Rabat cerró hace una semana los retornos a 1.200 niños atrapados
▶Temor a que Marruecos siga tensando la crisis y permita salidas masivas de pateras y cayucos hacia Canarias ▶Advierte en un comunicado de que se reserva el derecho a dar respuestas adecuadas a las acusaciones de España
Dos semanas después de la avalancha en Ceuta de entre 10.000 y 12.000 marroquíes la situación está estancada y más tensa que nunca. Desde el miércoles pasado, Marruecos no ha aceptado el retorno de absolutamente nadie, según confirmaron a ABC fuentes policiales, tras un gesto de aparente buena voluntad que permitió devolver a unas 8.500 personas en los primeros días de la crisis.
En la tarde de ayer, el Gobierno de Marruecos emitió un comunicado donde aseguró que se comprometía a acoger a los menores no acompañados debidamente identificados, aunque sin un plazo concreto. Además, aprovechó el comunicado para volver a criticar al Gobierno de España por sus «acusaciones infundadas».
De la misma forma que se abrió la puerta de la frontera y los agentes marroquíes llegaron a espolear a todo el que quisiera colarse, entre los días 17 y 19, en las siguientes jornadas esa frontera del Tarajal se convirtió en una puerta giratoria con pasaporte de vuelta, tanto voluntario como forzoso. No solo salieron los que habían entrado, también otros marroquíes que tenían ya un expediente de expulsión sin ejecutar. Nadie rechistó al otro lado. al límite a Ceuta. Los datos –pese a la imprecisión– son elocuentes. Ayer, Ceuta tenía acogidos a 944 menores que llegaron en el tropel de mediados de mayo. Están repartidos en cuatro recursos de emergencia, según datos oficiales, y 63 de ellos aislados tras dar positivo en Covid en una nave «sucia», como la han llamado, dentro de las habilitadas en el polígono del Tarajal.
«Desbordan nuestra capacidad y requerimos la intervención del Estado», pidió el lunes Alberto Gaitán, portavoz del Gobierno y consejero de Sanidad, Consumo y Gobernación. A esos 944 menores, hay que sumarles 273 ‘menas’ que ya tutelaba la ciudad autónoma antes de la crisis y de los que, en teoría, unos 200 van a ser repartidos entre varias comunidades autónomas. Pero ni hay fecha prevista, ni ninguna concreción aún, tal como reconoció Gaitán.
A esos 1.217 chicos que hay que asistir, atrapados en centros, se añaden los que aún están en la calle o escondidos. «Se está recogiendo a menores a diario por parte de la Policía», admitió el consejero, de ahí que las cifras aumenten cada jornada y pongan los recursos –que se han tenido que improvisar a marchas forzadas– más al límite aún de lo que ya están.
Si en los primeros días Ceuta anunció que había recibido unas 4.000 llamadas interesándose por los menores que habían accedido a la ciudad, Gaitán reconoció que muy pocos tienen intención de que se materialice la vuelta. Se han mantenido 200 entrevistas detalladas, que incluyen contacto directo con sus parientes: solo seis familias han mostrado interés en recuperar a sus hijos. El resto se niega.
En cuanto a los adultos que pueden quedar en Ceuta el baile de cifras es aún mayor: entre 500 y 1.000, según Interior, si bien no descartan que ese dato se quede corto porque el Gobierno ceutí, por ejemplo, habla hasta de 12.000 entradas irregulares y 9.000 salidas.
En este tira y afloja que dura ya más de dos semanas hay otros elementos de amenaza sobrevolando las relaciones. El supuesto desencadenante, la acogida en secreto por parte de España del líder del Polisario Brahim Gali, es el principal. «Rabat esperaba la declaración ante el juez y la decisión de la Audiencia Nacional para mover ficha», explican las fuentes consultadas. La continuidad de Gali en nuestro país, los menores atrapados cuyas familias no piensan reclamarlos y la ruta canaria amenazan con prolongar la tensión.
Tanto es así que Mohamed VI ha dado nuevas instrucciones a sus mi
Ceuta tiene acogidos a 944 menores. Solo seis familias han mostrado interés en que sus hijos vuelvan