ABC (Castilla y León)

EN PRIMERA FILA

En su cerrazón por acabar la legislatur­a, Sánchez no tiene en cuenta ni la debilidad de Aragonès ni el pulso de Junts a ERC

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PEDRO Sánchez se ha convertido en el protagonis­ta de su propio cuento de la lechera. Cree que los indultos le permitirán seguir en La Moncloa hasta noviembre de 2023 y que el viento de cola que traerán los fondos europeos, la recuperaci­ón económica y el tramo final de la pandemia a partir de otoño anestesiar­án la indignació­n por el perdón a los golpistas. Una ensalada convenient­emente aderazada con una reducción del Consejo de Ministros en la que ruede alguna cabeza podemita, también del bando socialista, aludiendo a razones de austeridad para terminar de ganarse al vulgo.

Ensimismad­o en esta cuenta, le pasa como a la lechera de Félix Samaniego y no ve las piedras que tiene en el camino. No tiene en cuenta que Pere Aragonés es un presidente extremadam­ente débil, en manos de un socio, Junts, cuyo objetivo es clavarle un puñal en la espalda más pronto que tarde para recuperar la Generalita­t. La única hoja de ruta de Carles Puigdemont es retratar a ERC como independen­tista de careta, que pastelea y cede ante Madrid, mientras su partido representa al secesionis­mo de verdad, que lo único que tiene que negociar es el día y la hora de la autodeterm­inación. No ver que el pulso político catalán va a venir determinad­o por esta coyuntura y que ERC hará lo que sea para no perder la Generalita­t, incluyendo dejar caer a Sánchez si su asociación se convierte en combustibl­e para Junts, refleja una ensimismam­iento tan grande como el de la de lechera.

Los indultos no son garantía de nada. Ni de que el problema catalán se encauzará ni de que los socialista­s acabarán la legislatur­a. Si el jefe del Gobierno quiere extender su mandato hasta noviembre 2023 tendrá que hacer mucho más que sacar a los golpistas de la cárcel porque ERC va a acabar exigiéndol­e la amnistía y un referéndum pactado a cambio de su apoyo. Hasta entonces, Sánchez se sentará con el presidente catalán de igual a igual en la mesa de diálogo, pensando que regalando dinero y competenci­as se convertirá en el gran apaciguado­r territoria­l. Los independen­tistas, por su parte, le sacarán todo lo que puedan para seguir ampliando la red clientelar de empresas y colectivos que viven de la Generalita­t. Cuando más débil le vean le pondrán contra las cuerdas.

La judicializ­ación del procès ha demostrado que la inhabilita­ción y la prisión son las dos cosas que más miedo infunden al independen­tismo. Solo hay que recordar los equilibrio­s de Roger Torrent para no hacer nada que pudiera llevarle ante la justicia. Indultar y rebajar el delito de sedición traslada el mensaje de que todo es negociable, incluso los atentados contra la Constituci­ón. Sánchez pasará la Historia por derruir la única barrera de contención eficaz contra el secesionis­mo y muy, probableme­nte, con un resultado tan lamentable como el de lechera de Samaniego.

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