Cada rincón tiene su espacio para el escalofrío. Desde la reproducción del zulo de Ortega Lara, a los audios del 11-M
Las víctimas son el eje y razón del centro; la Verdad, la Memoria, la Reparación y la Justicia su razón de ser
Cada dependencia del centro tiene un rincón para el escalofrío. Sucede nada más entrar, en la planta baja, donde se puede visitar una reproducción exacta del zulo de José Antonio Ortega Lara –532 días secuestrado por la banda terrorista ETA–, que escapó de una muerte segura por el trabajo impagable del servicio de Información de la Guardia Civil. Como tuvo que hacer el funcionario de prisiones, obligado a punta de pistola por los terroristas, y como comprobaron ayer Don Felipe y Doña Letizia, hay que entrar agachado en esa mísera dependencia, húmeda además en su ubicación original, «donde toda incomodidad (y angustia y claustrofobia,
Esta planta baja alberga otro de los tesoros del centro: toda la documentación recopilada por la Fundación Memorial Víctimas del Terrorismo, testimonio escrito que da fe de lo vivido. Contará en su día, entre otros, con el archivo completo del material intervenido a ETA en Francia, en estos momentos en manos de la Fiscalía de la Audiencia Nacional para su análisis, ya que ni las Fuerzas de Seguridad ni la Justicia renuncian a aclarar los atentados que aún están sin resolver. Pero más allá de ese trabajo, todo ese fondo documental servirá para que investigadores y estudiantes puedan indagar sobre lo sucedido. Es, necesariamente, un centro de documentación vivo y abierto, porque el terrorismo no es, ni mucho menos, un capítulo cerrado.
En la primera planta del edificio cada organización tiene su espacio
Pero en este espacio hay también objetos, fotografías que remueven las entrañas y es deseable que también algunas conciencias. Por ejemplo, la carta que Publio Cordón escribió a su familia en pleno cautiverio, antes de ser asesinado por el Grapo, y la madera del armario en la que anotaba, con palotes, los días de secuestro; o la del empresario Julio Iglesias Zamora, que estaba en manos de ETA, en la que cuenta a su familia su día a día, y hasta le pide que le organicen su agenda cuando lo liberen, porque sospecha que habrá un enorme revuelo...
También fotografías de otros secuestrados, una de ellas con un etarra apuntando con una pistola a la víctima en la cabeza, que provocó la primera diáspora en el País Vasco ante el temor de ser objetivo de la banda. De nuevo, una cifra: se han perpetrado 164 delitos de este tipo, la mitad de ellos a manos de etarras. Incluso hay