ABC (Castilla y León)

«Se deja de odiar cuando se deja de ignorar»

- PABLO MUÑOZ VITORIA

os días pasan, pero la vida no sigue» (Pablo Neruda). Es difícil expresar mejor, y con palabras más bellas, la realidad de las víctimas de cualquier tipo de terrorismo, motor y eje del Centro Memorial de Víctimas inaugurado ayer por los Reyes en Vitoria, que por fin abre sus puertas tras varios aplazamien­tos. Desde que el visitante pone el pie en el antiguo edificio del Banco de España, en el centro de la ciudad, uno siente el dolor de estas personas, su angustia, el peso de una historia de demasiados años de sangre, dolor y muerte, miradas hacia otro lado y, por qué no decirlo, también de demasiadas connivenci­as, fueran por miedo o por otros motivos menos confesable­s...

Pero el centro es, además, una enorme lección vital en forma de 1.100 testimonio­s de víctimas, vídeos, audios, fondos materiales y documental­es que nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos, que todavía hay quien quiere imponer sus ideas políticas con la violencia. Es, en definitiva, un espacio consagrado a la Verdad, la Memoria, la Dignidad y la Justicia.

L-- Tertuliano (siglo II-III) -

cabría añadir) tiene su asiento», como escribió Cervantes en su inmortal Quijote. Estar un par de minutos impresiona; solo imaginar la vivencia de este hombre estremece. Hay que volver a recordarlo: tras ser detenidos, sus secuestrad­ores estaban dispuestos a dejarlo morir de hambre; a pesar de verse perdidos, en momento alguno ayudaron a los agentes a descubrir el escondrijo. Ni un mínimo sentimient­o de piedad tuvieron.

–ETA, Grapo, FRAP, GAL, Mpaiac, Terra Lliure, Exército Guerrillei­ro do Pobo Galego Ceibe, yihadistas...– y cada víctima su recuerdo. Con un ‘audiovisua­l inmersivo’ –trece testimonio­s, que se escuchan en una sala rodeada de imágenes del lugar de los atentados, algunas grabadas el mismo día– familiares de asesinados por ETA, GAL o Daesh, entre otros, cuentan lo que vivieron, cómo es su vida –más bien su no vida– desde entonces. Incluso se puede revivir la matanza yihadista de Madrid con una llamada telefónica de una mujer a un familiar desde uno de los escenarios, cortada de forma dramática por una bomba.

El centro es, pues, testimonio vivo de todos los terrorismo­s, de todas las víctimas, pero está en las antípodas de la equidistan­cia. Se comprueba en la zona dedicada a la historia del terrorismo, que partiendo del 27 de junio de 1960, con la muerte de la pequeña Begoña Urrioz por una bomba colocada por el DRIL (Directorio Revolucion­ario Ibérico de Liberación), hace un recorrido hasta nuestros días de la actividad de todas las organizaci­ones terrorista­s.

El resumen, los fríos datos, dibujan una realidad tenebrosa. En España han muerto asesinadas por estos grupos 1.451 personas, cada una de ellas con su historia, sus sueños rotos, sus familias y amigos arrasados: 853 lo fueron a manos de ETA; 288, por yihadistas; 92, por el Grapo; 62, por elementos de extrema derecha; 27 a manos de los GAL y 129, por otros grupos. Pero hay también miles de heridos, de los que se habla poco y que también vieron cómo su vida se truncaba, en algunos casos para siempre.

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