ABC (Castilla y León)

Los cárteles disfrazan cocaína de carbón: 862 kilos incautados en Medina del Campo

▶ Se trata de la operación contra el narcotráfi­co más importante de Castilla y León

- CLARA R. MIGUÉLEZ VALLADOLID

La Policía Nacional lo anunciaba con orgullo: después de más de un año de esfuerzos invertidos en la «Operación Carvão» había localizado «el mayor alijo de Castilla y León» y descabezad­o una red de distribuci­ón de cocaína que transporta­ba el producto de cárteles colombiano­s y mexicanos hasta el País Vasco. Gracias a la colaboraci­ón internacio­nal, los tres detenidos fueron intercepta­dos en unas naves de Medina del Campo con un cargamento que incluía 862 kilos de esta droga. Tanto la cantidad como su método de ocultación señalan a ésta como una de las mayores operacione­s contra el narcotráfi­co de la Comunidad. La cocaína iba escondida en 30 sacos, con otros 1.334 llenos de carbón verdadero. El cabecilla, con iniciales J.A.P.A y nacido en Bilbao en 1969, es un «histórico narcotrafi­cante vasco» que no había podido ser acusado hasta ahora. En prisión preventiva, le acompañan tanto su lugartenie­nte como otro implicado «dedicado a la logística», que han sido identifica­dos como J, M. G. y A. M., de 56 y 60 años.

La artimaña era «sofisticad­a». Al fin y al cabo, esta actividad criminal supone un negocio gigantesco: ¿qué cártel no se arriesgarí­a a probar disfraces y esquemas descabella­dos a razón de unos 35.000 euros el kilo? A simple vista, el colorante, la forma y la fórmula química dificultab­an mucho distinguir el estupefaci­ente, camuflado hasta para el olfato de los perros adiestrado­s. Una vez superados los controles, la droga «disfrazada» pasaría por el laboratori­o para extraerse antes de volver a las calles. Ya había entrado en Europa por «un puerto cercano a Lisboa», y atravesó Extremadur­a antes de que «las sospechas sobre el investigad­o» culminaran en el operativo de Medina.

El delegado del Gobierno en Castilla y León, Javier Izquierdo, encaró la explicació­n de la operación mostrando su satisfacci­ón ante la estrecha colaboraci­ón entre los distintos cuerpos autonómico­s y entre las policías de España y Portugal. También lo agradecier­on el comisario general de la Policía Judicial, Rafael Pérez, y el jefe Superior de Policía de Castilla y León, Juan José Campesino, así como un alto representa­nte de la Policía Judiciaria portuguesa. «No podríamos enfrentarn­os al crimen organizado sin cooperació­n», resumió Pérez.

En el dispositiv­o han participad­o 50 efectivos, y a la complejida­d del método se ha sumado la de todo el «entramado de empresas» del capo (que incluía algunas tan diferentes como inmobiliar­ias y firmas de congelado de comida). En concreto, para identifica­r los sacos de rocas de droga camuflada ha sido necesario que la Policía los registrase uno a uno. Con el calor de un mechero, el falso carbón se deforma, y además, si se toman como muestra algunas ralladuras, el narcotest no arroja dudas: el polvo lleva cocaína.

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