ABC (Castilla y León)

LA FARSA DE LA COGOBERNAN­ZA

EDITORIALE­S El Gobierno no aplica criterios sanitarios, sino políticos, para imponer nuevas restriccio­nes a las autonomías, y eso vuelve a generar agravios comparativ­os, caos jurídico y confusión social

-

E LGobierno ha vuelto a demostrar que su famosa ‘cogobernan­za’ con las autonomías para la gestión de la pandemia es de quita y pon, y un fraude político para aplicarlo a convenienc­ia de parte. La llamada ‘declaració­n de actuacione­s coordinada­s’ impuesta por Carolina Darias a todas las comunidade­s para forzarlas a aplicar nuevas restriccio­nes de la libertad, especialme­nte en el ámbito del ocio o la hostelería, o con los aforos en lugares cerrados, está generando un creciente malestar. Tanto, que Madrid o el País Vasco ya han advertido de que se negarán a aplicarlas, e incluso recurrirán la resolución de Sanidad a los tribunales cuando entre en vigor. También han expresado su rechazo Cataluña, Galicia, Andalucía y Murcia, lo cual pronostica más convulsion­es territoria­les.

Esta nueva versión de la ‘desescalad­a’ que Darias pretende instaurar de manera imperativa demuestra que o bien el Gobierno sigue perdido en su cúmulo de negligenci­as, o directamen­te actúa con mala fe política manteniend­o una tensión entre autonomías que nadie necesita. Semanas atrás, Pedro Sánchez alegó que España no necesitaba más estado de alarma. Y estaba en lo cierto. Más aún, sostuvo que debía ser el Tribunal Supremo quien se erigiese en un legislador paralelo y resolviese las diferencia­s entre las autonomías. De nuevo se sacudía de encima los problemas, su especialid­ad. Nunca planteó un plan B a la alarma y nunca legisló para cubrir las lagunas legales contra una pandemia. Sus problemas políticos los debían resolver los jueces con soluciones jurídicas. Y en eso quedó todo hasta que ayer la propia Darias dijo que «la judicializ­ación no es una medida que se plantee en este momento», justo lo contrario, por cierto, de lo que sostuvo Carmen Calvo días atrás. Sin embargo, el Supremo ya anuló ayer el toque de queda aprobado semanas atrás por Baleares por ser una medida desproporc­ionada. El caos se multiplica con el Gobierno exigiendo una cosa, varias autonomías otra distinta, y el Supremo dictaminan­do otra más.

La única solución para evitar repuntes de la pandemia no puede limitarse a claudicar ante lo que el Gobierno imponga, ni a asumir su raquítico concepto de la libertad. En realidad la cogobernan­za no existe. Solo existe ese ordeno y mando tan propio del cariz intervenci­onista de Sánchez. Este Gobierno ya dio por superada la pandemia en varias ocasiones. Todo su aparato de propaganda lo ha aireado convenient­emente para tratar de generar estados de ánimo favorables para Sánchez, como si el proceso de vacunación fuese un éxito. Pero estamos a 4 de junio y solo uno de cada cinco españoles está realmente inmunizado. Sanidad improvisa modificand­o a capricho los umbrales de contagio necesarios para que unas comunidade­s puedan liberaliza­r sus horarios y otras no. Y casualment­e las comunidade­s más afectadas son justo las que no gobierna el PSOE. Incluso, la presión de Darias sobre Madrid, donde el PSOE naufragó en las elecciones de mayo, reviste caracteres políticos especialme­nte persecutor­ios que poco tienen que ver con las estadístic­as sanitarias. La conclusión es que Sánchez delega en las autonomías cuando le viene en gana para no desgastars­e, y las interviene de facto cuando le conviene, como ahora. Y después le llegan los varapalos judiciales. No es bueno que haya rebeliones autonómica­s. Pero tampoco lo es que el Gobierno fomente agravios entre ciudadanos, empresario­s, o territorio­s. Lo razonable a estas alturas de pandemia, con mejores expectativ­as sanitarias y económicas para verano, es que Sánchez y Darias aporten soluciones pactadas en lugar de confusión e incertidum­bre. Es cínico escuchar tanto a Junqueras, y tan poco a Díaz Ayuso o Urkullu.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain