«Están vendiendo (como vacuna) lo que resulta ser el agua más cara del mundo, que enferma», dice el secretario de Sanidad
Cuando la pandemia provocó un desplome económico, los cárteles repartieron alimentos para ganarse el apoyo del pueblo
lugares de procedencia –Brasil, EE.UU., Europa– sí requieren un test negativo. Y el crimen organizado ha sabido ver una gran oportunidad: vender ya de entrada los test con resultado negativo, todos ellos falsos, claro. En enero, el diario brasileño ‘Jornal da Band’ informó de que varias personas de su país habían comprado test de resultado negativo por 3.000 pesos, 120 euros. Un laboratorio de Cancún, destino turístico en Quintana Roo, comenzó a vender esas pruebas falsas, según demostró el diario.
De hecho, muchos de esos turistas se encuentran con que las aerolíneas no aceptan esos test, y se ven obligados a hacerse una prueba de antígenos en el mismo aeropuerto, con un coste adicional que ronda los 100 euros. En meses recientes han proliferado las denuncias de test falsos. Los laboratorios reales especializados en pruebas PCR, como el de la clínica del viajero del Hospital de la Universidad Autónoma de México, elaboran un perfil del paciente y añaden al diagnóstico un código QR en el que se corrobora el resultado del test, que cuesta unos 90 euros.
Los cárteles mexicanos son de las más poderosas organizaciones criminales del mundo. Cuando se desencadenó la pandemia en 2020, México registraba el año más violento de su historia: 40.000 asesinatos. Los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, del Golfo y de Los Zetas suman más de 61.000 desapariciones forzadas y operan en todo el mundo. Cuando la pandemia provocó un desplome económico, varios de esos grupos criminales, como Jalisco Nueva Generación, repartieron alimentos entre los pueblos que controlan como una forma de ganarse el apoyo de aquellos a los que someten.