familiares sacaron a unas 7.000 personas en solo dos días. Muchas otras quisieron huir y no pudieron. La operación consiguió su objetivo, pero fue un caos cuyas imágenes quedaron como uno de los símbolos del desastre estadounidense en Vietnam.
McCaul hizo estas afirmaciones durante una sesión en la Cámara baja sobre Afganistán, con la mirada puesta en la retirada inminente que prepara el Ejército de Estados Unidos y con quienes podrían ser las primeras víctimas de ello: los miles de ciudadanos del país que han trabajado
Salida de las tropas Miles de afganos que trabajaron para EE.UU. están en peligro ante la salida de las tropas. Biden puso como fecha simbólica el 11 de septiembre, pero todo apunta a que muchos de los soldados habrán regresado en julio. Auge de la violencia Los talibanes han incrementado la violencia contra la sociedad civil y, sin la protección de los estadounidenses, muchos ‘colaboracionistas’ estarán en alto riesgo. Visado especial Casi 18.000 de estos afganos han solicitado un visado especial para emigrar a EE.UU., pero el procesamiento se eterniza y los preparativos para la salida de tropas avanzan. Sin una decisión
La Casa Blanca ha recibido muchas presiones al respecto, pero no ha tomado una decisión de momento. como traductores o asistentes de los militares de EE.UU. en las dos décadas que ha durado la guerra, la más larga en la que Washington ha estado involucrado.
Nadie cuenta con que Kabul caiga con tanta rapidez como Saigón en cuanto los estadounidenses salgan de Afganistán. Pero está claro que los talibanes tienen cada vez más fuerza militar frente al Gobierno de Kabul, presidido por Ashraf Ghani. Y que, sin el contingente estadounidense, los ‘colaboracionistas’ afganos estarán en alto riesgo. En las últimas semanas, los talibanes han intensificado la violencia hacia la sociedad civil afgana, con asesinatos a jueces, representantes políticos o periodistas. Quienes han trabajado codo a codo con los estadounidenses están amenazados de forma directa. «Si no dejas de trabajar con los infieles, en especial, con los infieles estadounidenses, te juro por Dios que haré todo lo posible por matarte a ti y a todos los miembros de tu familia». Ese es el mensaje que recibió Hilal, un traductor afgano que trabajó para el ejército estadounidenses en Kabul, según relató este mes a NBC News.
Visado especial
Entre quienes han matado los talibanes en las últimas semanas están afganos a la espera de visados de EE.UU. para salir del país. Según el Departamento de Estado, hay cerca de 18.000 afganos que han solicitado el Visado Especial de Inmigrante, creado en 2009 por el Congreso para dar estatus a los afganos que han trabajado para el Gobierno de EE.UU.
El procesamiento de esos visados se eterniza –unos 500 días para cada solicitante– y, mientras tanto, la marcha del contingente estadounidense se acelera. La salida de Afganistán fue negociada en un primer momento por el Gobierno de Donald Trump: los es