Tres periodos de sede vacante en 850 años de historia como Obispado
El Obispado de Ciudad Rodrigo está ligado a la repoblación que el Reino de León llevó a cabo en la segunda mitad del siglo XII. En 1161, el Rey Fernando II entregó los derechos episcopales de la nueva diócesis a la iglesia compostelana. Tras no pocos escollos, el Papa Alejandro III expidió en 1175 la Bula de aprobación del Obispado. Desde entonces, sólo durante tres periodos ha estado en sede vacante. El Concordato de 1851 la suprimió y fue absorbida por Salamanca. A ese periodo pertenece la correspondencia celosamente custodiada en el archivo municipal con cartas del Ayuntamiento a la Reina Isabel II, al Rey Alfonso XII y al Papa León XIII implorando el mantenimiento de la sede eclesial, aunque no se recuperó hasta 1950, con Jesús Enciso Viana como obispo. Se trata de una diócesis de entrada a la que llegan los obispos para iniciar su recorrido episcopal. pierde en la comarca». En el plano político, dos procuradores del PSOE en las Cortes de Castilla y León llevan meses batallando para que se nombre un obispo titular: José Ignacio Martín Benito, presidente del Centro de Estudios Mirobrigenses, y Juan Luis Cepa, que durante 20 años fue miembro del Consejo Económico de la Diócesis. El primero considera que la desaparición del obispado sería «un drama, una deslocalización más de una institución que ha surgido de forma paralela a la ciudad». «Es como cuando a una cebolla le vas quitando capas y se queda con un núcleo muy pequeño», lo mismo que, a su juicio, ha ocurrido ya en el municipio con el cierre de instituciones militares o de justicia. «No nos resignamos», clama, porque un obispo en Salamanca «sería el principio del fin para la Diócesis».
De la misma forma se expresa Juan Luis Cepa, que enmarca la posible pérdida en «un efecto más de la despoblación». Reconoce que Ciudad Rodrigo equivale a una parroquia de Madrid pero defiende que, en este caso, se trata de una diócesis «indisolublemente unida a la comarca» y que su desaparición también tendrá sus efectos económicos.
En este escenario, los mirobrigenses están dispuestos a mantener la defensa de la sede en la que descansa la Iglesia, que agrupa a 121 parroquias que son atendidas por 55 sacerdotes. Los dos cañones (réplicas de los utilizados en la Guerra de la Independencia) que custodian la entrada al Ayuntamiento son el mejor símbolo de una localidad que ha llevado a sus vecinos a no pocas batallas. Su lucha ha sido continua para evitar que su diócesis fuese engullida por las vecinas de Salamanca o de Coria, un miedo que, a comienzos de 2021, ha vuelto a despertar al grito de «¡Surge Civitas!».