México, el negocio de las PCR y vacunas falsas
l laboratorio móvil tenía en su carrocería blanca los distintivos de la farmacéutica Pfizer y de la Cruz Roja mexicana. Estuvo aparcado varios días de agosto y septiembre de 2020 entre las colonias Felipe Ángeles y Francisco Villa, las dos pegadas al río Grande y por lo tanto en la misma frontera de Ciudad Juárez con Estados Unidos. Ofrecían pruebas de coronavirus –«¡al 50 por ciento de descuento!»–
Epor el módico precio de 999 pesos mexicanos, unos 40 euros. Dentro de la camioneta abundaban las mascarillas y el gel hidroalcohólico, y dos médicos con bata blanca tomaban las muestras con el bastoncillo en la nariz para dar una prueba PCR en menos de dos días, según cuentan a ABC dos testigos que dicen haber visto el camión en Juárez.
Decenas de personas pagaron, algunas porque necesitaban un test de forma urgente, otras porque querían saber si se habían contagiado. Pronto descubrieron, y denunciaron a las autoridades
A los turistas que necesitan someterse a un test de Covid para regresar a sus países de origen se les venden certificados falsos con resultado negativo
Cuando las pruebas de coronavirus se han ido generalizando, el crimen organizado se ha centrado en las supuestas vacunas
del Estado de Chihuahua, que habían sido víctimas de una estafa, que revelaron primero en la revista mexicana ‘Eme Equis’. No les llegó resultado, ni positivo ni negativo. Hay una investigación abierta, que ya dura meses, sin resultado alguno. Sí ha denunciado el Consejo Nacional de Seguridad Privada, una patronal mexicana muy activa en este ámbito, que tras este y varios laboratorios falsos que proliferaron en Chihuahua, Tamaulipas, Jalisco y la Ciudad de México, se encuentra en realidad el crimen organizado, que siempre atento a las últimas tendencias y capaz de una asombrosa flexibilidad, se adaptó a los rigores de la pandemia y el cierre de la frontera.
José Vásquez, de 42 años y natural de Guatemala, cuenta a ABC en uno de los albergues de inmigrantes deportados por EE.UU. que los polleros, los traficantes de personas que rondan por estos lugares, le ofrecieron en más de una ocasión un test de coronavirus porque, le dijeron, lo necesita para entrar si finalmente le daban hora al otro lado de la frontera para admitirlo como asilado. «Los polleros te dicen que si no tienes el test no te dejan entrar, y